Capítulo 16: en la pequeña Venezzia
Lee la primera parte aquí
Finalmente, comienza nuestro ascenso por la escalera de los triunfadores. Pienso en Gastón Bachelard y en su famoso ensayo “La Poética del Espacio”, hermoso libro, mejor escrito.
Bachelard me enseñó muchas cosas. A distinguir la relación del arriba con el abajo, a descifrar los intricados códigos sociales de la trama urbana, y en general, a leer los signos arquitectónicos del poder. Gracias a él, soy inmune a la manipulación conductista de mis sentidos por medio del embrujo del decorado.
Por tanto, la imagen del Teresa ni me sobrecoge, ni me entusiasma, desde las alturas. Apenas si me mueve a la reflexión pasajera, a diferencia de quienes lo defienden como un majestuoso patrimonio de la nación, más allá del bien y del mal.
En lo personal, puedo compartir la idea de abogar por su justa preservación, frente a los embates de la revolución de la Cultura. Sin embargo, el lugar me horroriza. No de ahora, de siempre.
Por eso, me identifiqué en su momento con el rotundo desmontaje de Luis Britto García a la edificación copeyana de Tomás Lugo, otro infiltrado de la cuarta en la quinta.
De hecho, Tomás es el responsable de diseñar el nuevo Centro de Acción Social por la Música, concebido por su majestad divina, Hugo Rey, para coronar la obra maestra del adeco José Antonio Abreu, antecesor de Farruco Sesto en el CONAC y miniministro plenipotenciaro de CAP. De Maquiavelo a Maquiavelo. De Fausto a Fausto. De Doctor Diablo a Doctor Diablo.
Luego hablaré del célebre ensayo de Luis Britto García, cuando nos toque marcar distancia con su legado, a propósito del estreno de su guión zamorano adaptado por Román.
Por lo pronto, suelto mi comentario a vuelo de pájaro, entre el Doctor y la señora de protocolo. Los tres nos elevamos hacia el firmamento de espaldas al monumento y de cara a la prole marginada.
Es un instante de soledad compartida y de melancolía por el evidente fracaso de las ilusiones perdidas. Las escaleras mecánicas nos conducen a un destino incierto, pretendidamente mejor.
Elevarse es así: un sueño de redención metafísica, como si fuésemos llevados al paraíso antiséptico de Hollywood de la mano de Morgan Freeman, tras haberlo secundado en el infierno de “Seven”, al nivel de una mezanina sitiada y acordonada por milicos. De «El Inframundo» al «Reino de los Cielos».
Pero la realidad es muy diferente a la ficción de la meca. En efecto, si acaso subiremos de peldaño en la escala y en la pirámide de nuestro Apocalypto Maya, donde los sacerdotes del gobierno cortan las cabezas de sus mártires en ofrenda a los dioses y semidioses del calendario electoral del PSUV. Si mal no calculo, el “2012” será la fecha de su cataclismo, según la predicción de Roland Emerich.
Enseguida, le busco conversa al Doctor, para romper el hielo…
Yo: ¿está bonita la escalerita, no?
Doctor: sí, muy bonica.
Yo: fíjese como se mueve, Doctor. Parece una batidora.
Doctor: una licuadora, una bailarina de Bimbolandia.
Yo: además es altísima, Doctor. Si alguien se resbala, se mata.
Doctor:esa fue la idea del arquitecto constructor.
Yo: muy considerado de su parte. Ya me empezó a dar vértigo y todo.
Doctor: sí, yo también estoy con un nudo en la garganta.
Yo: mejor dejemos de decir pistoladas y concentrémonos en nuestra tarea.
Al alcanzar la cúspide de la cima, decidimos romper filas para descansar y echar un vistazo. El Doctor se dirige al baño con la señora, y yo me quedo en la platabanda, suspendido en el aire y en el tiempo. Un grupo de lisiados y de niños con síndrome de down pasan delante de mí con franelas de color rojo rojito. Los veo con tristeza porque los utilizan y los explotan contra su voluntad. Me parten el alma y me arrancan una lágrima.
Ahora estoy llorando solo como un pendejo y nadie me entiende. Nadie va a ser capaz de entender mi dolor. Por eso agacho la cabeza y reprimo el llanto.Tengo el corazón hecho leña y la autoestima quebrada. Venezuela te pega duro, te revienta en cada esquina. No es un país para débiles. Es un país para gente insensible de cuero seco, de piel gruesa de culebra. Yo ya hice mi cuerito, pero igual me pegan las cosas.
