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Metallica en Venezuela: ¿Orgullo, Pasión y Gloria?

A finales de los noventas el intercambio de archivos «peer to peer» fue algo que revolucionó la música. Antes de la existencia de programas como Emule y de los blogs, Napster fue el primer servidor del cual podíamos descargar canciones de nuestros artistas favoritos de forma gratuita. El gusto no nos duró mucho cuando Lars Ulrich se dió cuenta que en Napster estaban alojadas canciones de Metallica. Lo que hizo Lars fue demandar a Napster y a tres universidades. Durante el juicio llegó con un enorme pila de hojas con los nombres de las personas que compartían material de Metallica. En algun momento alguien le preguntó: Lars ¿porqué haces todo esto? A lo que él respondió: «porque estoy perdiendo dinero».

The Cristh: My Dark City.

Llegamos tarde a la Rinconada, como a las siete y media de la noche, en medio de una ola de rumores, por vía Twitter, a cual más descabellado. Hay robos colectivos, tráfico desbordado, especulación con la venta de comidas y bebidas, policías a granel y fanáticos de todas partes de Venezuela. Lo de siempre. En total asistieron 25 mil personas, apróximadamente.

Compramos la entrada general y fuimos con la esperaza de tumbar la barrera o de cruzar a la zona VIP por cualquier medio. Pero no éramos los únicos.

La mayoría se había organizado por Internet, para echar por tierra el plan de seguridad de Evenpro, cuya campaña de disuasión arrancó temprano, desde hace semanas, con la intención de garantizar la viabilidad y la rentabilidad de su negocio redondo, bajo una distribución asimétrica de las localidades, en un espacio nulo y constreñido, del tamaño de un estadio de Béisbol amateur.Una inversión pequeña y mínima para la empresa, donde el cliente la pagaría caro, en un especie de camión de cochinos, de corral de gallinas de engorde, de matadero insalubre y pestífero, lleno de ratas, basura y estiércol. Ni las caballerizas de la Rinconada huelen y son así. Evenpro trata a su clientela como un rebaño de corderos, de ovejas desahuciadas y agotadas, listas para explotar sin compasión.

Verbigracia, hubo hacinamiento y consecuencias lamentables para el respetable, en materia de salud. Los tarantines de la Cruz Roja daban pena ajena, y las víctimas de los desmayos sufrían por los daños colaterales, al ser atendidas en el piso, como en Bagdad. Era como la reencarnación de una película de Vietnam.

Por ende, se brindaba una imagen dantesca de Hospital de mala muerte, de catástrofe natural, de guerra del medio oriente, con jóvenes atendidas al lado de un vertedero de desperdicios. En paralelo, los kioscos de la Polar lucían mejor equipados. Así es el doble rasero de Evenpro. El resto del contexto siguió la misma lógica binaria, la misma moral de irresponsabilidad social.Bienvenidos al revival de Katrina, a la replica del terremoto de Chile. Una exposición a lo Bodies Revealed.

A la policía del estado la llevaron para ahorrarse unos reales, en materia de represión y disuasión. Los uniformados se mostraron diligentes a la hora de robar, matraquear, aceptar sobornos, dar peinillazos, sacar la ballena y verter gas del bueno sobre los estudiantes. No obstante, volvieron a derrochar ineptitud y complacencia para abordar el problema de la delincuencia común. Desvalijaron carros, asaltaron a familias enteras, y en pocas palabras, reinó la impunidad del viejo oeste. De ahí la ironía de arrancar el concierto con la banda sonora del western modélico de Sergio Leone.

Mientras tanto, la prensa hipócrita se hizo la vista gorda, para hablar del “magnifico desempeño” de los héroes de azul, al velar por el normal desenvolvimiento de la velada. De nuevo, se ignoró y se minimizó el caos y la arremetida de la PM, para no perjudicar la sacrosanta e intocable relación comercial con la compañía patrocinante del evento.

En efecto, su cuenta de publicidad le pone condiciones a la verdad y a la información del periodismo de Entretenimiento. Lo lamento mucho por ustedes, colegas del gremio. Se dejan censurar por un mugriento puñado de dólares, por unas pringosas entradas gratuitas a la zona VIP. Y después se llenan la bocota, en foros, discutiendo alrededor de la ética del oficio, y dándose golpes de pecho por el menoscabo de la libertad de expresión. En realidad, lo siento. Sólo me queda llamarlos por su nombre: ¡corruptos!

Después de sortear cuatro alcabalas, subir por un cerro oscuro con olor a meado, y aguantar los empujones de propios y extraños, arribamos al corralón con la expectativa de poder quitarle otro ladrillo a la pared( de separación de la general con la VIP). De inmediato, pisamos tierra, nos bajamos de nuestra nube, y sufrimos una enorme decepción, al descubrir las caras de resignación del colectivo metalero, relegado al fondo del espectáculo. Desde allí apenas distinguimos la tarima y el sonido difuso de Mastodon, la banda invitada para abrirle a los cuatro Jinetes. Compramos dos birras, nos las tomamos enseguida, y empezamos a preparar nuestro pequeño plan de abordaje pirata, en vista de la imposibilidad de cumplir el sueño de demoler, en masa, el piquete de los hombres de negro.

