Taxonomía de los Roques : Bestiario para Vivir y Morir en el Archipiélago

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Miles de especies y organismos (vivos o muertos) coexisten en el parque nacional, Los Roques. En nuestra última visita al archipiélago, pudimos descubrir la rica diversidad de su fauna social y animal, bajo el sol de su contexto idílico. En adelante, procederemos a clasificar a sus principales referentes naturales y artificiales, de acuerdo a su origen, condición y lugar en la cadena alimenticia. Los invitamos a descubrir los cinco secretos mejor guardados de la otra isla.

5) Tiburones.

Al llegar al aeropuerto nos reciben dos afiches, sintomáticos del entorno. Uno es la postal descolorida de Los Roques. El segundo forma parte de una campaña de responsabilidad ecológica, para proteger a los escualos, de las garras del hombre. De forma involuntaria, ambos carteles nos alertan y advierten de la fragilidad del bioma a conocer, así como de la relatividad de su mito turístico. En efecto, bastan apenas dos días, para percibir y detectar la depauperación de la imagen de calendario de la zona, afectada por problemas de sobrepoblación y explotación sistemática de recursos ambientales. El resultado es un pequeño caos, fuera de balance, emblemático de la realidad del país, donde los tiburones grandes se comen a los chiquitos. Mientras tanto, otras criaturas entonan su “Réquiem por el sueño”.
Cada quien es una potencial presa o cazador. Resultado: la ley del más fuerte hace estragos entre los miembros más indefensos de la escala. El darwinismo condena a las tortugas y a las langostas, a una extinción lenta, pero segura. Bienvenidos a Survivor, un reality show en la tradición de “Protagonistas de Telenovela”, “Operación Triunfo” y “Gran Hermano”, aunque la presencia del Big Brother brilla por su ausencia.
Por tal motivo, reciben un doble castigo: sobrevivir en el aislamiento y sin luz. Así paga el diablo con la moneda de la venganza y la indiferencia. “Cuando voten por mí, tendrán electricidad”, exclama el Rey desde su trono. El caldo de cultivo para revueltas del presente y por venir. Cansados de promesas, los locales cierran el aeropuerto el día de nuestro regreso a Caracas. Exigen restitución de energía, agua potable y atención del estado. Llevan 48 horas en la penumbra. De retorno a la oscuridad de los tristes trópicos del tercer mundo, huérfanos de padre y madre. Nadie se hace responsable. Ni la empresa privada, ni el gobierno. La resistencia y la organización civil son la salida. Todavía hay futuro. ¿O no?

4) Golondrinas.

Todos somos golondrinas en Los Roques, en el mundo global. Aves de paso, de carroña. Gozamos un imperio cuando el medio nos provee del cuerno de la abundancia. Picoteamos por aquí y por allá. Bailamos la danza de los millones. Demandamos consumir al máximo, empleando el menor esfuerzo. Somos hijos de la Venezuela saudita, malcriados por el encanto efímero de la riqueza fácil. Gastamos a diestra y siniestra, mientras el negocio de la minería extractiva funciona y rinde beneficios. De repente, una mañana despertamos de la ilusión, del espejismo de la tierra de las oportunidades, y empezamos a cobrar conciencia de nuestra verdadera miseria, fruto de años de flojera, descuido y dejadez.
Entonces, las golondrinas se organizan para buscar la manera de perpetuar el sostenimiento de su castillo de naipes. Algunos apelan a la corrupción, al rebusque, a la piratería, a la matadera de tigre, a la economía informal. Por ende, Los Roques deviene en un reflejo de una nación insolvente e improductiva, dedicada en exclusivo al usufructo de materias primas y ofertas derivadas del comercio empaquetado.
Allí arranca el mecanismo de nuestra alienación perversa, de tinte neocolonial, cuyo fundamento es la dependencia cultural. Las golondrinas de Caracas se marchan a Los Roques, en pos de la liberación a través del tráfico de dólares y euros, a cambio de perlitas, collares, chucherías, objetos innecesarios de diseño, servicios prescindibles, botellas de whisky, alojamientos de lujo a precios absurdos, vueltas en lancha por el carrusel de la nada marina, terapias de autoayuda para controlar la nausea y pare usted de sufrir.
Al final, las golondrinas condicionan su estadía a la luz de las ventajas comparativas del espacio. Una mañana arribará el colapso y con él, la decisión de marcar la milla en vez de luchar por la recuperación de la superficie arrasada. Es muy chévere y sencillo, ser golondrina. Las golondrinas literarias son legión. Las de la estética, también. Hoy emprenden vuelo para asentar su nido en el primer mundo. Pero el empeño es en vano. Pronto, no habrá diferencia entre el primero y el tercero. Es cuestión de horas. De seguro, las golondrinas tendrán una respuesta inteligente y sabia para paliar la crisis. Volarán para Marte, como los turistas en fuga, de Los Roques a Porlamar. La fiesta debe continuar. Les deseo la mejor de las suertes.

