Tangled:los enredos de Mickey Mouse

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Disney vendría a ser el cuero seco de Hollywood en el tercer milenio.Lo planchas por un lado y se levanta por el otro. Antes fue así en pasado, durante el proceso de su fundación. Pero después se estabilizó por un buen tiempo,hasta alcanzar el predominio absoluto del mercado animado en los noventa.Eran los años dorados del estudio y coincidieron, no por casualidad, con la caída del muro de Berlín.

Ante el fracaso de las ideologías duras y los proyectos de la modernidad, Mickey Mouse podía reinar en solitario,sin mayor oposición, bajo la sombra de su filosofía maniquea de buenos y malos,donde los primeros triunfaban cómodamente sobre los segundos,cual relectura del fin de la historia de Fukuyama,según el credo de la compañía. Sus almas puras y caritativas prevalecían por encima de cualquier adversidad y disidencia a la vista,por los siglos de los siglos.

Por ello, siempre al carismático ratón le gustó proyectar la imagen sólida del castillo.Emblema y divisa de la empresa dinástica concebida como monarquía indivisible e inmortal. Sin embargo, en realidad, todo se trataba de un simulacro, de una fantasía kistch para ocultar la cruel verdad.

El Rey estaba desnudo y sus hijos bastardos comenzaban a pasarle factura, a pesar de sus esfuerzos por mantenerlos excluidos y expatriados en los márgenes de la industria.

Literalmente, Jeffrey Katzenberg se le alzó con DreamWorks, al propinarle una estocada mortal con “Shrek”, la cabeza de una reforma protestante en camino y desarrollo, a la cual se sumarían otros Luteros y Calvinos posmodernos como los creadores de “South Park” y los chicos malos de Pixar, con John A. Lasseter como gran timonel ,mentor y gurú.

Ideada como una pesada fábrica analógica de dibujitos en 2D, a la Disney se le hacía cuesta arriba mantener y conservar la integridad de su monopolio,de cara a la durísima competencia del fenómeno 3D.

Por eso,en vista de sus apremios y limitaciones,decide absorber,cooptar y comprar al rival de turno para neutralizarlo. Surge entonces el emporio Disney-Pixar,versión en esteroides del viejo y cansado “The Lion King”.

Ahora repotenciado con viagra y demás,esperaba volver a recuperar su hegemonía con calma y tranquilidad.Los bárbaros asimilados se encargarían de seguir experimentando con lo suyo,dentro de los estrictos código de moral de la fusión, mientras él cumpliría con el sueño de recuperar su orgullo perdido, a costa de adaptar ideas ajenas y continuar asentando su fórmula de éxito.

Pixar se dedicaría a ensamblar sus carritos y monstruos en masa,a través de la técnica digital. Disney se afianzaría en el nicho de las Princesas vírgenes e inmaculadas en la tradición de las fábulas y los cuentos de hadas de la rancia escuela medieval y victoriana. El presente y el futuro le pertenecerían a Pixar. El pasado sería propiedad exclusiva de la eterna reacción de Disney,alérgica a los problemas de la agenda contemporánea,de ayer a hoy.

No en balde, las películas de principios de los cuarenta y cincuenta fungieron de tapadera, de la huelga interna de 1941. En paralelo, los acreedores le pisaban los talones al viejo Walt,quien aprovechaba para evadirse y refugiarse de los cobradores al darse un viaje por América Latina. También por razones de oportunismo, deberá prestar sus servicios al Ministerio de propaganda para producir y realizar cortometrajes de aliento nacional, en el contexto de la segunda guerra. Léase los políticamente incorrectos: “Education for Death: The Making of the Nazi” y “Der Fuehrer’s Face”.

De tal manera, se libraban batallas contra las enemigos externos e internos.De hecho,después vino el episodio de “La Cacería de Brujas”, cuando el patrón acusa a los empleados de comunistas,para dejarlos a merced del comité de Actividades Antinorteamericanas, presidido por el máximo inquisidor, Joseph McCarthy.