Por suerte, cargaba conmigo un viejo carnet de periodista y con él me dispuse a negociar con dos encargados del acceso a zona VIP. Luego de deliberar por veinte minutos, cerraron la discusión al ponerle precio a cada una de nuestras cabezas: “200 mil por cada uno”, y un descuento para mí de “50 mil por tener carnet de prensa”. Entre yo y mi colega vaciamos nuestras carteras y reunimos el monto con el dolor de quedar en la goma, para el resto del fin de semana. Adentro martillaríamos para tomar cervezas y saciar el hambre, a punta de perros.

De repente, el ruido de Mastodon cesó y arrancó la cuenta regresiva para Metallica, y para nosotros, quienes todavía aguardamos en la trinchera del granero. En un descuido, nuestro salvador salió de la puerta y nos coleó, en menos de diez segundos, a la zona VIP. Mi colega y yo reaccionamos de manera infantil, y al instante de cruzar la frontera, nos empezamos a pegar en el cuerpo, a pegar gritos, y abrazarnos como niños en la olla, a cinco metros de la tarima.

Tras la euforia, vino un momento de sentimiento de culpa, por haber traicionado a los panas de la general. Yo me retiré por cinco minutos, para ver los toros desde la barrera, y me pegó la depresión por notar las caras largas de los fanáticos apostados y apiñados en el “Sector 9” del circo romano. Más me dolió observar el lugar donde dispusieron a inválidos y personas con discapacidad motora, al lado de la consola de audio. Lo razonable sería apostarlos a un costado de la tarima. Sea como sea, la gente los ignoraría de plano. A uno lo vi solo, intentado desplazarse con sus muletas. Nadie lo ayudaba.El personal médico no se daba basto, y lucía desbordado por la situación.El panorama bélico, de Apocalipsis Now, se reafirmaba, paso a paso, delante de nuestros ojos. Para decirlo en cristiano, el trabajo de Evenpro radica en organizar una infraestructura endeble para la contingencia, donde lo único resistente es la valla de seguridad. Y ni siquiera.

Con un soplido del respetable, caería de largo a largo. Pero la campaña de disuasión había rendido sus frutos, y el público aceptaría mansamente su condena, al caer en la trampa mercantil de Evenpro, según la cual, el derecho al disfrute y al ocio depende de la capacidad de compra. Si eres pobre, te fregaste y vas a la cocina. Si eres rico o famoso, como los chicos de la Mega, gozas de los privilegios concedidos para todos, sin distingo de razas y credos, por parte de la república.

En resumen, el sistema monárquico y aristocrático de Evenpro, erosiona los valores inherentes al juego democrático, al imponer un criterio estrictamente tecnocrático y neoliberal, para definir el usufructo de los bienes culturales, en plena contradicción con el ánimo de un país, supuestamente socialista, incluyente y revolucionario.

En realidad, la republica Bolivariana es una ficción de populismo redentor, favorable a los designios privados de los capitalistas leales y fieles al proceso. Tal como los dueños de Evenpro, a quienes se les permite hasta disponer de las fuerzas del orden público, para aplicar por decreto su ley marcial.

Por consiguiente, el de Metallica fue, es y será un show para el olvido, y para el recuerdo de las venas abiertas de nuestro comunismo salvaje, darwinista, esquizofrénico y demencial, rendido a los pies del usurero, en detrimento del soberano.

Por tanto, el de Metallica fue, es y será un show funcional a los intereses de la oligarquía roja rojita, preocupada por acrecentar su dominio y su expansión, a costa de conquistar los diversos segmentos de la demanda de consumo. Una movida cónsona con las prácticas hegemónicas e imperialistas de Metallica, punta de la lanza de los proyectos corporativos de las disqueras y compañías del ramo.

Metallica es la síntesis de la depuración y de la cooptación de la contracultura del trash metal, con fines brutalmente monetarios. Por eso, ya no ofenden a nadie, visten de forma prolija, se abstienen de tocar temas incómodos, y se limitan a reproducir, mecánicamente, su repertorio, en el entorno de la globalización, cual Iron Maiden, Megadeth, Korn y Kiss.

Decaída su estrella en el primer mundo, ahora “Metallica” apunta su diana y su estrategia de mercadeo, hacia el tercero, donde la periferia los sigue recibiendo como Reyes en país africano, ante la ausencia de referentes y de competencia. La inclusión del chicano ,Robert Trujillo, subraya la dirección tomada por los tiranos de Metallica, para conquistar los corazones de su patio trasero.

