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El hombre nuevo es lo más viejo del mundo

Los guardias nacionales que estaban cuando Leiqui Uriana, cineasta y quien se disponía a abordar un vuelo con destino a Madrid para asistir al Festival Internacional de Cine Invisible de Bilbao, les pareció sospechoso que una indígena, a pesar de tener todo en regla, fuese a abordar un vuelo internacional. La detuvieron. Interrogatorios. Prohibido comunicarse con nadie. Después, los hechos cobran características de ficción:

“Luego de haber sido sometida a los rayos X, le fue indicado por uno de los funcionarios que debía hacerse una placa en una clínica privada y que ella debía pagarlos “la placa hay que hacerla en una clínica y tienes que pagarla, porque la guardia nacional no tiene los equipos médicos ni los recursos para hacer ese tipo de exámenes”. Lo cual Uriana no acepta en un primer momento porque no tenía dinero destinado para tales efectos. En un segundo momento, le es indicado que debe practicarse un enema, el cual debe pagar (100 bolívares) y que no puede ponerse ella misma sino que ha de ser colocado por una tercera, no identificada como miembro de la Guardia Nacional, sino como una trabajadora de limpieza del aeropuerto y que cumpliría el rol de testiga. “Yo les digo que no tengo plata. Y ellos no me dicen nada, me dejan allí sentada en la oficina y todo soldado que entraba me preguntaba cosas y se iba.

Hasta que finalmente como 7pm me dicen que me deben aplicar un enema para sacar el cuerpo extraño que tengo en mi estomago, sino no me podrán dejar ir. Ya de quererme ir y de no responder más las mismas cosas, accedí al enema y me asignaron una custodia femenina de apellido Flores con ella fui al baño y delante de ella y de una testigo, una mujer que limpia los baños me hicieron defecar dentro de una bolsa en un pote. Pero no bastó una vez, me hicieron esperar y volver a defecar otra vez. Ya a las 8 pm, el avión se va la soldado dice “sin novedad” y me saca del baño corriendo a firmar un documento en blanco en un libro de actas, ella me decía: “apúrate, ¿no te quieres ir?”, y me custodió hasta subirme en el avión”

Esto es un extracto del “Manifiesto de solidaridad con Leiqui Uriana” publicado en aporrea por El Colectivo Creador de la Muestra de Cine Indígena de Venezuela. Ellos dicen allí que “Uriana fue víctima de los procedimientos que se vienen implementando en el mundo en el marco de la supuesta lucha antiterrorista.”

Pero yo creo que se equivocan. Como bien dice Sergio M. en su nota, el aeropuerto internacional Simón Bolívar, el más grande e importante de Venezuela, se ha convertido en un asqueroso hueco de corrupción, de donde salen y entran corruptos, narcotraficantes y terroristas custodiados por esa misma guardia nacional que humilló a Leiqui. De la rampa cuatro han salido millones de dólares robados del estado venezolano en maletas. También es un sitio emblemático del terrorismo de estado practicado por el chavismo para intimidar a voces disidentes, tanto nacionales como extranjeros.

¿Lucha antiterrorista? Eh… No. Puro y simple matraqueo. Si se enamoran de ti o de tu maleta, llevas, es una lotería, tú verás qué haces. El funcionario público que busca cómo joder a los usuarios del aeropuerto abunda por esos lados. Y la inseguridad en las afueras del aeropuerto es aún peor. Me da vergüenza como venezolana que el Simón Bolívar sea uno de los aeropuertos más corruptos, inseguros, ineficientes y patéticos del mundo.

En lo que no se equivocan los amigos del colectivo es cuando dicen: “La selección suele –como en este caso fue- visar a personas de acuerdo con su pertenencia étnica y condiciones socioeconómicas y a las presunciones injustas que en virtud de estas se construyen.”

Exactamente, proceden en base a la apariencia y no guiados por tecnicismo ni alertas de seguridad concretas, y es así, porque Leiqui Uriana no tenía droga. Estos guardias tienen perjuicios, son clasistas y racistas. Y no sólo ellos, muchos en nuestra sociedad (demasiados) lo son. Las sociedades y los perjuicios, vaya cosa más antigua que el mundo.

Sin embargo, algunos seguidores de este proceso, que algunos llaman revolución, no se dan cuenta de las enormes contradicciones entre lo que el chavismo dice y lo que el chavismo es. El discurso de Chávez y sus voceros no tiene correspondencia con la realidad.

Los “valores socialistas” no han sido inculcados en nadie y el hombre nuevo no existe.

Por eso trataron a Leiqui como la trataron, por eso extorsionan, roban y violan los derechos humanos más elementales.

Si algo ha crecido en las nuevas generaciones es la corrupción y la certeza de vivir en un lugar podrido.

Por eso se utiliza a las tribus indígenas para fines propagandísticos, pero no se hace gran cosa para mejorar sus condiciones.

No existe revolución agraria ni justicia para el campesino porque al expropiar fincas haces que nadie quiera invertir en el campo, y se hace por una razón bien simple: el gran negocio del chavismo son las importaciones. Se le pide un monto a CADIVI para pagar toneladas de leche, buscas en el mercado internacional algunas que estén a punto de caducar, pagas la mitad de lo que pediste a CADAVI, te embolsillas la otra mitad ¡en dólares!

Por eso tenemos la segunda inflación más alta del planeta.

Por eso las toneladas de comida podrida. Por eso un control de cambio que va para nueve años (Chino Recadi extended).

Por eso el petróleo no es de todo.

PDVSA no es de todos, porque va a vender acciones de la empresa en la bolsa de valores de Hong Kong privatizando parte de la misma. Contradiciendo la máxima chavista de “no entregar a Venezuela a las potencias extranjeras”.

Por eso el estado en facebook de Héctor Torres ayer es una perla:

«El gobierno nacional, amigo de misóginos como Ahmadineyad, y dado a chistecitos sexistas como el show de «Condolencia» o a maltratos públicos como el dado a la periodista Andreina Flores, felicita a las mujeres en su día.»

Porque en la dictadura de Irán se le lanzan piedras a mujeres hasta matarlas, y tú eres hermano de este dictador.

El hombre nuevo, con “valores socialistas” no mataría por un blackberry, no secuestraría por dinero, no extorsionaría ni cobrara comisión por hacer su trabajo. No discriminaría, ni maltrataría, ni humillaría a su prójimo.

Por eso a mí me da mucha pena con El Colectivo Creador de la Muestra de Cine Indígena de Venezuela porque ellos exigen “sean redoblados los esfuerzos para la construcción de una sociedad pluricultural y multiétnica donde los derechos individuales y colectivos de todos y de todas sean respetados.”

Es demasiado ingenuo pensar que eso sea una posibilidad en la era Chávez. Lo que une sólidamente a quienes ostentan el poder en Venezuela, los socios adentro y afuera, y a todo aquel que se dedique a la corrupción en este país es puro y duro amor por el dinero. Aquí, en esta revolución, todo lo mueve la plata.

La justicia, la igualdad, la solidaridad y el amor son parte de un discurso que se hace aguas una vez se pone pie en la calle. En un eterno presente, son promesas que se repiten mecánicamente. Pura utilería para montar una gran escenografía.

Por eso Rosinés me está empezando a parecer genial. Ella es nuestro Charlie Sheen. Rosinés, tal vez intencionalmente, nos muestra a través de sus fotos en Twitter la inmensa hipocresía del chavismo y su rotundo fracaso.

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