En el intento por sobrevivir a la deshumanización del entorno, pongo en práctica el cinismo, la chanza, el humor, la informalidad, el ascetismo, la humildad y la cordialidad. A la mayoría le funciona la agresividad como mecanismo de defensa. Compran rifles, camionetas, relojes, celulares y afectos, para sentirse seguros. Yo por mi lado, me conformo con lo mínimo: un libro, un paseo, un beso, una tertulia, una cerveza, una película, aunque sea mala. Yo no quiero cambiar el mundo. Yo nada más quiero vivir tranquilo. Es mi único reclamo, mi única petición, mi único deseo. Ojalá ,algún día, se me conceda.
Por fortuna, me desahogue antes de entrar. De lo contrario, habría metido la pata. De inmediato, agarro fuerza, abandono el noveleo, y paso de la tragedia a la comedia en un tilín, amén del desfile caricaturesco de la productora de “Venezzia”, Delfina Catalá, quien llegó para alegrarme la noche.
Ella es la versión madura y fashion de Eva Golinger. Viste de rojo con una curiosa minifalda y unas extrañas plataformas del mismo color. De lejos, evoca la figura de una muñeca gótica de Tim Burton. El Cuerpo de la Novia al estilo de Alejandra Szeplaki. De cerca, es aún más aterradora por su arrogancia al caminar y por su exagerada forma de llamar la atención. De solo verla, me agoto. No me imagino ser su pareja. Terminaríamos peleados o a golpes, como mínimo. Es demasiado “show off”, para mí gusto. Le fascina alardear y presumir a viva voz. Reafirmarse delante de la gente y venderse en público, al punto de lucir sobreactuada.
Ella es el arquetipo criollo de una generación cuarentona y cincuentona de mujeres supuestamente fuertes y emprendedoras, al estilo chic de “Sex and The City”. Tan lejos de Lina Ron, tan cerca de Titina Penzini y Gabriela Chacón. Frivolidad boliburguesa en sintonía con la gala de la belleza de Osmel Souza.
Curiosamente, el socialismo del siglo XXI les extiende un cheque blanco y una alfombra roja a su decrepito materialismo histérico, disfrazado de causa justa y políticamente correcta.Por fuerza de atracción, dios las cría y el diablo las junta.
No en balde, Delfina Catalá le hizo la producción ejecutiva a Solveig Hoogesteijn para “Santera” y a Fina Torres para “Un Té en la Habana”, siempre a costa de la caja chica del estado. Así cualquiera imprime su nombre con letras de molde en el pequeño diccionario ilustrado del cine nacional. Por eso, ella es aquí un referente en la línea de Debora Schneider. Y por consiguiente, varios caen en la trampa de rendirle pleitesía y hacerle la corte.
Delfina da para un telenovela completa de Dellia Fiallo. Es un personaje digno de un culebrón. Delfina se embarcó con Fina en “Un Té en la Habana”, dentro del esquema de coproducción con el rígido sistema de censura cubano. Olvídense de ponerse comiquitas con el régimen del camarada Fidel. Máximo se puede canalizar descontento a través del recurso de la alegoría. Pero no es el caso. “Un Té en la Habana” es “una comedia romántica ambientada” en el casco histórico del feudo de los barbudos. La odisea para rodarla de cabo a roba, es también de coger palco.
Torres fue a grabarla en video, y cuando regresó a Caracas, descubrió la crónica de una muerte anunciada por la falta de orden en la pea de la producción: el material bruto era impresentable por fallas técnicas en la fotografía. Según las malas lenguas, gran parte del metraje se veía desenfocado y deslucido.
Acto seguido, el “Comando X” del desastre vuelve a tomarse el té en la Habana, bajo el patrocinio condescendiente de la Villa del cine, en una de sus múltiples anomalías de carácter administrativo. Por menos, te abren un juicio en Polonia. En la pequeña Venecia es la practica habitual, o como diría Errol Morris, el procedimiento estándar de operación. Moraleja: si quieres guisar doble, si quieres viajar doble, si quieres filmar dos películas en una, avísale a Delfina y ella te lo resuelve con la Villa. ¿Miento? ¿Invento?¿Exagero la nota? La respuesta a continuación.
