Hermano:del juego bonito al «catenaccio» del cine nacional

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«El catenaccio, palabra que significa ‘cerrojo’ en italiano, es el común denominador para definir un estilo de fútbol ultradefensivo y casi siempre relacionado con los equipos italianos.»
Santi Plaza.

Con todo respeto, me cuesta identificar a la personalidad detrás del proyecto de «Hermano», más allá del nombre del cineasta exaltado y glorificado por el afiche de la película(sin reparo en la modestia y como si se tratase de una de película de un autor consagrado de la talla de Francis Ford Coppola).

En cualquier caso, a la luz de sus imágenes carentes de identidad, surge la pregunta incómoda de la nota:¿quién la hizo? ¿Un alumno de la escuelita criolla de Alejandro González Iñarritu, profesor y maestro del cine choronga?¿Otro imitador de Memo Arriaga y sus «Amores Perros» entre pinches caínes y abeles?¿Un creativo de la agencia A&B al servicio de una campaña de responsabilidad social para la Unicef, bajo el patrocinio del Caracas FC y la Polar?¿Un atento estudioso de la obra de Fernando Mierelles(«Ciudad de Dios») y Walter Salles(«Línea de pase»)? ¿Un jugador adelantado o atrasado al partido de Carlos Cuarón en «Rudo y Cursi»?

Cualquier sea la respuesta, el film siembra dudas con respecto a su origen y trae de vuelta una vieja predicción de la revista Cahiers Du Cinema:la progresiva disolución de la figura del realizador ante la avalancha de datos, citas y referentes del pasado y el presente sobre el inconsciente colectivo, amputándole su memoria y obligándolo a expresarse con ideas ajenas. Nos guste o no, así somos, vivimos y construimos el arte en la contemporaneidad.Por tanto, no se trata únicamente de un problema exclusivo de «Hermano». Es un asunto local y global. Pero mejor vayamos por partes.

Por eso, en el ámbito extranjero,Cannes premió a la rareza de Apichatpong Weerasethakul con la Palma de Oro 2010. Era un reconocimiento legítimo a la rabiosa y salvaje originalidad de un personaje inclasificable de nuestra especie.Tim Burton, un perro verde de procedencia similar, la tuvo entonces fácil para tomar una decisión como presidente del jurado del certamen francés.En medio de la redundancia y de lo predecible de la selección oficial, Mister «Manos de Tijera» apostaba por una alteridad radical, insondable y maldita, casi como un espejo de sus monstruos y freaks de los noventa.

Paralelamente, en Venezuela sufrimos y padecemos la misma crisis universal. De hecho,se estrena «Subhysteria» y la confusión es total.
Antes vino «Venezzia» y nadie la supo descifrar, aparte de ser un bodrio por todo el cañón. Por último, el ciclo lo cierra «Hermano», por los momentos,y tampoco podemos arrojar un diagnóstico preciso en relación con el lugar y la ubicación del narrador. La carencia referencial se ratifica como una de las constantes del relato posmoderno.

En mi caso, no estoy exento de culpas. Cuando veo uno de mis documentales, me cuesta encontrar un reflejo puro de mi condición, de mi existencia. Apenas descubro pequeños destellos de mí subjetividad entre los homenajes y las adaptaciones voluntarias e involutarias de los textos y manifiestos de Errol Morris, Adam Curtis, Pino Solanas, Patricio Guzmán, Margot Benacerraf,Alex Jones y Ugo Ulive.Después de ellos, deberíamos colgar los guantes y asumir nuestra derrota. Por fortuna y por desgracia, muchos continúan en la lucha, a pesar del clima de adversidad. Marcel Rasquín es uno del grupo.Lamentablemente, con su ópera prima no consiguió el anhelado objetivo de superar o equiparar el logro de sus antecedentes estéticos, aunque estuvo cerca y de seguro le aguarde un futuro de victoria en el campo de la industria vernácula, por su solvencia con la cámara,la edición y la puesta en escena. A corto plazo, si se maneja con humildad,alcanzará la gloria.De lo contrario, naufragará en el río venezolano de los ganadores de un solo trofeo. Legión en CCS.Prohibido conformarse.

Por consiguiente y en plan de pana, cumplimos con señalarle los aciertos y desaciertos de «Hermano», con miras a pulirlos para su segundo cotejo. Por razones de estilo y de humor, utilizaremos el argot adecuado para la ocasión, el del balompié. Ojalá les agrade la metodología.

