Mi vida a través de las putas (VI)

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– «Recuéstate de lado, en posición fetal»

– «Relájate, quizás sientas dolor, orgasmos o ganas de defecar»

Luego introdujo su dedo cubierto con látex y muy bien lubricado. No me dolió.

– «Estás bien, la próstata normal para alguien de tu edad.»

Se llama Andrea, es mi uróloga y está buenísima.

Después de los tours anales con Trianny, la negrita desapareció.

Me fui a 360, me atendí con Stephanie, una flaca riquísima, me atendí hace un año con ella, mamada y anal, es una profesional, pero no me había vuelto a atender hasta ahora.

No tenemos buen feeling, y aunque es flaca y deliro por las flacas, tiene tetas y nalgas extra-operadas que la hacen ver un poco grotesca a lo Yuyito.

Entramos… me dió un masaje espectacular, sabe masajes de verdad, no como otras que solo te dan una sobadita en la espalda con crema para medio relajarte, ella sabe lo que hace, masajea tu espalda con las manos, codos y hasta se te monta con las rodillas encima. Es fantástica, además es muy agradable sentir sus partes intimas mientras te masajea.

Luego boca arriba la cosa cambia, te pasa los dos balones de futbol encima de tu cuerpo, te chupa el nie, las pelotas y te estimula con sus manos… luego pregunta

– «¿Cómo lo quieres papi?»

– «Oral sin condón, llegando en tu boquita»

Oral si, llegar en su boca no, «estoy mal de la garganta» me dijo…

Pagué, me fuí, a la semana regresé.

Masaje, balones, nie, chupada de pelotas.

– «¿Cómo lo quieres?»

– «Igual, oral sin condón, en tu boquita, si se puede…»

En la mamada destaca su profesionalismo, es de las mejores, no hay duda…

De pronto comenzo a estimularme el nie con las manos, subí un poco las piernas, me estimuló el ano.

(Ay papá, bien bello, pato bordeando la laguna, esta no es la uróloga, cazador casado, después de viejo maricón, upa cachete, rodaste papito)

Mi lenguaje corporal era muy claro: piernas en M, cadera alzada, tomó un condón, se lo puso en el dedo, lo escupió y lo introdujo estimulándome un poco mas profundo.

Fue una sensación extraña, dolorosa, desagradable, pero al mismo tiempo placentera

(Y rodó papa, out en la goma, huele a melón, después de viejo un resbalón)

En este punto la estimulación anal era frenética y mas o menos profunda, me sorprendí a mi mismo experimentando esta sodomización sin dolor.

(Mariquito te dije ya, fue a coger y salió cogido, el putañero ensartado)

Mientras hacía todo esto no dejaba de hacer la excelente felación que ella sabe hacer, sin embargo la doble sensación se me hizo extraña, no me dejo disfrutar del todo de la mamada, y eso que lo hizo hasta el final y se tragó lo que había.

(«y que dirán de mi», «diran que eres gaaaay», «lo tendré que asumir», «verás como si», «no te apures mi rey», «y por otro lado», «por el lado de atrás», «no puede estar tan mal», «esteresexu, estereosexu, estereosexuuuuuaaaaal»)

Terminé mudo, un poco en shock, casi siempre se me ocurre algo que decir después de un polvo, esta vez no dije ni pio.

Me limpió el pene, el ano, botó el condón, me preocupaba haber dejado algo de excremento por allí, tomé un poco de papel tualé que estaba colgado en la pared de al lado de la cama (como si fuera un baño, tenían colgado un porta-papel-tualé en la habitación), me limpié y no vi restos de nada.

Recordé un año antes, cuando hicimos el anal, cuando terminé me tomó del pene con el condón puesto, todavía dentro de ella, me dijo que lo sacara mientras ella sujetaba el condón dejándolo dentro de su ano, luego tomó el papel y se sacó el condón como quién se limpia el culo, una profesional, ya lo dije.

– «¿Te vas a bañar?», preguntó finalmente

Caminamos al baño en silencio, me abrió la regadera

– «Allí esta caliente, papi.»

– «Gracias»

Fue lo único que logre decir

Pensaba en mi uróloga, pensaba en mi fijación anal con Trianny…

Una de las últimas veces con Trianny le preguntaba si ella podía llegar por el ano, me dijo

– «¡Claro que sí!, si no me diera placer no lo haría»

– «He tenido amigas que también alcanzan el orgasmo por el anal»

– «¡Y el hombre también!», me dijo, «ese es su punto G»

La verdad no me dieron ganas de defecar, ni mucho menos orgasmos, lo cierto es que el orgasmo natural del pene ni lo sentí…

Fue raro.

(¡Raro eres tu muchacho pato!)

¿O será simple inhibición machista-vernácula?

Quien sabe.

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