Luego del cataclismo de “Un Té en la Habana”, Delfina levantó otro proyecto de la nada con el respaldo de la Villa del Cine, “Venezzia”, en complicidad con Ruddy Rodríguez, Edgar Ramírez y Alberto Arvelo. Tres diligentes embaucadores de la plataforma del cine. Emblemáticos mercenarios del cine nacional, cuya única ideología es el afán de lucro personal, económico y profesional. Por lógica, el país de caramelo los quiere, los sobreestima, los aprecia y los valora, por encima de sus actos dolosos, reñidos con el derecho.
Verbigracia, obtuvieron financiamiento a dedo limpio, como Román, para perpetrar su delito mediático a plena luz del día. No participaron en concurso alguno, en licitación alguna, y lograron gestar su golpe en un reunión de negocios durante el Festival de cine de Margarita, edición 2008.
Ruddy tenía los contactos, Edgar la idea y Delfina la madera para moldear la talla al gusto del Teniente Coronel. Lo demás es historia conocida.
Ruddy es intocable, Ruddy es una protegida del proceso, Ruddy es una viuda negra de armas tomar. El tamaño de sus agallas sobrepasa con creces el diámetro de las branquias de Delfina. Ambas son tiburonas de la comunicación, a su particular modo. Yo las comparo, salvando las distancias, con la Nicole Kidman de “To Die For”, aquella obra maestra acerca de la locura americana por la fama, actualmente extendida, globalizada y democratizada por la maquinaría de Facebook.
Ruddy es recibida en despachos de la nomenclatura, en pasillos de gobernaciones y de Ministerios públicos. Un día llegó a la Alcaldía Metropolitana, de Juan Barreto, a pedir un edificio en comodato para su fundación, mientras al Ateneo lo desalojaban de su sede. Por ahora, puede hacer una película con tan solo mover un dedo, regalar una sonrisa y guiñar un ojo. No se lo conocen méritos reales como actriz, ni como nada en especial, fuera y dentro de Venezuela.
Aun así, la prensa y el status la consienten como una Marilyn del subdesarrollo, en decadencia, a preservar como fuente de la eterna juventud demagógica. Nuestra pequeña Venecia creció con ella en unitarios y en programas de factura dudosa. Su sexualidad populista despertaba y despierta el morbo de una nación machista embelesada por el embrujo de la carne reprimida, el encanto de la piel desnuda y la fascinación por las leyendas originarias de orientación amazónica, desde Maria Lionza hasta el video porno de Roxana Díaz, seguido por sus derivaciones y degradaciones falsas de Chiquinquirá Delgado en adelante. Nos encanta Urbe Bikini, nos domina el volcán erótico de la carne mutilada y empacada por el canal de la colina.
Aunque usted no lo crea, allí radica el cerebro de nuestra dictadura científica, perfectamente modelada por los ingenieros sociales de la eugenesia femenina, donde utilizan a las mujeres como cebo para sacar beneficios políticos y comerciales.
Los ingenieros sociales las esculpen como robots en serie, para instalar su totalitarismo de ciencia ficción.Así «Metrópolis» conoce a los «Doctores Caligari» de Miraflores.
En tal sentido, Ruddy es una pieza fundamental del engranaje de la fábrica chavista de lavar conciencias. Por ello, es la imagen de las campañas del gobierno, es la imagen del nuevo cine nacional, en su proceso de cautivación y asimilación de la clase media.
Como diría Baby Rasta y Gringo:atención, alarma, pendiente, camarón que se duerme, se lo lleva la corriente.
El cine nacional es, de hecho, una enorme industria de captación y domesticación de nuestra clase media ilustrada, de nuestra pequeña burguesía descomprometida, vulnerable, apolítica y desinformada. El barranco de “Venezzia” lo demuestra, junto con el resto de las ofertas de la Villa.
“Venezzia” acumula situaciones inverosímiles en el intento de rescatar un pasado olvidado por la historia nacional:el de nuestros gloriosos combatientes al servicio del amigo americano y en contra del eje del mal en la segunda guerra mundial.
El trazo grueso abunda por doquier, al instante de delinear el perfil estereotipado de los personajes protagónicos, una mujer medio ciega, y un galán medio imposible. El amor a primera vista surge por defecto y por piloto automático, a la sazón de un argumento predecible, redundante, cansino, almibarado,deshilachado, acartonado y desvencijado.