En su enfoque etnocéntrico, Metallica se piensa y se administra, año tras año, como un buque de asalto y de guerra, como una nave interplanetaria de corsarios empeñados por cambiar su espejitos y espejismos de sedición, por el oro y la riqueza de las antiguas colonias. Es la doctrina Monroe de “Metallica”. Una impostura de Sexo, Drogas y Rock, devenida en una sucursal de Wall Street, en un parque temático ambulante, programado para reciclar su legado en vivo, de cara al colapso de la industria del CD.

Les da igual tocar, de memoria, en Bogotá, Lima o Caracas, porque su auténtico destino es ganarse un retiro dorado, de por vida, en el paraíso de las leyendas del género, más allá de las molestias y complicaciones del mundo de a pie.

En Venezuela, hicieron el mínimo contacto y ni se esforzaron por comunicarse con nosotros a través del español. James nos interpeló en inglés, y para compensar, masculló cuatro frases demagógicas en espanglish. Al despedirse, desplegaron el pabellón tricolor y repitieron su esquema de agradecimiento nacionalista, interpretado y ensayado con antelación, de Buenos Aires a Río de Janeiro.

En el caso particular,yo me lo vacilé por ser fanático de larga data, pero objetivamente fue un concierto breve, conciso y de trámite, en relación con su toque en México, donde se pasearon por cerca de 30 temas en casi tres horas. Aquí tocaron 18 a la velocidad del rayo, en poco más de una hora y cincuenta, con todo y regreso para cerrar con la de siempre: «Seek & Destroy».

Como dije, tuve suerte de verlo en VIP, aunque entré por general. El sonido de lejos era lamentable. Al lado de la tarima, lo normal. En cualquier caso, el espacio ayudaba poco para la acústica.

Lo mejor de la noche: las canciones clásicas( de Whiplash a For Whom The Bell Tolls). Lo peor: el declive del segundo acto del concierto, cuando comienzan a meterte el desastre de «Death Magnetic» hasta por la nariz. La intensidad baja considerablemente en dicho tramo. Luego sube cuando retoman su repertorio convencional.

Una pantalla gigante se dañó, y los fuegos artificiales amenazaban con achicharrarnos con su calor intenso de explosión radioactiva.

Mis amigos de Ají Picante regresaron para “pavear” y grabar la función con sus celulares. Naturalmente, no se sabían la letra de ninguna canción.

Los Caramelos de Cianuro rondaban como Zombies, y la multitud los castigaba con su indiferencia. Eran cucarachas en baile de Gallina, como los demás fashionistas y faranduleros de la zona VIP. Es contigo, seudomalandrito, seudopunketico del Festival Nuevas Bandas. Te vistes de negro como un Sid Vicious de Plaza las Américas, como un comegato de diseño, pero te comportas y te desenvuelves como una ficha, como un peón, como un títere, como una rémora de Félix Allueva y Alfredo Escalante. No seas hipócrita. Te mereces la dedicatoria de “Masters of  Puppets”.

Aparte, la interacción con el público, también resultó epidérmica y predecible. Hicieron lo mismo de costumbre. Por supuesto, como es lógico, los cuatro de Metallica le ponen un kilo en tarima. Sin embargo, siendo estrictamente honestos, a Venezuela vinieron a matar el tigre en fast foward.Incluso, por la rapidez, llegaron a sentirse un pelo desafinados y descordinados.Lars iba por su lado, Hammet lo propio, mientras a Trujillo lo ignoraban por completo. Como diría Frank Toro, fueron cien metros planos escuchando a Metallica en un popurrí, en una versión remix de Ipod (con tres solos de Hammet calcados de su mentor, Satriani).

En resumen, el balance es un pelo amargo, porque se adecua y se adapta al trabajo de Ronald McDonald: el del ícono de una franquicia limitado y reducido a vender, con mucha fuerza y energía, un menú harto conocido y refrito.

Por defecto, los estómagos hambrientos de novedad y actualidad, lo asimilarán como un manjar de los dioses. En lo personal, no soy tan optimista.

Aun así, y para evitar la hipocresía, me comí con gusto mi combo, mi cajita feliz, a pesar de no haberme llenado para nada.

Al final, la crónica de otra calamidad anunciada, nos acompañaría hasta la salida del recinto: el reencuentro con el atasco, el laberinto, el bloqueo y el hervidero del estacionamiento, improvisado en doble fila en la avenida aledaña al Poliedro.

¿Orgullo, Pasión y Gloria?

Ojalá.

Si acaso y como mucho, deshonra, frustración y derrota.

El fiasco de Evenpro continúa.

Tres horas en cola, para avanzar un tramo de cien metros, lo certifican, a merced de ladrones, pendencieros y estafadores de todo tipo.

Tu pagas por entrar, con dificultad, pero no para salir, con seguridad, puntualidad y celeridad.

Nosotros pagamos, con nuestra paciencia y con nuestro tiempo, el dinero ahorrado por Evenpro, para obtener mayores ganancias.

¿Hasta cuándo lo vamos a permitir?

En el foro, esperamos descubrir la respuesta.

Salud y paz.

En el futuro,  nos visitarán los clones de Metallica.

La ciencia ficción atacará de nuevo.

Prepárense.

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