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Destino Final 5: Obra Maestra del Surrealismo Gore en 3D


Vamos a decirlo rápido y sin anestesia. La gran película 3D del año, al menos estrenada en Venezuela, se llama “Destino Final 5”. Fuera del país, tampoco hay lugar para la discusión. El título ganador recibe el nombre de “Pina” y san se acabo. Pero incluso la quinta parte de la franquicia sobre la muerte, le pisa los talones al ejercicio de estilo del autor alemán, Win Wenders. Con todo respeto por él y su obra documental, prefiero la cinta de terror.

Para los espectadores acomplejados, será un “placer culposo”, si le llegan a dar el beneficio de la duda. Si usted es como yo, fanático de los géneros perversos de mirada insurgente, los invito a disfrutarla en una sala estereoscópica, donde de hecho la descubrimos el pasado lunes popular, después de asistir de mala gana y con escepticismo.

No en balde, las tres anteriores de la saga fueron un completo desperdicio. La primera quedaba entonces como la única rescatable de la serie. Hasta ahora, cuando en el 2011 se proyecta una enorme secuela digna de interés.

¿Cuáles son sus principales atributos? A continuación, los describiremos a modo de top five( en una efectiva metodología aprendida del colega, Daniel Pratt).

Primero, la secuencia de obertura, de créditos, resulta fulminante, hermosa, grotesca y deslumbrante. Diversos objetos impactan contra láminas de vidrio( electrodomésticos, troncos, cuchillos, etcétera), mientras el público recibe el coletazo virtual en una intimidante agresión de su espacio-tiempo. Al respecto, es idéntica a la introducción de “The Ward”, de John Carpenter. Solo cambia el formato y la pegada.

Desde ahí, el film apuesta por una brutal revisión del legado de los pioneros primitivos, del espectáculo de barraca de feria, del pánico expresionista, del cine de explotación, del “grindhouse” y de la “snuff movie”. Así emprendemos un viaje de ida y vuelta, de ascenso y descenso, de alumbramiento y extinción, por los orígenes y crepúsculos de la historia oculta del séptimo arte. Es el renacimiento audiovisual de la porno tortura, del gore puro y duro.

Segundo, la carga de hiperviolencia neobarroca, secunda una irónica reflexión metalinguística, alrededor de las convenciones, clichés y estereotipos del terror contemporáneo. El brillante realizador aprovecha todos los medios a disposición de su encargo, de forma creativa e inteligente, para ajustar cuentas con su generación de relevo, asolada por la crisis individual y colectiva.

A cada uno lo presenta como una caricatura de trazo grueso y raíz autoconsciente, cuyo arquetipo define una conducta general por machacar y reprender. A veces, de hecho, existe la amenaza y la tentación de caer en un burdo juego de fusilamiento moral de jóvenes pecadores del tercer milenio, bajo la sombra de “Jigsaw”.

Aun así, el largometraje sabe conservar su tono de sátira, gracias al distanciamiento de un humor negro, políticamente incorrecto. No hay salvación para ninguna raza, en la crítica del guión al mito del “melting pot”. Tampoco se hacen concesiones con las alcabalas móviles de Hollywood. Es decir, cero redención social, “happy ending” o desenlace tranquilizador. “Destino Final 5” tiene el privilegio, dentro de su esquema industrial, de poder culminar en la proyección de una distopía nihilista, al margen del “sueño americano”. Es el “Apocalipsis Now” de los descendientes de “El Árbol de la vida” de la escuela “Twillingth”.

Tercero y en efecto, los integrantes del reparto no esconden su filiación estética y ética con los personajes emblemáticos de su época, de su contexto. Por consiguiente, los chicos bellos y apolíneos del relato posmoderno, sufrirán la terapia de choque de aprender a asumir su condición de simples y vulgares mortales.

El objetivo velado de “Destino Final 5” radica en tumbarles la autoestima, a uno y otro lado de la pantalla, a diferencia de la mayoría de los bodrios de la temporada, consagrados y diseñados en laboratorio para complacer y glorificar la soberbia del adolescente promedio.

En tal sentido, los protagonistas lucen vulnerables e inermes ante sus propios fantasmas de la destrucción mutua asegurada. Trabajan en una fábrica absurda, asisten a un retiro incoherente y son conducidos al matadero por un jefe horrible.

El ambiente de su corporación semeja un remedo pesadillesco y lynchesco de “Office Space”. Para rematar, el príncipe de las tinieblas de “Candyman”, un estupendo Tony Todd, acaba por asentarse como el necesario e indispensable verdugo de la trama por episodios. Es una especie de desmesurado clon afroamericano de “Fredy Krueger”, como diría Gonzalo Jiménez, empeñado en cebarse y gastarle bromas pesadas a los niños mimados de la partida.

Cuarto, la cantidad de citas, referencias y guiños, aportan a la historia y deleitan el paladar del receptor curtido en mil batallas. Las secuencias de suspenso derrochan perfección y cuidado por los mínimos detalles. Encima, despliegan un arco dramático próximo a la planificación demencial de los segmentos surrealistas de Brian De Palma, a la cadencia de grúas, ríeles y ángulos oblicuos de un alumno aventajado de Hitchcock.

La audiencia experimenta un clímax cercano al éxtasis a lo largo y ancho de los fragmentos de infarto del metraje. Mención especial para la memorable composición de montaje de la escabechina premonitoria en el puente.

Las demás defunciones rozan el paroxismo de un parque temático de lo macabro, fundado por Buñuel y Rob Zombie. Teatro del pánico para rendir tributo al corte de un ojo, en la tradición de “El Perro Andaluz”, aunque a la usanza de la ciencia ficción. Aquí un rayo laser secciona la cornea de una fotocopia de Megan Fox.

Quinto, la película jamás se toma demasiado en serio, cumple con lo prometido y supera las expectativas de la audiencia hastiada del gato por liebre del negocio de las gafas negras.

“Destino Final 5” asusta de verdad, despierta las neuronas y activa el pensamiento crítico de cara al contenido del libreto. La pieza dispara y reparte chistes a diestra y siniestra, celebrados al unísono por la concurrencia. Apreciamos las potencialidades de la profundidad de campo y de la salida al frente de los efectos especiales. Por último cerramos con un bonus track. El resumen de las mejores muertes de la saga, durante la evolución de los créditos finales.

¿Defectos? Los de siempre, achacables al entorno y justificables por la entronización de las parodias y ofertas derivadas en el mercado. Regresamos al círculo vicioso y al problema del eterno retorno de una fórmula de éxito, condenada al agotamiento. Ahí reside el posible talón de Aquiles a futuro de la serie. Rebasar el listón de la versión “3D” , parece imposible. “Destino Final” merece morir en la quinta parte. Por desgracia, arribarán las replicas de escasa categoría. Los financistas reclaman ganancias y dividendos por la especulación con el dólar del morbo y el vouyerismo sensacionalista. Por fortuna, nos quedará el grato recuerdo de la quinta.

Una de las sorpresas del año.

Prepárense para los porrazos inesperados. Mis favoritos: el de la gimnasta y el del bar.

No apta para estómagos sensibles.

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