De repente, hay una golpiza en una taberna de alemanes colaboracionistas, y al mero macho de la reyerta se le ve el transistor del micrófono de balita.
De repente, hay una fiesta de carnaval, y todos los extras no dejan de mirar indiscretamente a Ruddy Rodríguez, como si estuviera coleada en una fiesta de tambores en Choroní.
De repente, los diálogos y las escenas carecen de ritmo o provocan una mezcla de malestar con sueño. Los minutos pasan lento, y la paciencia se pierde a la media hora. El libreto no daba para un largo. Pero los eventos y las circunstancias se estiran porque la plata sobra.
De repente, cae el telón y la función culmina con una predica evangelizadora, medio necia, medio ambigua, a favor de la paz y en contra del menoscabo de la memoria.
Paradójicamente, la película contribuye a manipular el pasado en provecho y en usufructo del presente, al convertir a la historia en un sucedáneo de la propaganda militar en boga, en un suplemento dominical sin ningún valor. Tal cual como una soap opera de época incorporada por Ruddy, para un domingo cualquiera.
Nuestra participación en la segunda guerra no fue crucial para conseguir la victoria sobre el fascismo. Bájense de esa nube. No sean hiperbólicos y acomplejados. No quieran hacer de un asunto menor, un capítulo trascendental, inédito y jamás escrito por la academia del pensamiento oficial. Pregúntenle a Pino Iturrieta y verán “cuán importante” fue nuestra participación en la segunda guerra mundial. Sean reales.¿Hasta cuándo con el patriotismo publicitario de cartón piedra?
En suma, “Venezzia” prosigue el camino heroico de “Zamora”, al narrar otra gesta emancipadora de los imperios locales y extranjeros. La única diferencia estriba en su insólito subtexto Hollywodense: el uniformado criollo es el villano, el yanqui es el bueno, y la cieguita es la esperanza blanca de la patria redimida por el soldado extranjero. Vaya etnocentrismo, vaya egocentrismo el de Ruddy, la emperatriz del matriarcado local con ínfulas de Nicole Kidman en la espectacularmente aburrida “Australia”. “Venezzia” es su espejo deforme, ínfimo y bufonesco, cual sainete teatral para montar en el Teresa, cual opereta en la tradición de “Otto, el Pirata”.
En última instancia, la cinta refleja el espíritu contradictorio de su productora ejecutiva, Delfina Catalá, invitada de honor al sarao de Román. Para cerrar con broche de oro, Delfina es la cabeza de Alter Producciones. Revisen su página de internet. Es un poema. Registra su anterior coproducción con Cuba, “La Edad de la Peseta”, y sus frustradas contribuciones para la caja boba: “Cuenta Conmigo” y “En Góndola”. Es muy irónico, la página de Alter delata su relación con RCTV,con el ICAIC y con el CNAC al mismo tiempo. Los comentarios sobran. ¿Alguien dijo “conflicto de intereses”?
Por allá la veo pasar, como una estrella fugaz, con su tumbado de guapa al caminar. Derrocha seguridad al andar y satisfacción por la tarea cumplida. Goza de sus quince minutos de fama y se complace en compartirlos con Román. La noche es de ellos y de Zamora. Larga vida a la plataforma del cine. Larga vida a la Villa del cine.
El Doctor retorna con la señora y levanta los brazos en señal de victoria. Aleluya, la brecha se restringe, el círculo se cierra. No nos para nadie, somos imbatibles, no nos para nadie, somos sensacionales.
En el próximo capítulo, describiré mi ingreso al patio central del Teresa Carreño. Prepárense para afrontar el descenso.
Alerta, pendiente…
http://www.youtube.com/watch?v=hlbDsgnYDLo
Gracias al ex editor por el apoyo en la edición.
Delfina Catalá hizo su fortuna de la manera más chavista posible: explotando a los pobres.
Eran tiempos de cuarta república, cuando todavía era frecuente que productores franceses vinieran a filmar en el país. Alter les hacía el servicio de Producción en el territorio, con un twist de doble facturación. A los franceses Delfina le cobraba en Francos, incluso las tarifas de los técnicos. Ella cambiaban los francos a Bolívares y en bolívares le pagaba a los técnicos una suma significativamente inferior a la que cobraron en francos. Así, si los franceses invertían tres millones de dólares en el país, Delfina se quedaba con un millón, y a los técnicos le daba lo que quería, explotándolos con el cuento de que ella pagaba menos pero siempre tenía trabajo (cosa por demás cierta).
