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Caracas, 2046

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caracas2046 Querido diario: Tengo que escribirte hoy para contarte que conocí a un tipo genial. Se llama Chu Wo, pero los aborígenes le decimos Chúo. Es ge-nial y ha sido amor a primera vista. Pero no nos precipitemos… Hoy fue día de cobro y Chang se mostró extremadamente generoso con sus aborígenes: no sólo nos dio un bono de 10 mil yenes, sino que nos regaló dos salvoconductos nocturnos para Nueva Tianmen y nos dijo que fuésemos al bar del Hotel Four Dragons frente a la plaza. No podía creerlo: ¡Yo, una aborigen en el Four Dragons! Estaba tan emocionada que casi se me cae mi Mao-Pad mientras le dejaba un mensaje a Marisabel para decirle que se pusiera su mejor ch’ang-p’ao de colores y me acompañara. Decidí celebrar con una arepa de lumpias en Bruce Lichis’, el local que acaban de abrir entre la Plaza Bolivariana y la estación Maoítos, cerca de Shanghai Grande. Gracias a Dios que Chang me dio el salvoconducto: un par de soldados del ejército rojo me pidieron mis papeles mientras caminaba por el Boulevard. Parece que el rumor que circula por el barrio es cierto: a nosotras, las aborígenes jóvenes y bellas (¡sexy!) se las llevan al callejón de la kungfutada y te obligan a que se lo mames, si no tienes papeles. A Misladys la desaparecieron, después de que publicó la denuncia en su cuenta de Carelibro bolivariano. Dicen que el Inspector Bracci Roa la echó al río Wai-ru, donde están todos los cadáveres… Pero me disperso. No quiero pensar en cosas malas. Volví al barrio 4 de febrero en Subte, ya que de verdad que el servicio ha mejorada desde que quebró el Metro y se lo vendimos a los españoles. Ahora es de lo más Futurama, con pantallas virtuales por todos lados. Vi una propaganda del nuevo Mao-Pad visuo-táctil (¡quiero uno!) y las nuevas Tetómetras que son francamente asquerosas. Qué mal gusto. Yo estoy contenta con mi modelo 36-B inflable, a pesar de que están medio vencidas y tengo que rellenarlas cada dos horas. Pero la propaganda de las nuevas Tetómetras, donde al cantante Papi Opio le traen dos vasos de sake en cada una de las tetas de una bee-atch, es sencillamente denigrante. Hoy tuve suerte y pasé la alcabala de control en sólo media hora de cola. Hace tiempo que los rebeldes barbáricos esos no le ponen bombas al muro; menos mal. No sé cómo me sentiría sin el muro que separa el Waraira Repano de la ciudad, con sus pantallas de televisión bellísimas, desde las cuales podemos ver al Chamán cuando se dirige a nosotros. ¡Qué fea sería Caracas sin el muro! La montaña de basura del Waraira Repano estropearía la vista de nuestros edificios resplandecientes y limpios. Hay quienes dicen que antes de la purga de blancos e intelectuales de 2028, el Waraira Repano era una montaña llena de árboles. Claro que esto es sólo propaganda subversiva, igual que la gente que quiere convencernos de que nuestro mar antes no era negro y viscoso, sino transparente. Puros discursos politiqueros para negar los avances que el gran Chamán le ha traído al país… Marisabel llega a mi rancho emocionada, pidiendo ver los salvoconductos. Trae consigo un par de cervezas Tsingtao y una botella de Bacardí que compró en una tienda de yenes convertibles. Su nuevo novio, Lao To, le ha regalado el último Proyector Virtual Personalizado que trajo de un viaje a Hong Kong. Me alegro mucho por Marisabel, me dice que Lao trabaja como ingeniero en la sede de Petróleos De China en La Campiña (corre el rumor de que el nombre de la urbanización lo van a cambiar para «piña» a secas, ya que los chinos no pueden pronunciarlo). El nuevo Proyector Virtual Personalizado es increíble, han resuelto el problema de animación en los ángulos. Al encenderlo, vemos el discurso diario del Chamán, quien aparece, obeso pero bello como siempre, en medio de mi sala. El Chamán explica que las Fuerzas Maoístas Bolivarianas por la Dignidad y la Soberanía de la Humanidad (FMBDSH) han logrado una importante victoria en la región de Peshawar, donde los imperialistas hindúes han mordido el polvo y se encuentran en franco retroceso. Marisabel y yo brincamos de alegría y pensamos que pronto Juan y Álvaro volverán a Venezuela. En la noche, cuando llegamos al Hotel Four Dragons, veo al hombre de mi vida, Chu Wo. Se parece al protagonista de la tele-novela virtual In the mood for long love, con guión genial de John Manuel Silva. Luego dicen y que somos xenófobos, ¿cómo vamos a ser xenófobos si Silva se hizo millonario con títulos en lengua extranjera? (él también escribió la tele-novela política, Eternal sunshine of a red-spot mind, por si no sabían. Lo del plagio no lo seguí, por cierto). En fin, cuando veo a Chu parado en una esquina con su pipa de opio y un vaso de sake entre sus manos, caigo rendida a sus pies. Apenas suena el nuevo éxito de Pequeña perra, «cógeme por el culo, papi», me llevo a Marisabel de la mano y empezamos a bailar frenéticamente. Con discreción, meto la mano bajo mi ch’ang-p’ao de seda azul e inflo mis Tetómetras hasta su máxima capacidad, y sacudo mi Mao-Pad en mi mano derecha mientras bailo, para que vea que no soy una pobretona. Él me observa, se queda viendo mi salvoconducto y se acerca, con un ni hao de voz grave y muy sexy, al que trato de responder con mi ni hao nervioso y mi mandarín lleno de acento aborigen. Juro que Chu debe haber gastado como 300 mil yen esa noche. La pasamos fenomenal. Los pormenores no los voy a contar, pero amanezco en el balcón de su sublime pent-house en el Parque Wang frente al Museo de Arte Ming Internacional (MAMI). Prometemos volver a vernos mañana. Hoy, pedí el día libre y sólo pienso relajarme y dictarle esto a mi Mao-Pad. Creo que soy feliz.

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