3) Cangrejos.

Pescarlos es simple. Caminan pausadamente, se arrastran por la arena, escarban en la basura y hablan de atrás para adelante. Les encanta un retroceso, dejarse llevar por la ola, pensar en la inmortalidad del cangrejo. Carecen de conciencia del tiempo y del espacio. El sol los baña con su manto y dibujan una sonrisa eterna de zombies del caribe.
El sistema los lobotomizó y contaminó con su apatía, su tedio y su inercia. No les interesa nada, salvo conseguir la dieta racionada del día, a cuenta del mejor postor de turno.
Abundan las jaibas de río, felices de trabajar como mercenarias y fungir de platillos de relleno. Los utilizan de “caleteros” y los contratan como mesoneros a destajo. Esperan la quincena para desahogar la penas en alcohol y sentirse en contacto con los jefes de la manada.
Una tarde los despiden por reducción de personal y acaban sus días en la orilla, cual derrame de desechos tóxicos. Endrogados y borrachos, los Cangrejos de Los Roques caen por un tubo, por un abismo expresionista, en dirección al desfiladero del infierno. Su existencia es un averno de calor, dolor y calamidad. Se les encuentra tirados en un vertedero, hacia el amanecer, a la espera del eclipse definitivo de su ruina. Los recogen, los apartan y los llevan para los márgenes del pueblo. El “down town” solo admite belleza, evasión y alegría infinita. Por desgracia, se le salen las costuras al cojín. La pantalla kistch no puede ocultar las fallas y penurias de la cúpula del trueno. Una extensión microscópica de un parque temático de Las Vegas, administrado por imitadores de los forajidos de “Mad Max”. A continuación, los describimos y desnudamos para ti.

2) Culebras.

Dominan el orden del reino con sigilo. Sin embargo, son letales, mortales y practican el terror psicológico, para perpetuarse en la cima de la pirámide. Proceden de distintos orígenes, de Europa, de Venezuela, de América, de Argentina, de acá y de acullá.
Convirtieron a los Roques en su botín personal, en su caja chica, en su franquicia subvencionada por la autoridad única e inimitable, como Gaceta Hípica. En efecto, hicieron de los Roques una subsede del hipódromo, a merced de los dueños de los caballos y de las riendas.
Pagan en bolívares y cobran en billetes verdes. Así garantizan la persistencia de su modelo vampírico. Si les reclamas, te muerden, te amenazan con echarte. Cuentan con guardaespaldas y asistentes. El gobierno invisible y visible, reparte los réditos con ellos. Para asociarte, te exigen diezmo, si acaso. No obstante, su objetivo primordial radica en extender su monopolio, más allá de las fronteras.
Por tal motivo, nunca conocerás de cerca al archipiélago de Los Roques. Las culebras lo mantienen secuestrado, al estilo de un banco asolado por una jauría de lobos. Es un cuento como de “Tarde de Perros”. Por encima, es muy bonito y placentero. Hacia el fondo, constituye un robo a la nación, un latrocinio, una dictadura amparada por todos. ¿La solución? Democratizar el acceso y abrir la auténtica competencia. Con un capitalismo sano, ahuyentaremos a las culebras de los Roques.

