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Room 237: Descifrando el Laberinto de The Shining

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Me empeñé en buscar Room 237 por los caminos verdes y ayer lo conseguí por Google. Ya es un film de culto con detractores y defensores a ultranza. Yo me pongo del lado de los segundos, sin dejar de reconocer las críticas de los primeros.
La película es una reflexión documental sobre diversas teorías implícitas en el subtexto de El Resplandor de Stanley Kubrick.
Las interpretaciones van de lo simple a lo complejo, de lo conspirativo a lo paranoico, de lo figurativo a lo abstracto, de lo verdadero a lo imposible.
El mérito radica no tanto en acertar en la diana, como en fungir de vehículo para las lecturas más originales y demenciales de la obra maestra, no exentas de sentido del humor.
El realizador del trabajo de no ficción elude el recurso del busto parlante, para ocultar el rostro de sus entrevistados, a fin de generar un mayor sentimiento de suspenso y misterio alrededor de los asuntos discutidos.
Los escuchamos en orden de importancia y luego sus voces comienzan a cruzarse a través de un impecable juego de rompecabezas, donde se tiende a deconstruir el sentido de cada una de las fichas enigmáticas del ajedrez del autor.
Por tanto, Room 237 constituye un poderoso ejercicio de análisis semiótico del cine dentro del cine, bajo la influencia de la técnica del material encontrado.
De hecho, la cinta se estructura y narra con puro found footage, no sólo de la filmografía del creador de La Naranja Mecánica, sino de otras fuentes de referencia para el género, armando un tejido único y subjetivo a partir del montaje intelectual.
El acabado plástico adopta el aire de un exquisito reciclaje audiovisual, al mejor estilo de Vertov y sus herederos contemporáneos.
Ello demuestra la propiedad del archivo para construir discursos frescos y alternativos en función de los gustos del espectador posmoderno.
Así pues, descubrimos las principales ideas de Room 237, siempre prestas al debate: The Shining contiene una alusión directa al genocidio Indio y al holocausto, a su vez sumerge a la audiencia en un ambiente de introspección subliminal, mientras le propina una cachetada al libro homónimo de Stephen King, cambiando a conciencia su espíritu fundacional.
Por último, el llamado cuarto o habitación 237 encarnaría una sutil metáfora del viaje a la luna, supuestamente rodado por las manos del propio Stanley Kubrick, luego de la experiencia de 2001.
Sean pistas falsas o reales, es lo de menos. Lo interesante reside en permitirle a un grupo de entendidos expresar sus tesis y aproximaciones personales, al margen de la censura.
Queda en ustedes la oportunidad de tener la palabra definitiva.
Yo lo valoro como un aporte del periodismo de la red, cuyos aportes saltan a la pantalla por medio del entramado de Room 237.
En el epílogo, disfrutamos de los blogs y páginas de internet de los protagonistas, dedicados a revisitar el clásico desde ángulos inéditos y curiosos. Lo mismo se debería hacer con Pulp Fiction, también sujeta a evaluaciones dispares y absurdas.
Después de todo, Room 237 es un canto a la capacidad de interacción de las redes sociales, de las audiencias actuales.
Es cuando Stanley Kubrick se iguala con el público, para formar un laberinto de la memoria en el inconsciente colectivo, destinado a mutar y encontrar salidas distintas a las habituales.
El terror psicológico ampliado con el propósito de descifrar el acertijo del niño en su triciclo, la madre desesperada con el cuchillo, el padre desquiciado, la familia en ruinas, la aquitectura pesadillesca, el bloqueo creativo de un escritor en crisis, los baños de sangre y las morochitas siniestras.
Un espejo del pasado para mirar la distopía del presente y el futuro.
Reflejo de la culpa y de la violencia reprimida. Ejemplo del síndrome de Vietnam.
Lo invitamos a sacar sus conclusiones.
PD: la música es fantasmal, espectral. Las imágenes son mezcladas con un enorme aliento experimental y metalinguístico. El cierre te quita la respiración. Superponen la película al derecho y al revés, para desnudar sus mensajes satánicos.
Una clase de cómo ir al fondo de un contenido encriptado.

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