A su lado estaba su marido Christian Castillo, un tipo un poco más decente que había llegado al país escapando de Pinochet. Pero la operación la comandaba Delifna, que era quien hablaba francés. Lo cierto es que Christian Castillo se culeaba a las actrices por detrás de Delfina. Hasta que Delfina lo descubrió y lo dejó en la calle. El pobre se fue de regreso a Chile.
Delfina siempre ha jugado para ella, pague quien pague. Por ello le trabaja a RCTV y a la Villa, con el mismo cariño y el mismo grado de sobrefacturación. Es una chavista en el verdadero sentido del término. Guisando de lado y lado, entre oligarcas y militares, explotando al pueblo mientras continúa la función.
CAntinflas: si lees el texto de SM podrás notar que analiza la gestión de la Catalá, sin caer en el morbo y el cotilleo barato que caes tu al comentar anécdotas sobre su vida que creo, dada la calidad del análisis, son absolutamente banales e innecesarias…
Saludos…
Bueno, gracias a los dos comentar. Sobre el estilo de Cantiflas, me reservo la opinión. Al final, el foro decidirá cuán relevante es su contribución. Por mi lado, celebro la posibilidad de hablar sin mordaza y a calzón quitado sobre la agenda censurada de la plataforma cine.
Muchos saludos.
Se me olvidaba decir algo. El gran problema de la película es que se ve necia, de lejos y de cerca. Es todo.
Excelente artículo Sergio.
Mis felicitaciones por esta entrega.
Saludos.
«Por eso agacho la cabeza y reprimo el llanto.Tengo el corazón hecho leña y la autoestima quebrada. Venezuela te pega duro, te revienta en cada esquina. No es un país para débiles. Es un país para gente insensible de cuero seco, de piel gruesa de culebra. Yo ya hice mi cuerito, pero igual me pegan las cosas»
Muchísimas gracias, Sergio, de verdad. Yo nunca lo logré, quizás por eso decidí terminar con mi participación en esa especie de «Carnival of souls»…
Gracias a las dos por comentar. Muchos saludos.
Seguimos en contacto.
Alerta, pendiente…
Una vez más felicidades por seguir desglosando el bestiario cinematográfico nacional. Al igual que en las grandes historias, son los pequeños detalles y personajes los que dan realismo y verosimilitud.
Saludos.
Al autor: Tenia incompleto el cuento de Un té en la Habana, son cosas que nos permiten no morir imbécil. En cuanto al otro personaje evocado por Cantinflas me parece que su información complementa bien lo escrito en el post y no es tan privado como parece. En realidad el personaje tiene menos escrúpulos que el que la critica. Sientes un poco de pena ajena pero bueno, telenovela es telenovela.
ah como te explico…
esa escena de los minusvalidos y los niñitos me hizo recordar una vieja pelicula de terror donde uno de los juegos tiene boca de payaso, llega un grupo de chicos jodiendo con el mega payaso de la entrada, claro hasta que el payaso se le ponen los ojos rojos saca unos dientes como sierras y se los come de un solo golpe… por que sera vale? bon apettite my friend…
y para el proximo capitulo me imagino como la canción de offspring
falling… i am falling…
saludos muy bueno…
es que lo leo, y aun me cuesta creerlo. ¿esta gente tendra algun limite? la utilizacion de los minusvalidos para servir teloineros a la revolucion bonita, me parece lo mas grotesco posible.
Así es pana, lamentablemente.
Gracias por comentar, Luis.
Pendiente de unas birras para cerrar el año, mi pana.
Un abrazo.
Igual para los demás.
«En el intento por sobrevivir a la deshumanización del entorno, pongo en práctica el cinismo, la chanza, el humor, la informalidad, el ascetismo, la humildad y la cordialidad. A la mayoría le funciona la agresividad como mecanismo de defensa. Compran rifles, camionetas, relojes, celulares y afectos, para sentirse seguros. Yo por mi lado, me conformo con lo mínimo: un libro, un paseo, un beso, una tertulia, una cerveza, una película, aunque sea mala. Yo no quiero cambiar el mundo. Yo nada más quiero vivir tranquilo. Es mi único reclamo, mi única petición, mi único deseo. Ojalá ,algún día, se me conceda.»
