Alas entre la gente

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La gente la escondía
bajo sus banderolas
de cálidos colores,
debajo de las olas
de hojas tricolores
que aún bailan al viento,
como tímidas flores
ignorantes del tiempo;
la gente la ocultaba
del sol intrépido
que, al chocar con sus alas,
brotaba el olor fétido
que trae siempre la muerte
de un prócer nacional,
la mala y triste suerte
de la diosa Libertad.
La mariposa oculta
sale, ¡al fin!, de entre la gente
abriéndose paso al mar
de los colores inocentes,
conociendo, ¡al fin!, la paz
del conjunto jaleo,
el clamor que va a la par
del honesto tamborileo.
Negro será su cuerpo
como las cintas que acompañan
a las floridas banderas,
blanco el borde de sus alas
como la paz malsana
por la que gritan los hombres
pidiendo que los salvara
del ataque de los opresores.
Alzóse negra y blanca
pequeña e invisible,
era el ideal que defendían
los que gritan y piden;
se esfumó en su vuelo alto
para jamás volver
dejándolos desamparados
en su lucha de poder.
 
¡Vuelve, mariposa, vuelve!
¡No las dejes solas en su guerra!
Mira que no son nadie sin ti
y tú no eres nadie sin ellas;
¡Regresa con tus alas negras
y con tus pálidas orillas!
Danos paz en la pelea
y aliento en las consignas.
 
‹‹No es a mí a quien necesitan,
para ustedes no soy suficiente,
dejadme volar a mi madre
y borrad la paz de sus mentes;
concebid la salida mortal
que exige ocasiones cruentas:
¡dejad a un lado la paz
e invocad al jaguar de la guerra!››

Animus a Nemo,

29 de noviembre de 2007

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