Kronicas de Khirkhen. Relato Post Apocalíptico I.

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Relato Post Apocalíptico I.

 EN UNA CARACAS POST-APOCALÍPTICA

 Caracas Año VI DEE (Después del Estallido Estudiantil)

09:30 PM

El olor a caucho quemado y bombas lacrimógenas era prácticamente imperceptible para las pocas narices que quedaban, bien adiestradas para ellas era como respirar el aire contaminado de cualquier gran ciudad.

Desde el horizonte se podía distinguir el esqueleto de metal y cemento de lo que otrora fue conocido como Parque Central. Las lucecitas que se veían a lo lejos por las ventanas, le daban la apariencia de un “nacimiento” navideño.

La oscuridad envolvía las calles, los callejones, los paseos, las avenidas, los centros comerciales. Solamente interrumpida por las intermitentes el fuego de algún edificio en llamas (de los pocos que quedaban).

Los zamuros descansaban totalmente saciados, eran buenos tiempos para ellos. Ya no hacía falta recorrer el Guaire en búsqueda de algo que comer, ya no hacía falta luchar con todas sus fuerzas contra sus congéneres por un trozo de carroña, hoy el alimento rebosaba las calles de Caracas.

Una voz que salía de una vieja radio subvertía el sepulcral silencio que reinaba en las calles: “Ush jueputas vengan a buscarnos si tienen guaramo aquí al paramo, Paramo Libre, no joda”

«Coño de su madre con los gochos, bichos pa duros…» Dijo uno de los hombres que estaban reunido en torno a un fuego. Sus motos aparcadas en círculo daban la impresión de un pequeño fortín, sus armar colocadas con  milimétrica simetría, delataban su entrenamiento castrista. Sus pañuelos Negros y Rojos adornaban sus cabezas y cuellos.

El que a todas luces era su líder levanto entre sus manos una botella de Pampero Aniversario, con la liturgia de un cardenal, aquello era un verdadero tesoro en esos tiempos turbulentos.

«Hoy hemos acabado con la última candelita fascista», dijo con orgullo. Dejo caer parte del sagrado elixir al suelo, mientras que todos sus hombres guardan silencio en señal de respeto. Alzando su mirada al cielo dijo:

“Va por usted comandante eterno, hoy por fin hemos vencido”… Hizo una breve pausa para observar las cenizas de su querido barrio.

“No tenemos patria, pero tenemos…”

Todos sus hombres respondieron al unísono al lema de su absurda y sangrienta lucha.

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