Nunca mejor definida nuestra miserable y patética existencia en este país y en especial en Caracas. Y habrá más gente que quiera eso mismo que tú? Suena tan burgués! La maldita pobreza de mente hace creer a muchos que un BlackBerry lo cura todo. Me quedo con mis pastillas…
jajajaja…Ya empezaste, Andreína, con tu boxeo de sombras, a pelear con gigantes donde sólo hay molinos de viento. Vuelve a leer entre líneas. No entendiste nada.Yo no estoy pidiendo que todos piensen lo mismo que yo, compañera. Yo no tengo ideas tan mesiánicas como las de tu presidente. Yo nada más estoy hablando de un pequeño deseo: vivir en paz, vivir tranquilo. ¿Te parece un reclamo burgués en un país donde te matan en cada esquina? ¿Te parece burgués darnos una tregua?Allá tú, mi estimada.
Gracias igual por comentar. Y muchos saludos.
Es lo único que tienes que decir sobre el post?
A lo mejor Andreina tiene un sueño que suena proletario pero no llega a expresarlo, así que nunca lo sabremos.
Más allá de los comentario Sergio, te diré que éste y el capítulo 14 son mis favoritos de la saga. Particularmente «Yo por mi lado, me conformo con lo mínimo: un libro, un paseo, un beso, una tertulia, una cerveza, una película, aunque sea mala. Yo no quiero cambiar el mundo. Yo nada más quiero vivir tranquilo. Es mi único reclamo, mi única petición, mi único deseo. Ojalá ,algún día, se me conceda.» Ufff. Me identifico totalmente, lástima que nuestra amiga nolo entienda, al final, de eso se trata todo. Saludos. Y saludos a Andreína, cada vez más supercalifragilísticaespialidosa.
Coño sí, Andreína, de pana que aquí abanicaste peor que Jorge Uribe en un 9no inning. Entendiste algo muy distinto a lo que Cobra dijo. Tienes que bajarle un pelo a las revoluciones porque te lanzaste con todo sin fijarte qué era lo que realmente estaban diciendo.
Ojo yo creo que Andreína estaba celebrando el texto, y apoyándolo. Creo que los que están predispuestos ante la chama son ustedes.
Excelente capítulo. Ya es la mejor novela que se ha escrito en la Venezuela contemporánea.
ya va… nunca entendi lo del puto blackberry…
y el deseo del pana… yo agregaria unos discos y el repro para oirlos con unos audifonos… ah y unas cervezas que tengo años que no me tomo…
de pana porque coño la gente cuando uno dice «yo quiero vivir tranquilo» te ven como si quisieras el apocalipsis????? no joda es que la gente esta tan mal acostumbrada? coño parece…
saludos again…
Bueno, muchas gracias a todos por sus comentarios, por sus respuestas y por sus halagos que no creo merecer. En cualquier caso, los recibo con el respeto y el compromiso de seguir adelante hasta el final, sin bajar el nivel. Muchos saludos a todos.
Ojalá que Andreína regrese y nos aclare el motivo de su malestar. Por mi lado, le confirmo algo: yo no estoy obligado a cambiar el mundo en una novela, o a proponer una salida a problemas y situaciones que me sobrepasan. Apenas puedo cumplir con hacer un diagnóstico y con pedir lo mínimo. Es decir, un poco de tolerancia, paz y armonía entre venezolanos.Al final, es al poder al que le conviene alimentar la bendita división.
Muchos saludos.
Ya va, como que el único que entendió fue jj, creo que redacté mal. Ese párrafo me gustó, describe lo que siento en este momento, por eso me preguntaba si habrá alguien más que sienta así o si somos como dice The Goodman devil, nos ven extraños como de otro planeta por querer vivir en paz, digo que suena burgués por eso, no porque me suene a mi sino porque parece sonarle burgués a tanta gente que nos rodea. Pregunto entonces, estaremos mal nosotros? Vivimos en el mundo bizarro donde las ruedas son cuadradas y la gente prefiere andar enguerrillada que vivir tranquilo.
