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Ateneo en la memoria… …¿De quién?

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Ayer a las 6:30 pm, en el Centro Cultural Chacao, se realizó el evento Ateneo en la Memoria, organizado por Relectura y moderado por Rodrigo Blanco Calderón.

Quién sabe, a lo mejor quien escribió el texto estaba siendo voluntariamente irónico(a) pero, luego de la proyección de unos videos referidos a la vida del Ateneo, se realizó una breve representación teatral con títeres de la compañía Naku, cuyo ¿guión? fue prestidigitador de lo que vendría después. La presentación consistía en una brujita que leía el futuro, la brujilla decía: “somos doce […] no contéis lo que aquí veréis”. Pues yo sí os voy a contar lo que vi, y creo que de lo peor que vi fue que la brujita tenía razón: Efectivamente, éramos doce, o al menos un poco más de doce, pero menos de cincuenta, estoy seguro.

El evento comenzó con la “excusa” de Javier Vidal y Gustavo Rodríguez quienes “no pudieron asistir” [traducción: no les dio la gana, al igual que a la mayoría de personas]. Luego, los escasos asistentes, escuchamos la sobria intervención de Armando Gota. A posteriori, escuchamos el “rezo” de Sonia González, que se fue por el lado de: “Ateneo, te tuve adolescente […] el Ateneo no es solo un edificio pero los lugares nos dan nombre […] ahora permítanme vomitar la rabia cotidiana […] mi madre ha decidido protestar llevando la constitución colgada al cuello con una cinta negra, en señal de luto […]”

Después llegó la brillante intervención del profesor Héctor Manrique, que ha motivado este artículo. Manrique habló con gran contundencia sobre varios puntos importantes: La desmemoria del venezolano, el país de tránsito que somos, la poca dignidad que tienen algunos en situaciones como esta, el como surgen las miserias humanas en estos días, de la gente que se agarra ‘de pequeñeces’ para justificar el bestial atropello que implica el robo de la sede del Ateneo de Caracas… …Igualmente, ante la pregunta de uno de los asistentes, se refirió a los subsidios que tienen comprado a buena parte del mundo cultural venezolano y al mundo teatral en específico. De la misma forma mencionó lo ocurrido con Rajatabla, grupo teatral que aparentemente aceptó la propuesta del veterinario Soto de hacer «obras gratis». Y cerró, con un arrecherón obvio, señalando la indignación y decepción que le producía ver la sala medio vacía.

En las palabras de Manrique se dejaba ver que ni a los grupos de teatro, ni a los profesores del área, ni a los actores, ni a los dramaturgos, es decir, ni a los involucrados directos les importaba un carajo lo que allí estaba ocurriendo. Y debía ser así, porque allí no había nadie, yo pensé que la directiva iba a estar presente, creí que esos afectados directos irían, pero no. Ahí no había ni un representante de la Radio del Ateneo ni tampoco una representación de los empleados de la institución.

Entonces si el asunto del ateneo se va a reducir a “my memories, when I was young and happy”, pues dudo que lleguemos a algún lado. Como decía Manrique, este país se jodió y la principal prueba de lo jodido que estamos es la brutal indiferencia de la mayoría. Y es que si a los involucrados directos, a los primeros afectados, no les importa, dudo que le pueda importar a alguien más.

Algunos hablaron de que quizás la gente no estaba informada. Eso no es cierto. El evento estaba convocado desde hace más de 15 días, de hecho, estaba en las agenditas que regalaban en Por el Medio de la Calle. En Facebook estaban unos 220 invitados confirmados. En Tal Cual y El Nacional aparecieron notas informando sobre el mismo. Además, El Centro Cultural Chacao no es el estadio Cachamay, esa salita se llena con unas 100 personas y se reboza con unas 130. Entre los grupos de teatro y empleados del Ateneo debería repletarse la sala. Los que no fueron, incluyendo los invitados ausentes, no lo hicieron porque no les dio la gana. Así de simple y dejémonos de cuentos, excusas y güevonadas. Allí había, siendo optimistas (exageradamente optimistas), unas 60 personas, contando a los organizadores.

Una persona que estaba allí conmigo, me decía que la razón por la que nadie había acudido al evento, es que quienes organizaban lances como esos eran demasiado cerrados y no aceptaban a la gente común, cosa que se demostró cuando, en la ronda de intervenciones del público, Rodrigo Blanco Calderón *mandó a callar* a un señor de pelo y barba blanca. Le dijo: “disculpe le dimos el micrófono para que hiciera preguntas, no para que hablara”. ¡Después se quejan, no joda! Después dicen que en Panfleto Negro se promueven conductas antisociales. En realidad Panfleto existe por cosas como esas, aquí los que quieren decir algo relevante, sobre el ateneo o sobre cualquier cosa, saben que pueden decirlo sin que nadie les apure o quite el derecho a hacerlo y eso molesta, sin duda.

Entiendan una cosa, muchachos de relectura, las opiniones de todos merecen ser escuchadas. El señor hizo lo mismo que los invitados, rememorar sus vivencias en el Ateneo, pero a RBC le pareció que los únicos que tenían derecho de echar sus cuentos eran los invitados y no el público. Armando Gota, luego, se encargaría de reivindicar al señor, que por cierto, preguntó algo importante, ¿dónde están los grupos internacionales que de una manera u otra se beneficiaron de las políticas del Ateneo? Pregunta mas que pertinente tomando en cuenta que, entre las evocaciones que se hicieron del papel que jugó la institución en el pasado, surgieron, además de los clásicos “todos hemos estado en el Ateneo”, “¿Quién no ha pasado una rabia en el Ateneo?”, etc. varias menciones al esfuerzo de la institución para promover en Venezuela la realización de espectáculos de carácter internacional. Ciertamente, como decía el señor que mandó a callar Rodrigo, sorprende que hasta ahora nadie haya dicho una palabra fuera de Venezuela.

En resumen, al Ateneo le quedan pocos días en su sede actual y eso le importa un pito a la mayoría. Así que seguiremos oyendo, de parte de algunos pocos, ‘nuestras vivencias en los pasillos del Ateneo’ y dejaremos que cierren esa vaina porque, como dijo Manrique, no vaya ser que nos quiten el subsidio ese que nos permite pagar cuatro avisos de prensa.

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