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Fat, Sick and Nearly Dead : Dieta Alarmista a base de Jugo Amarillista


La antítesis documental de “Super Size Me”, aunque es igual desde la forma hasta el fondo moralista.
En su película, Morgan Spurlock decidía someterse a un régimen dietético durante 30 días. A lo largo del mes solo comería en McDonalds, para demostrar el efecto dañino sobre el organismo de la comida rápida.
A partir de ahí, el film imponía una lectura binaria y maniquea, alrededor del caso. El resultado era la enfermedad, la obesidad y la perdida de salud por parte del protagonista, quien acaparaba la pantalla con sus trucos y salidas de humor populista a la usanza de Michael Moore.
La realidad fungía de vitrina para el ejercicio de la manipulación audiovisual, según el enfoque de una visión ingenua y determinista.
Ciertamente, es válido cuestionar la hegemonía alimentaria de la cadena de las emes doradas.
Sin embargo, carece de sentido hacerlo por medio de un trabajo de corte taquillero, destinado a convertirse en una franquicia para su creador. De allí nace una serie de televisión.
En paralelo y a la inversa de su antecesor, Joe Cross emprende la aventura personal de ayunar por 60 jornadas, apenas ingiriendo vasos de jugos de frutas y vegetales como desayuno, almuerzo y cena.
Entonces no engorda sino adelgaza de manera milagrosa, casi como en un “informercial” del pirata de Jorge Hane para el producto, Reduce Fat-Fast.
De hecho, el gurú se busca a un conejillo de indias o un voluntario pasado de kilos, para someterse al experimento. De forma harto predecible, el hombre consigue recuperar sus tallas de antes y devenir en un ejemplo para la sociedad, reforzando la falsa asociación entre cuerpo y mente sana, cuando muchas veces sucede al contrario.
Verbigracia, el testimonio de cientos y miles de niñas anoréxicas y de jóvenes bulímicos condenados a llevar la cruz de una vida miserable, solo con el objetivo de adaptarse a los patrones estéticos y genéticos de la época, bajo la sombra de los paradigmas de la eugenesia.
Mutatis mutandis, la publicidad y el espectáculo contribuyen a sembrar y a esparcir la promesa incumplida del éxito asegurado, siempre a la mano de una existencia conducida con recato, reserva y prudencia.
Así, nos hemos vuelto una civilización confundida e intolerante con la alteridad, con la otredad encarnada por las personas gruesas y rollizas.
Producto en masa del diseño de un rebaño dócil, uniforme, esterilizado y deslumbrado por el paraíso artificial de la conquista de la fama y el reconocimiento, a costa de la imagen perfecta.
En consecuencia, regresamos a la concepción greco latina del entendimiento de la diversidad humana , al calor de las terapias de la superación de la adversidad.
Satanizamos a los herederos de Dionisio y Baco, felices de consumar una existencia llena de excesos y abusos hedonistas.
Bendecimos la corrección política de los sucesores de Apolo, sacrificados por exhibir sus estampas de Miss y Mister Venezuela. Toda una calumnia, una trampa. “Fat, Sick and Nearly Dead” le brinda legitimidad con la alegría posmoderna del animador de un programa de concursos, de un circo demagógico para los fanáticos del pan de piquito.
Olvídese de la experimentación con la cámara y los aditivos de la puesta en escena. El rodaje es tan básico como el mensaje aleccionador, subrayado con la subestimación de una locución conductista.
Echo en falta una óptica perversa ajena al programa del narrador. A propósito, recuerdo las demoledoras reflexiones de Jean Baudrillard y Estrella De Diego, cuyas lecturas demuestran el engaño del culto al físico y la debilidad intelectual de la filosofía frugal.
Según ellos, nada garantiza la estabilidad del amor propio y la subida de la autoestima.
Al respecto, valoran y comprenden el derecho a resistir o a defender los principios de la flojera, el sedentarismo, la inactividad y el afecto por la cocina.
En cambio, “Fat, Sick and Nearly Dead” considera a la gula un pecado capital, cual remake de “Seven”.
Ello niega la posibilidad de reencontrar el equilibrio más allá de los prejuicios extremistas.
Me gusta pensar en varias alternativas.
El profesor Alberto Soria es un caballero rellenito, como Nelson Garrido, y ambos son célebres, estimados y respetados por el país.
Los libros del grueso Zizek se venden como hielo en temporada de verano. El moderador de “Man versus Food” combina el placer por las proporciones inmensas con el ejercicio y la buena vibra.
También hay flacos y deportistas realizados.
En mi documental utópico, hay lugar para todos. Por desgracia, el planeta tierra se sintoniza con la poética de la discriminación banal y mainstream de “Fat, Sick and Nearly Dead”.
De ahí la moda caraqueña de correr e inscribirse en caminatas de 5K, participar en sesiones de baile al aire libre y asumir una dogmática devoción por lo ligero, lo descafeinado, lo vegetariano, lo orgánico.
El esnobismo light en boga.
Prefiero la consistencia ante la levedad del cine con fecha de caducidad y recetas empaquetadas, de usar y tirar.
Imagínense el absurdo de aplicar en África, el método de “Gordo, Enfermo y Casi Muerto”.
Acabarían por extinguir a la población.
Allá requieren de verdaderos nutrientes.

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