Primero, comenzamos por la defensa de la película.En su descargo, la alineación del reparto es un «once ideal»(salvo por contadas excepciones). Los líderes del equipo interpretativo son arietes y diez por naturaleza.Se desenvuelven con frescura de amateurs en el oficio y cuidado opacan a los profesionales del plantel. Mi favorito del banco de los veteranos, es Don Gonzalo Cubero, en su papel edípico de mentor y padre consejero.

En lo personal, yo le sacaría tarjeta roja a tres caballeros, con la severidad de un arbitro de la FIFA:al cabecilla de la banda de malandros, al impostado técnico del Caracas, y a Daniel Carlés(porque no pinta nada y estorba con su presencia). Zapatero a su zapato. Las amarillas me las guardo y reservo para los golpes bajos, los traspiés y las faltas alevosas en el área del clímax del encuentro.En resumen, 20 puntos por la escogencia del equipo de histriones durante la fase del casting.

De igual modo, la fotografía de Enrique Aular convierte una bonita diana,a boca de jarro, para la divisa de Marcel Rasquín. No obstante, los entendidos se la discuten por su carácter publicitario, postalero y clónico de los genes de Rodrigo Prieto,Christopher Doyle y Cezary Jaworski para «Cyrano Fernández».A mi humilde entender, su lente sabe captar el momento apropiado, traduce pictóricamente el espíritu del libreto, refleja los estados emocionales y ofrece un par de fantasías para el regocijo semiótico de la grada. La escena al atardecer sobre la platabanda del rancho, es un lujo de tiempo muerto con dominio de la profundidad de campo.Los planos documentales acompañan el entramado formal y lo dignifican.

De resto, marco distancia con varios clichés predecibles y cercanos a una poética costumbrista de unitario, telefilme comunitario y cuña de penetración populista, tipo gobierno, oposición y empresa privada en el gueto. Presentimos y advertimos el cálculo detrás del amague o la gambeta etnocéntrica. La fascinación y el regodeo por el exotismo de las favelas, tiende a ocultar y a atemperar la dureza del entorno. Ojo con quedarse en la superficie de lo feo es hermoso, para extraer plusvalía de la pornomiseria, avalada por la intervención de Jackson Gutierrez(desaprovechado y metafóricamente asesinado). En la comparación, «Hermano» es una versión fashion y edulcorada de «Azotes de Barrio en Petare», ópera bárbara de una autenticidad aplastante y equivalente a la de la violencia del hambre de Glauber Rocha.

Por su parte, la dirección de arte de Maya Oloe anota el gol de la honra para la condición femenina, pues en el largometraje,las mujeres pasan del banco de los estereotipos a la eliminación en la tanda penales. La escenografía jamás incurre en el error de desviar nuestra atención, al pasar desapercibida como un convincente telón de fondo. Una excepción a la regla instaurada por Diego con su barroquismo desmesurado y agotado, diseñado para encubrir y subrayar alegóricamente la banalidad de los argumentos.

En «Hermano», el decorado se asienta con madurez en la cancha y logra compartir la posesión del balón con las perfectas locaciones exteriores.Sólo le cantaríamos el «offside» por los cartelitos y las banderas del epílogo.En síntesis, la producción aprueba con profesionalismo el tamaño del compromiso.

A partir de ahora, se acabaron los rodeos, las palmaditas en la espalda, las mordazas y las autocensuras. Si nadie quiere discutirle al pana por miedo o inseguridad, yo no tengo rollo porque lo conozco, lo estimo y considero necesario entablar un diálogo con él para trascender el esquemita criollo del periodismo tabú, implacable con lo foráneo, condescendiente con lo local. Ojalá los hinchas de Marcel, y nuestros amigos cercanos del Santiago de León,no se lo tomen a mal.

Al rompe, mi principal desavenencia es con el guión, de la estructura al contenido. Al principio se arranca con pie derecho y emoción. En veinte minutos, la ilusión termina cuando comienzan a florecer los hongos de la llovizna melodramática, las fórmulas de manual, los puntos de giro, los típicos dilemas influidos por el orden táctico del relato clásico, las especulaciones resultadistas, las facturas a nombre del moralismo redentor y las concesiones con el régimen de la superficialidad. En términos de narrador deportivo, «Hermano» evoca el desempeño irregular de la vinotinto, mientras copia su parafernalia triunfalista para venderse en el mercado.

