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Sonata del tedio

Realmente se titula Sonata de invierno y es una novela transmitida por el canal La Tele en Venezuela. Narra el drama de una pareja de jóvenes que se enamoran durante el último año de lo que consideramos, en Venezuela, el bachillerato. Se conocen porque el joven Ming Jung, protagonizado por Bae Yong Joon (conocido en Japón como Yon-sama), va a la escuela donde Yu Ging, representada por Choi Ji Woo, cursa sus estudios. Él es nuevo. Ella y su grupo intentan hacerle el comienzo más sencillo. El joven es callado, hermético y se mantiene distante de todos. La protagonista, con el particular encanto de ser la buena de la historia, logra cobijarlo. Poco a poco entran en relación y se hace un pequeño grupo. En secreto Ming Jung investiga sobre su desconocido padre. Sus pesquisas lo conducen a sospechar del padre de la contrafigura masculina, Sam Jiug, quien siente un amor infantil por la protagonista. Entre muchas peripecias y al final del año los protagonistas acuerdan una cita para jurarse amor eterno; al mismo tiempo que la madre de Ming Jung decide llevárselo a los Estados Unidos, él la desobedece, se sale del taxi y va en busca de la chica. Mientras corre hacia ella es embestido por un inmenso camión. Al creerlo muerto, los amigos y la novia, lloran desventuradamente. Transcurren los años y ella sigue entristecida por su ausencia aun cuando está ligada con el amigo de toda la vida. Para la fiesta de compromiso, con Sam Jiug, Yu Ging se pierde en la ciudad sólo por creer haber visto al amado en una de sus calles. Así prosigue el trío amoroso y los conflictos emocionales de la trama durante toda la novela. Y es que resulta que el protagonista nunca murió (por supuesto) sino que perdiendo la memoria fue inducido, por medio de hipnosis, a una nueva personalidad más extrovertida (¿qué tal? ¿Modernos los coreanos, no?) En fin, la novela transcurre en un ambiente exageradamente frío. Con muchos exteriores y vistas naturales muy hermosas que permiten vislumbrar algunas caras de Corea.


Es tediosa porque es muy lenta. Escenas llenas de calma Zen muestran a personajes con una rivalidad caballerosa, valiente y un frío desapego por las necesidades del amado. Quizás una se ha acostumbrado a la movilización exagerada, de lo interno y externo, en las figuras de los culebrones de América Latina y nuestros excesos emocionales. La trama es grata, no se puede negar, más por lo diferente que por otra cosa. Pero es tan lentamente opuesta que resulta grosera. Me intrigó tanto la disparidad con lo actual que investigué, con una malévola actitud, sus secretos a fin de escribir con saña sobre su tedio.

Resulta que Sonata de invierno ha causado furor en todo el mercado asiático; ha sido transmitida en unos 20 países incluyendo Japón, Taiwán, China y Tailandia; también en Perú y en Méjico; las situaciones contadas muestran un ambiente similar al que se desarrollaba en Japón hace veinte años, y según parece, a los japoneses que han visitado Corea les recuerda al Japón del pasado. Así es como el interés por las telenovelas coreanas, hasta el punto de emitirlas dobladas al japonés en horario prime time, responde a un claro giro en el marketing japonés. Este tipo de novelas mantenían enganchadas a televidentes mayores de cuarenta años. Y hasta ahora, el motor de consumo de esta economía residía en los jóvenes, verdaderos enfant terrible capitalistas, frente a unos padres más predispuestos al ahorro. Por tanto, la publicidad iba dirigida hacia el mercado joven. Sin embargo, el envejecimiento de la población japonesa, junto con el hecho de existir una juventud pluriempleada con apenas poder adquisitivo, ha condicionado de tal forma el consumo japonés, que los jóvenes han pasado a un segundo plano a favor de un mercado a gusto de las obachan (abuelas) Y es que si algo caracteriza a este gusto por las telenovelas coreanas, es que a los jóvenes japoneses les causa repelús. Y no sólo a ellos sino también a los de otras latitudes. Por esto comprendí él por que es una novela tan lenta. El motivo por el que los protagonistas no se han dado un buen latazo y el que no haya escenas eróticas. También acepté, a raíz del hallazgo, que la madre le aconsejara (a la hija) que no pensara en el amor porque eso no era importante (¿¿¿???¡¡¡!!!) Por lo leído, y muy a regañadientes, accedí verla llorar llena de culpa por amar a otro hombre que no era su novio. Justificó, brevemente, que la ruptura del compromiso haya execrado a la protagonista del vínculo familiar: su madre dejó de tratarla y los amigos la abandonaron. Pero, y algún día tenía que empezar a quejarme, todo eso resulta magnífico para un cuento de hadas y no para una novela de adultos. Se percibe una inmensa desconexión con la realidad: la actuación de la protagonista no corresponde al de una mujer de este siglo (por muy enamorada que se esté) y es difícil encontrar a una mujer en extremo víctima (como lucía Yu Gin) mientras caminaba por su dilema emocional. Eso resultó desfasado hasta para una novela que refleje la sociedad de otro tiempo. Un día grité: ¡Hagan un trío y ya! Pero imagínense como hubiera reaccionado ante esa posibilidad si ni siquiera se han metido mano.