¿Adivinan cuál película estrena Disney en semejante era de agitaciones,delaciones,traiciones y tempestades?Pues “La Cenicienta”,nada más y nada menos. Una declaración de principios a favor del arte como vía de escape,encubrimiento,manto sagrado de autoayuda,farsa,hipocresía y mentira. Suena duro,lo sabemos. Pero así es la historia.

Mutatis mutandis, sucede y ocurre lo propio al calor del lanzamiento de “Tangled”, película número 50 del estudio,producida por John Lasserter. Por un lado,con ella se pretende reivindicar y relegitimar la carta de nobleza del estudio,tras sus curiosos extravíos y cambios infructuosos, entre bancarrotas y fiascos creativos de distinta procedencia.

Recuerden “Chicken Little”, el desastre CGI del 2005. Posteriormente, vería luz el largometraje de pura nostalgia 2D, “La Princesa y El Sapo”, con la primera protagonista “de color” del estudio. Disney se enteraba tarde y con demora de fenómenos como la abolición de la esclavitud y la liberación racial. De nuevo, lo movía el interés para pescar en el río revuelto de Katrina y de los reclamos sociales de la comunidad afroaméricana. Un pequeño paréntesis demagógico, sucedido por la confirmación del patrón de costumbre,de “Blanca Nieves” a “La Sirenita”. Las rubias al poder.Olvídate de Obama.

El título se llama “Tangled” y buscar desenredar los nudos éticos y estéticos de la Disney para el 2010. Por un lado, vale pena reconocerlo, es la mejor del estudio en cinco años. El 3D mueve a la reflexión y no sólo se conforma con distraer la mirada del respetable. Lo invita a pensar en relación con el procedimiento de representación, al sumergirlo en un ambiente virtual de delicadas resonancias líricas y poéticas,alrededor de temas como el choque de lo viejo con lo nuevo.

Si bien el momento del beso es un cliché repetido y clonado, cobra una dimensión diferente gracias a la técnica estroboscopia, al lucir como un cuarto de espejos fractales. De forma implícita se nos dice: “todo es una ilusión”.

Por desgracia, los estereotipos clásicos apenas son remozados y trasformados por encima. La bruja renace de sus escombros, casi intacta, para representar el arquetipo de la mujer madura, posesiva y envidiosa de la belleza de su joven dependienta. Atracción fatal sintomática del temor a la decrepitud y de la fiebre materialista por el cultivo de la apariencia,aunque desde la perspectiva puritana y contradictoria de la Disney en doble rasero.

Las señoras con complejo de niñitas son la encarnación del pecado.Las niñitas cantarinas son un dechado de virtudes,carentes de matices. La fealdad y la vejez pueden corromper,nos advierte el guión con tono alarmista. Acto seguido, se rinde a los pies de la cabellera,la cintura y las mejillas de durazno de Rapunzel. Candidata fija al Miss Universo de la meca.

El conflicto se salda con el típico “cat fight”, la eliminación física y metafísica de la manzana de la discordia, la muerte, el renacimiento y la reconquista del trono por parte de la heroína, rodeada por sus seres queridos de la corte benigna. Un happy ending con el sello de la casa, diseñado para traducir su optimismo,su autoindulgencia y su sentimiento de superioridad,del infinito al más allá. “Tangled” cierra(abruptamente)celebrando la trascendencia del Reino Disney a lo largo y ancho de 50 películas.

En descargo de “Enredados”, varias figuras merecen redimirse. Primero, los secundarios del camaleón, el caballo y el cupido.Segundo, los simpáticos lazarillos de la protagonista, extraídos de algún capítulo de “Asterix y Obelix”. Su comicidad denota las deudas con la Pixar.

Lamentablemente, el Robin Hood apesta y representa lo peor del subtexto. Al final, “Tangled” concluye por el principio y el origen de la Disney. Es decir, por la construcción de un enorme pote de humo. Verbigracia, “Enredados” coincide en la actualidad con la primera huelga 2.0. de los empleados de la compañía,quienes protestan a través de la red por el menoscabo de sus derechos laborales.Les quitaron el seguro y ahora se los quieren descontar de su salario.

Lo dicho:Mickey Mouse no juega limpio y justo.

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