Allí los cimientos de «Hermano» ceden al chantaje del lenguaje epidérmico de las pasiones retropogresistas, medio cursis y trilladas, medio conservadoras y reaccionarias.Ergo, su canto al valor de la familia unida es directamente proporcional a su ingenua visión de la maternidad, a años luz del «hard core» de la realidad y del cine contemporáneo.Verbigracia, remitirse al desparpajo de «Juno», al pesimismo rumano de «4 Meses, 3 semanas y 2 Días», y a la indiferencia tragicómica de «Greenberg», donde una chica aborta como quien se saca una muela en el odontólogo. Sin ir muy lejos, en Caracas es moneda corriente la aplicación de tratamientos express.Ni hablar de casos peores.

En tal sentido, la película de Rasquin se hermana peligrosamente con el credo de «13 Segundos» y el determinismo alarmista de la propaganda institucional, ilustrada con anécdotas aleccionadoras, didácticas y pedagógicas, con chamitos bonitos, romanticones y sensibleros de elenco de «Somos tú y Yo». Me pinchan el globo, me cortan la nota, me hierven la cabeza. Y la culpa no es sólo de la vaca de la trama sino además de la dirección de actores.

En cuestión de minutos, la divertida espontaneidad de los chicos al inicio de la aventura, se diluye, pierde consistencia y deriva hacia el proscenio de un teatro de marionetas infantiles, al ritmo de frases aprendidas, memorizadas, lapidarias y declamadas con tono engolado. Los títeres de la función intentan sortear con gracia el obstáculo de las oraciones y situaciones solemnes. Por lógica, se desploman como un castillo de naipes, con la cartas marcadas por los estrategas del «dream team».

En efecto, las estrellas del cartel se parecen a Messi y al Niño Torres en el mundial: se les infló con el gas de «Pepsi» y estallaron como la burbuja financiera del banco federal y Wall Street. Paradójicamente, se les utiliza para prodigar y repartir promesas entre los niños pobres de los techos de cartón, en una misión esperanza de curiosos parentescos con el famoso sueño «vinotinto», anteriormente explotado por el documental de Michael New. Un espejismo rojo rojito, al sur de la frontera, auspiciado y patrocinado por el estado para exaltar la filosofía new age de Richard Páez,el Diego Torres o el Ricardo Arjona del fútbol nacional. Un egocéntrico parlanchín con pretensiones de caudillo, enamorado de sí mismo, a la escala del presidente de la nación.

Mutatis mutandis, «Hermano» roza el rizo de la demagogia al describir y desplegar una clásica historia de ascenso social, truncada por el dolor e impulsada por el anzuelo y la zanahoria de la superación personal en clave de «Son de la Calle» y «Pare de Sufrir». Cine de autoayuda para consumo masivo, control de la ansiedad y apaciguamiento de las conciencias calientes.

«Hermano» emularía el patrón Dudamel, con pelota en vez de batuta, alimentado por el poder con el propósito de consolidar las bases míticas de la república, en una teología de la liberación amparada por el socialismo capitalista del siglo XXI. Después de todo, es posible salir de abajo del barrio cuando hay una meta y un norte diáfano a alcanzar. Idéntico al código implícito de «Blind Side» y «Precious», sendos alegatos de reafirmación del «american dream» y el «self made man», con jóvenes marginados catapultados a la fama luego de sufrir un calvario, a lo «Pasión de Cristo», a patadas y a porrazos. Si la vida te cae a goles, debes seguir luchando.

Dos manipulaciones activan las manecillas del reloj en la consagración inminente del héroe mesiánico, a último minuto: un reclutamiento deportivo y una muerte ocasional. Ambas son previsibles y prescindibles como tablas de salvación. De ipso facto, la anécdota de la venganza y la épica de «Archivo Criminal» se tragan a la reflexión, a la sugestión y al sosiego.La literalidad arremete de lleno, renunciando al placer de la introspección, la extrañeza y la ambiguedad.Cada finta se nos anticipa y se nos informa con antelación, dejando poco espacio a la imaginación.

Todo un evangelio de las maravillas editado como un video clip y disuelto en una licuadora de canciones pegajosas de la radio alternativa, escoltadas por una composición musical con ecos de Gustavo Santaolalla. Por fortuna, descartaron el Waka Waka de Shakira(es una broma). Por desgracia, el reggaeton anima la comparsa(es verdad).

