panfletonegro

Bookmarkmageddon

Es tarde, muy tarde. La hora exacta no te la sé decir porque a cada rato cambia. Sólo sé que el monitorcito electrónico ese muestra que vamos por el noroeste de Canada, ya acercándonos a Alaska, y que faltan más de ocho horas para aterrizar en Tokio.

Estos vuelos son eternos. El pacífico resulta ser enorme y tratar de saltárselo con el artilugio de escurrise por el norte no es más que un paliativo.

Nunca he logrado dormir en un avión, así que para matar el tiempo sin interné me dedico a limpiar el computador. Ya hace horas que borre los downloads inútiles, y el roster del iTunes está más que podado. Limpiecito como un sol.

Queda es lo otro. Lo que he venido evitando, por lo delicado que puede resultar para mi sentido de identidad: los bookmarks del navegador…

Y aquí la cosa se pone aguda porque tengo años acumulándolos y años integrándolos a la misma rutina morbosa y autodestructiva. Sé que tengo que hacer algo; lo que no sé es si al terminar voy a reconocer al carajo que me sonríe del otro lado del espejo.

De primerito está Noticias24, por supuesto, que hace años que pasó de ser una fuente de información a ser un cancer agresivo que va carcomiendo nuestra esfera pública. Llevo años embasurándome la corteza prefrontal con esa mierda, llego la hora de ponerle un parao.  Right-click: delete.

La Patilla, esa es más fácil todavía – como si faltaran tetas en internet. Right-click: delete.

I feel better already.

Pero claro, todavía queda un montón más, que llevan años subiéndome la presión arterial. Está El Universal, que uno mantiene en los bookmarks como por respeto a sus ancestros, pero qué coño. Right-click: delete. Nadie quiere leer esa mierda en Japón.

El Nacional es más fácil todavía – en realidad sólo me metía para cazar gazapos y echarle paja a MHO, piazo’e’bicho. Pinga. Right-click: delete.

Le echo una ojeada al monitorcito y a penas si avanzamos sobre la enorme tundra canadiense. En la cabina ya apagaron las luces y todo el mundo está durmiendo, (o intentándolo). El carrito mágico con las cervezas grátis dejo de pasar hace rato, así que lo mejor es seguir.

Luego me topo con el loguito de Últimas Noticias, y con el primer dilema real de este ejercicio. UN me duele mucho más porque con el tiempo he ido captando que es el único periódico que medio sirve – que medio a veces publica vainas por real interés público, y no sólo para gratificar el ego del editor o del jefe. Sí, lo admito, este me duele más, pero hay que sincerarse: Capriles perdió y estamos en plan de huída. Right-click: delete.

Luego vienen VTV, RNV, ABN, Correo del Orinoco – la acera de enfrente. En realidad sólo los leía cuando algún compromiso profesional me obligaba a contrastar con el manicomio discursivo del régimen, pero güatafoc, ya compromisos profesionales no creo que vaya a seguir teniendo. Right. Click. Delete.

Devil’s Excrement viene después y ese sí me cuesta pq aunque Miguel es más talibán que el carajo el tipo es pana y, coño, uno se siente medio traidor. Pero no pienso ni comprar bonos PDVSA 2027 ni seguir sulfurándome por las próximas N loqueteras que se le ocurran a Luisa & Luisa, así que ya sé lo que tengo que hacer. La práctica me ha hecho experto – el right-click y el delete los logro hacer en un solo movimiento fluido, casi elegante.

El Chigüire me duele más que los demás pq claro, esos chamos son demasiado de pinga, y más de una vez he quedado con la convicción que el roedor es los único que nos separan de la locura colectiva ya abierta. Pero a estas alturas del partido lo que está a prueba es la sinceridad de mi acto de contrición y la seriedad de mi proposito de enmienda. So long and thanks for all the fish. Right-click: delete.

Siguen otros más fáciles – hace años que UnionRadio y RCR se hicieron inmamables, cada uno por sus propios motivos y siguiendo sus lógicas particulares. Poco importan los detalles – lo último que quiero al desembarcar en Japón es oir a Martín Pachecho o a Iván Ballesteros hablando paja: no necesito a esa fauna en mi pantalla. Esta vez creo que lo hago incluso más rápida y fluidamente que las veces anteriores: rightclickdelete.

Empiezo a sentir una cierta ligereza, una liberación. Hace 9 años que no vivo en Venezuela, sí, pero de qué diablos sirve irse de cuerpo si uno deja el corazón allá? Si uno sigue malversando la energía psíquica en batallas tropicales perdidas?

Fuck all that…

Correo del Caroni? Right-click-delete. Notitarde, La Verdad de Maracaibo? Ni pa envolver pescao. Right-click-delete. RunRun.es? Esa la disfruto. Right-click-delete. El Mundo? Descifrado? Venezuelanalysis? There’s plenty of room in that pyre, jump right in! 

A medida que voy desembasurando la barra de bookmarks, van apareciendo las que habían quedado relegadas al drop-down menu, vainas que hace años que he debido seguir pero se me habían escapado con la afición diarista. Ahí está el New Yorker, está France Culture, está RadioCanada y Letras Libres y BBC Radio 4 y This American Life. Está el Guardian y Talking Points Memo y el Japan Times, que ahora es que me va a servir. Con cada right-click: delete aparece uno nuevo, y cada vez es como un viejo amigo que uno tiene mil años sin ver y que le alegra el día a uno.

Pero cuando ya la purga está casi llegando a su fin veo un último iconito. Una P blanca sobre un campo negro acompañada de una mínima N negra sobre un campo beige.

Y me reclino lo poco que da el asiento y escaneo la tundra por la ventanilla. Coño, panfleto…aquí sí es verdad que no sé si me alcanza el corazón.

Porque lo que ha montado Pratt es como el Lot de la Sodoma y Gomorra en que se ha convertido la esfera pública venezolana: es el último y único justo. Nadie con sentido de equidad puede castigar a Panfleto con los demás. No puedo. No tendría sentido.

No tendría sentido.

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