CSI Caracas

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Hace unos dos meses falleció en la ciudad de Caracas un emérito comisario jubilado de la P.T.J.. Como quiera que el ilustre sabueso no dejo descendencia decidió donar buena parte de sus bienes al cuerpo de investigación criminal que tanto había amado, para lo cual dispuso que el comisario Zambrano organizara un evento internacional en su memoria con la participación exclusiva del legendario investigador del CSI Miami Horatio Caine.
El conocido albacea cumplió los últimos deseos de su insigne maestro y rápidamente contactó al famoso policía que gustosamente se trasladó a nuestro país a rendir homenaje a su antiguo condiscípulo.
En plena presentación de la conferencia repicó el teléfono celular del comisario Zambrano. Un crimen horrendo acababa de ocurrir y requerían su presencia en la escena del crimen. Al comunicarle la situación a Horatio Caine este comunico en perfecto spanglish:
-No haber nada mejor que la práctica para explicar un crimen. Vayamos a la escena para actuar in situ. Traigan la Hummer.
Al comisario Zambrano le dio mucha vergüenza tener que responderle:
-Caramba Horatio, Dios quiera y al menos tuviéramos una patrulla para trasladarnos. Lo que tenemos son cinco mototaxis en la esquina de la plaza que nos pueden llevar. Así que…agarrate duro.
Las motos enfilaron raudas por la autopista y en veinte minutos estaban en la entrada del barrio Sal si puedes. Horatio llegó algo despeinado y bronceado, pero como no habían cámaras de televisión no se enrollo la vida. Al entrar en la vivienda donde yacía el cadáver de una joven mujer todos se estremecieron por el mal estado del inmueble. Horatio miró lentamente para todos lados y dijo:
-Revisen a ver si falta algo.
El comisario Zambrano miró directamente a la nevera de la humilde casa y dijo:
-Sin revisarla te puedo asegurar que falta el queso, la leche, el jamón, la carne, los huevos las verduras y las frutas.
Cuando abrieron la nevera pudieron constatar que efectivamente se parecía a la represa del Gurí; pura luz y agua.
Horatio bajó la cara hasta tocar el pecho con la barbilla y se acercó al cadáver. Tocó el cabello de la mujer y dijo:
-Este cabello está de cuatro colores. Averigüen por qué.
-“Horatio, aquí en Venezuela hay escases de tintes para el cabello. La pobrecita no pudo unificar el color con un solo tinte”. Respondió el comisario venezolano.
-“Revisen que es la sustancia blanca que tiene en el cuero cabelludo, envíen una muestra al laboratorio” ordeno el mayamero.
-Eso es caspa Horatio. Aquí hace tieeeeempo que desapareció el champú anticaspa. La finada se lavaba el cabello con jabón de pasta.
Horatio empezó a sorprenderse de la sagacidad de los policías venezolanos, y entonces ordenó:
-Hay varias capaz de esmalte de uñas en cada dedo. Averigüen por qué.
-La acetona tampoco se consigue Horatio. Aquí se pintan las uñas sin remover el esmalte viejo.
La estrella internacional no quiso seguir investigando el cadáver y siguió revisando la casa.
-Hay un polvo blanco en el botiquín del baño. Revisen a ver si es cocaína.
El comisario Zambrano probó el extraño polvo y explico:
-Eso es bicarbonato de soda Horatio. Como aquí ya no se consigue desodorante algunos se aplican bicarbonato de soda con limón en las axilas para evitar los malos olores.
Muy a su pesar el connotado policía miró debajo en la cama y dijo:
-Ahí hay varios paquetes de pañales. Averigüen si aquí había un bebé y si lo secuestraron.
-Bachaqueo Horatio, Eso se llama bachaqueo. La finada revendía pañales.
Al mirar una caja al lado de la cama que hacía las veces de mesa de noche observó un vaso que tenía infinidad de huellas dactilares. Fue entonces cuando le ordenó al comisario Zambrano:
-Levanten todas estas huellas. Alguna pude ser del asesino.
-Caramba Horatio, la verdad es que no tenemos ni teipe transparente para tomar esa huellas, pero tranquilo, espérame aquí que yo ahorita mismo salgo y compro un rollo de teipe.
El comisario salió apurado y le dijo a un inspector que entretuviera al invitado hablándole de caballos de carrera.
A los veinte minutos regresó el comisario Zambrano empujando a un hombre esposado.
-Aquí está el asesino Horatio. Ya lo descubrí y lo capturé.
El rubio investigador no podía creer lo que estaba escuchando y pregunto cómo había hecho para resolver el caso tan rápido.
-Te explico Horatio. Cinco cuadras más abajo hay un Mercal, y la cola llega hasta la esquina. Le pregunté a la gente que está en la cola si no habían visto a alguien sospechoso por aquí y me dijeron que hace rato vieron pasar a un tipo raro que les pareció sospechoso porque iba con seis bolsas de mercado cuando todo el mundo por aquí anda con una o dos y de paso llevaba pollo, queso, leche, jamón, carne, huevos verduras y frutas. Me lo describieron y uno hasta le tomó una foto con el celular. Seguí bajando y lo encontré revendiendo los productos al comienzo de la cola.
Horatio quedó anonadado y avergonzado al ver la eficiencia de la policía venezolana para resolver un crimen tan extraño, y no le quedó más que felicitar al comisario Zambrano.
-Te felicito por tu estupendo trabajo. Cuando quieras emigrar te daré trabajo en Miami Dade si te haces una cirugía plástica. Llama a la patrulla para trasladar al detenido y llevar todas las pruebas de interés criminalístico al laboratorio.
Más que alegrarse por la felicitación y el elogio, el comisario Zambrano se molestó profundamente y dijo:
-No me jodas Horatio. A confesión de parte relevo de prueba y ya esta rata confesó su crimen. Llévate a tu preso para la comisaria que yo me llevo el mercado para mi casa.

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