Para la segunda, querido Marcel, olvídese del mainstream, del trendy, de la Venezuela Subterránea, de Platanoverde,de la corrección política, de la burocracia oficial,de Por el Medio de la Calle y del «encunetamiento» del CNAC, el ANAC y la Villa del Cine.Dígale chao a la hegemonía del realismo social y haga una película indescifrable, loca, brillante, extraterrestre, desmesurada e incontestable.

Usted sabe y usted puede porque cuenta con los recursos y los argumentos.Tiene las bolas y las agallas.Vaya a destrozar la cancha e imponga el juego bonito, en desmedro del «cataneccio» del cine criollo(calculador).

Mis respetos por su éxito de taquilla y lamento el silencioso boicot de los exhibidores contra «Hermano». Un abrazo para usted y su equipo. Un abucheo para quienes insisten en matar y ahogar la democratización de las pantallas dentro de sus salas oscuras y oscurantistas.

Como en «Norman Rae»,juntos y unidos lo lograremos, al margen de nuestras diferencias de criterio.

Todos a apoyar y a debatir «Hermano» como se lo merece, con libertad, respeto e inteligencia.

4 Comentarios

  1. Amigo, disculpe, no se quien es, y para poder escribirle leeré su nombre luego de estas lineas, pero quería solo darle unos breves consejos.

    1. Es una lastima que tanta experiencia en arte y cine, no lo dejen apreciar lo simple que es deleitarse por un breve tiempo por un placer de masas, sin criticarlo. Es el precio que tiene que pagar por su gran experiencia.

    2.- Creo que el cine venezolano justamente necesita es eso, una pelicula popular, sentimental y de masas, que lleve a a la gente al cine y que abarrote las salas, luego pueden venir las locuras.

    3.- Usted necesita un gran abrazo.

  2. Por favor,Betris, ahórrate tus consejos de autoayuda. No los necesito y no vienen al caso. Hablemos de Hermano, no de mí. ¿Necesitamos cine popular?¿Según quién?¿Y por qué ello debe estar divorciado de la crítica?¿Hasta cuándo el miedo, el tabú y la invitación a la autocensura? La gente puede decir lo que quiera. Yo estoy en mi derecho y lo ejerzo. Trabajo profesionalmente como crítico de cine. Es una carrera, amiga, para que lo sepas. Y yo vivo de ella, al igual que un gentío dentro y fuera de Venezuela. ¿Nos vas a repartir abrazos a todos?Para la próxima, comienza por reconocer el lugar de la crítica y después conversamos.

    Saludos y gracias por comentar.

  3. Finalmente vi la película, concuerdo contigo en todos los comentarios acerca del reparto, la dirección de arte y fotografía. Y en los problemas de guión también concuerdo que existen varios, por ejemplo la historia acerca del aborto y del niño recogido en la basura las encontré ambas innecesarias para el desarrollo de la historia.

    Ahora, no sé si es porqué estoy muy embasurado con el sentimiento profundo de decepción que tengo con mi país y con su gente que lejos de salir pensando «esta es una peli de autoayuda» salí pensando en este país tarde o temprano la mierda te agarra y no hay forma de detenerlo.

    Y eso me gustó, quizá no fue la intención del autor, quizá el autor quería que me sintiera bien, que pensara, sí se puede salir de abajo, que con empeño podemos triunfar y todo el resto de boberías, pero yo me quedé con que nuestras opciones son limitadas, para triunfar hay que perder tanto que no vale la pena siquiera intentarlo.

    No creo que sea justo criticar el guión sólo porque sigue una estructura extremadamente rígida y tradicional. No a todos los cineastas se les da bien jugar con la estructura o los tiempos narrativos. Es preferible que el directo vaya por lo seguro y se destaque con otros elementos (reparto, fotografía, edición y ritmo, etc) y el guión siga su estructurita de presentación de personajes, giro, puente, giro, conclusión.

    Claro, como toda película venezolana hay cerro, drogas y malandros (faltaron las putas) y me gustaría un día ver una película venezolana en que ese no fuese el foco, pero al menos esta vez el punto era otro. Me hubiese ladillado mucho que al final el chico quedara con la chica y todos salían del cerro y jugaban futbol profesional (como si eso diera real acá) y colorín colorado. Al final, todos se joden y en el mejor de los casos, el que termina «saliendo» no es necesariamente el que se lo merece.

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