1) Extraterrestres.

Yo sí creo en los aliens. Llámenme loco, si quieren. Verbigracia, puedo dar fe de su existencia, tras mi viaje a Los Roques. Por supuesto, no son mayoría y permanecen opacados por los guardianes de la bahía. Cuesta encontrarlos y si vas en plan de deportes extremos o de huída por la derecha, pues olvídalo de plano. Dedícate a lo tuyo y sácale el jugo a la experiencia, a la inversión de un ojo de la cara. Equivalente a la suma de tus utilidades.
Pero si eres sensible a la alteridad y a los derroteros alternativos, no tendrás problemas para hallarlos. Hablan en tu lengua, se mezclan con la prole y quieren pasar desapercibidos, para evitar ser perseguidos y erradicados. Aprendieron la lección de “Séctor 9”. En consecuencia, mutaron en forma de hombres y mujeres dignos, con el propósito de liberarnos del apartheid, de la segregación, del campo de concentración mental y general.
Los extratérrestes de Los Roques trabajan de sol a sol, defienden su zona limítrofe con garra, y aspiran a redimir y rescatar a la babilonia del hundimiento por culpa de sus pecados cometidos. Es decir, suponen la antítesis de las golondrinas, cuervos, tiburones y culebras.
Incluso, saben perdonar a los cuervos, golondrinasy culebras, al punto de soñar también con su futura transformación en seres de bien para la comunidad.
Los extraterrestes de Los Roques me llevaron a su platillo volador, me enseñaron a proteger las tortugas, me invitaron a surfear olas épicas, me pusieron en contacto con “El Árbol de la Vida” de Terrence Mallick, me introdujeron por el paraíso( irracionalmente hermoso y glorioso) del archipiélago.
Su mensaje es claro: desean preservar el legado de sus ancestros, dentro de su planeta de playas y cayos de ciencia ficción. En dos platos, consumar la utopía de la salvación y la regeneración de la especie, a través de su relación con el medio ambiente.
Después de la travesía, me tocó despedirme de los extraterrestres, montado en un avión. Fue un adiós no exento de tristeza y melancolía. Mi fantasía había concluido. El destino de ellos parecía proyectarse desde la ventanilla de mi asiento. Una quimera resplandeciente y próxima a un “happy ending”. Como en «Casablanca», era el inicio de una bonita amistad.
Prometo volver en cinco años, cuando los extraterrestres hayan logrado la victoria. A lo mejor me quedo a vivir con ellos para siempre.

4 Comentarios

  1. La ultima vez que fui a los roques fue hace como 10 o 12 años. La cosa no estaba tan grave.
    En el año 1995 conoci a alguien que prtenecia a la fundacion de los roques, y le jale tanto que me contrataron para hacer un manejo ecologico de la basura.
    Pero yo pense en otra cosa, utilizar la basura y los desechos organicos (tambien el pupu y pipi) para alimentar bioreactores, los desechos de estos sirven como abonos y propuse una zona para cultivar hortalizas con ese abono, tambien el gas obtenido de ese bioreactor serviria para purificar el agua. realice el proyecto, claro con frecuentes visitas a los roques pagadas por ellos, y me puse a trabajar en los detalles.
    A ellos la idea les parecio muy buena, tendrian gas, hortalizas y agua potable, ya que toda el agua tiene que ir de tierra firme, y ademas les resolvia el problema de la basura, que tenian que quemarla.
    Me pagaron por ello.
    Y parecieron complacidos.
    Pero jamas fue llevado a cabo. Creo que quienes perdieron con ello fueron los habitantes de los roques.
    Mucho despeus me dijeron que fueron las mafias que llevan el agua, el conbustible y la comida a las islas quienes se opusieron a que ese plan se llevara a cabo. Algunos de ellos son habitantes de esas islas

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