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Little Fockers:¿El Testamento de Robert De Niro?


Hola,me llamo Robert De Niro.Ayer fui grande,ícono de mi generación de moteros intranquilos.Hoy soy un toro salvaje domesticado y estoy atrapado sin salida,como mi colega Jack Nicholson,dentro de un sistema cada vez más entrópico,carcelario y estéril, mezcla de “Isla Siniestra” de Scorsese con parque temático de la Disney. Pero ni tanto,porque ya ni siquiera filmo con mi mentor y amigo de “Malas Calles”.Ojalá volvamos a trabajar juntos algún día para sacarme de mi atolladero creativo.
Por fortuna,todavía me queda el consuelo de ser el promotor del Tribeca Film Festival, y además, puedo seguir viviendo de las rentas de mi pasado, por los siglos de los siglos,amén de encarnar a una leyenda y a un mito en activo. No en balde, fui recientemente escogido para presidir el jurado de Cannes 2011,un certamen donde obtuve dos veces la Palma de Oro.Imagínense,ni Bergman ni Tarkovsky tuvieron la misma suerte. Sin embargo,ello forma parte del recuerdo,de la memoria,de las glorias de antaño.
Ahora por el contrario hago películas malas como “Little Fockers”, aunque sus precedentes me gustaron.Lamentablemente, aquí a la tercera no va la vencida.
Desde Dustin hasta Barbra,pasando por el insoportable de Ben,todos estamos realmente pésimos y patéticos.De hecho,ni los gemelos se salvan del desastre colectivo.El niño vomita como Linda Blair sobre la cara de Stiller y nadie se ríe.La niña dice imprudencias y tampoco funciona. El papá se corta con un dedo en la típica cena de Navidad,a lo acción de gracias, y el resultado también es nulo.
Después yo imito a Marlon en el “Padrino” o al “Tiburón” de Steven en una piscina de pelotas, para acabar por repetir cada uno de los chistes baratos del manual de cine de comedia para dummies. Léanse bromas y ocurrencias sacadas de un resumen pedestre de la filmografía escatológica de los Hermanos Farrelly,de la mediocre obra de Eddie Murphy y de la propia carrera del actor protagónico.A Ben le encantan y le parecen cool semejantes tonterías.Luego llegarán los críticos esnob a reivindicárselas como atropellos y transgresiones a la corrección política,a la altura de Jerry Lewis,con quien trabajé en “El Rey de la Comedia”.Naturalmente, la diferencia es del cielo a la tierra. Jerry era un genio en su época dorada. Ben es un timador. Aparte me debe plata. A veces sueño con tirotearlo como en “Buenos Muchachos” y luego enterrarlo como en “Casino”,con la ayuda de Joe Pesci.
Con Harvey Keitel ya no puedo contar porque no sirve ni para abrir un hueco en la tierra. Lo de él es cobrar,huir y refugiarse en su madriguera,cual Dennis Hooper. Tiempos aquellos memorables cuando rodamos “Mean Streets” y encarnamos los papeles principales del mejor guión de la historia de Paul Schrader, “Taxi Driver”.
Reinábamos de costa a costa e imponíamos las reglas en la meca.Ganábamos millones de dólares, derrochábamos en toneladas de sustancias ilícitas y buscábamos cambiar para siempre las pautas de la industria.
Por desgracia,al cabo de los años, el monstruo de Hollywood nos devoró y salimos derrotados,con las tablas en la cabeza,al punto de disgregarnos ,disolvernos y dispersarnos como en una manifestación de protesta frente a la Casa Blanca.
Perdimos la guerra cultural al precio de vendernos como mercancía nostálgica,melancólica y kistch de desecho.No hubo necesidad de amenazarnos a punta de pistola o de garrote.Solo nos ofrecieron un contrato de estrellas vitalicias,para no molestar demasiado,y nos compraron. Brian De Palma lo había pronosticado en el “Fantasma del Paraíso”.En el futuro,los irreverentes firmaríamos un pacto con el demonio.
En efecto,el infierno de la banalidad es la hegemonía en la actualidad.Verbigracia,»Little Fockers».
Irónicamente, yo mismo me encargaría de interpretar a Lucifer en “El Corazón del Ángel”,donde Alan Parker desnudaría mi doble moral,mi lado aterrador.Todavía cuando me miro al espejo recuerdo mi parlamento seminal:
«You talkin’ to me? You talkin’ to me? You talkin’ to me? Then who the hell else are you talkin’ to? You talkin’ to me? Well I’m the only one here. Who the fuck do you think you’re talking to?»
De seguro,lo imprimirán en mi epitafio. No sucederá igual con el pobre diálogo de “Little Fockers”,condenado a sepultarme en el olvido. Culpa mía y del director,Paul Weitz,cuya sensibilidad lo hunde y conduce al abismo del género sitcom,bajo un estándar insignificante de “Halmark Movie”. Su happy ending resume la hipocresía de la navidad, al figurar el reencuentro de dos familias en discordia,como metáfora e invitación a superar nuestras diferencias en un período de crisis. Hace poco llegué a la misma conclusión a través del desenlace de “Todos estamos Bien”.Vaya mentira demagógica.
En descargo de “Little Fockers”,rescato su sección de créditos al calor de un video de youtube y la participación de Owen Wilson deconstruyendo la falsedad de la filosofía new age,mientras hace el ridículo en mallas de color amarillo.De resto,un fraude reaccionario y conservador.
Quedé para fungir de vigilante,big brother y ojo censor de un cuarentón reprimido y con ganas de tirarse una canita al aire.
I’m Watching You.
Ben desaprovecha la oportunidad y regresa al seno paterno para encargarse de la casa en ruinas.Por cierto, un insufrible mensaje machista de aliento retroprogresista.
En cualquier caso,espero poder resucitar de mis cenizas,reiventarme y encontrar la brújula en el 2011.Por lo pronto,acabo de terminar mi segunda década perdida,desfallecida.Paz a sus restos.

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