No es que no tenga más nada que decir, he leido atentamente tu novela, en algunos momentos me parece que se pierde el norte, se me olvida que se supone hablamos de Zamora. No estoy esperando que ni tú ni nadie cambie al mundo, creo más bien que basta de héroes de barro, todo el mundo se cree salvador de la patria y por eso justifican su violencia. Prefiero un individualismo en el que me ocupo de mis asuntos sin meterme con nadie ni hacerle daño a nadie, que un colectivismo en donde todos pasan por encima de los demás y joden al que se le atraviesa, por el bien de la comunidad. Más o menos a eso iba. Y tienes razón cuando dices que al poder le conviene alimentar la división, ahí creo que está clave, es obvio que caemos facilito en eso cada 2×3! Estamos a la defensiva y por eso nadie cree al que dice ‘yo quiero paz’. Será que cada quien tiene su propio concepto de lo que es la paz. Será que ya estamos tan acostumbrados al engorilamiento que hasta nos tomamos la molestia de preguntarnos si queremos o si podemos querer paz.
Y creo que el nombre de este país debería ser República Supercalifragilísticaespialidosa de Venezuela! Es perfecto! :D
Bien, Andreína. Discúlpame esa. Peace and love.
«Yo por mi lado, me conformo con lo mínimo: un libro, un paseo, un beso, una tertulia, una cerveza, una película, aunque sea mala. Yo no quiero cambiar el mundo. Yo nada más quiero vivir tranquilo. Es mi único reclamo, mi única petición, mi único deseo. Ojalá ,algún día, se me conceda.”
Verga, se nota: vives todo el día hablando mal de todo, desmoralizando a la gente,insultando, agrediendo, destilando resentimiento a granel; menos mal que quieres paz y te conformas con un paseo y un librito. De pana que los venezolanos son idénticos a Chávez, incapaces de ver sus propias carencias y sombras: el mal y lo negativo siempre está en el otro, en el afuera, somos incapaces de aceptar, reflexionar e interiorizar nada. Na guara, ahora sí es verdad, Monsalve= a la madre Teresa, cuánto cinismo, esquizofrenia pura ¿no te digo yo? y la gente aquí alabando artículos y comentarios tan malos como estos. Verga qué bajo está el nivel intelectual y espiritual de nuestro país.
Gracias por la aclaratoria, Andreína. Muchos saludos.
Señor X, no estoy siendo hipócrita al desear algo necesario para todos, mientras cuestiono ideas y conceptos negativos para el país. Es una lástima que confundas crítica con «insultadera, descalificación, agresión y resentimiento.»
Deberías afinar mejor la puntería, X. Yo no soy el blanco de ataque. Es el poder y sus secuaces. Muchos saludos y gracias por comentar.
Y no me siento ningún predicador evangelista.
Vuelve a leer los capítulos anteriores, donde expongo mis carencias y no le rehuyo a la autocrítica.
Al final, la novela se trata de eso, de un pequeño exorcismo personal y colectivo.
Muchos saludos.
Van las birras, escribeme al correo para ponernos de acuerdo. Y si quieres pasa por mi blog ya que cuando dijistes eso me hizo recordar algo que escribi ahi, ya que no era potable para este blog
Sergio qué bolas el cuento de “Un Té en la Habana”!!!! Qué Bolas el descaro!!!. Se me salió una lágrima. Ja!
Muchas gracias, Luis. Pendiente de unas birras en diciembre, pues!
Maravilloso texto. El retrato de la señora Catalá me recuerda a Amaranta, aquel extravagante personaje de telenovela que interpretaba Gabriela Spanic. Es como Amaranta vestida con los trapos del partido.
Insisto: en Venezuela el mejor discurso crítico es el que se publica en Panfletonegro. ¿Con qué se puede comparar? Den nombres.
el problema es que lo único verdadero es lo accesible y nuestra realidad venezolana ¿qué es? la violencia, la injusticia, la hipersensibilidad, la indisciplina. Claro, tenemos que desear la paz pero sólo por no derribar las utopías, como dicen por ahí la felicidad no son sino las pequeñas cosas, como las birras que probablemente se tomarán SergioM y luis. En cuanto al malentendido con Andreina fue su provocación natural de no aceptar que algo que ella también desea le suene «burgués» y bueno caímos en su trampa, pero los sueños, sueños son. Será por eso que algunos en el poder sueñan con la guerra con Colombia sin imaginarse que se echarán encima a todos esos venezolanos que alguna vez fueron colombianos… ¡ay de nosotros!
Gracias a Oro2 por su estupenda reflexión.
Igual a Chafar por el feed back.
Muchos saludos a los dos.