Entiendo que las novelas son ficciones y brotan de una visión, de parte de la realidad, que alguien está observando; y aunque no conozco Corea no puedo creer que una mujer actual retorne con un hombre, por obligación, al ver que este no come y decide morir porque su novia no lo ama. ¿Dónde se encuentra este hombre, en Venezuela, llorando por que no lo quise y sufriendo al verme preferir a otro? No lo conozco. Tampoco en el entorno de las amigas. No existe. Sí claro, les escucho decir que soy una cínica escéptica. A lo mejor es cierto y posiblemente estoy acostumbrada al excesivo realismo latino de crear una novela educativa-social-cultural. Por eso me pregunto ¿resulta más conveniente hacer un diagnóstico exacto de la realidad y reflejarlo en un texto, cuento, novela o más bien es conveniente hacer un montaje sobre un romanticismo místico, exagerado, de diálogos dispuestos a quitar el aliento pero absolutamente lejanos a la realidad? La respuesta supone una visión del mundo y la toma de posición ante ella. Y podría convertirse en un estudio filosófico de gran envergadura. O hacer como dice papá: ¡Pero si te fastidia tanto, no la veas!

Mientras observaba mis expresiones saltaban de la sorpresa a la incredulidad, luego al enojo y de nuevo al asombro. Se muestra llena de close-ups donde nunca se sabe si el protagonista está triste, rabioso o con miedo. No ha concluido pero ya sé como va la cosa y él por qué no se han besado. Es una tragedia china (¡perdón! Coreana) que te permite crear sub-tramas imaginarios mientras se desarrolla el conflicto a un ritmo de tortuga desmayada. Se muestra a una Corea activa económicamente, sin problemas de indigencia en calles amplias, faltas de basura y con bellos paisajes naturales. ¿Esa es la verdadera Corea? Y por otro lado, con la mirada bifurcada a nuestra sociedad ¿por cuánto tiempo Venezuela expondrá una realidad teñida en sus telenovelas? O ¿hasta cuándo durará la vista gorda gubernamental en la creación de estos espacios de corte socio-cultural y no tan fieles a la realidad? ¿O es a propósito? Pareciera ser así.

Lo que me gusta de la novela, para no exhibir una amarga disertación, son sus exteriores repletos de una belleza pacífica y solitaria, dignos de caminatas sosegadoras. Donde se manifiesta fuertemente una cultura parecida a la referencia que se tiene. En esos exteriores se nota el respeto, la reverencia y la adoración por lo natural, que la cultura oriental, siempre ha exhibido. Explica el excesivo y elegante modo de vestir representado con muchos suéteres, largas chaquetas y prendas “cuello tortuga” de lana gruesa, que impiden reflejar un abrazo más apasionado o caricias sensuales.

Ahora bien, el personaje femenino se muestra débil, casi sumiso; es como la madre “buena” de todos rebosando culpa por los poros. Cuida al novio (y al otro novio) como si fuera su mamá y se ancla en sus camas de hospital (respectivamente) más como una monja que como una mujer plena. Prefiero la actuación del protagonista quién es el único que muestra  personalidad, arrojo y una consecuencia de sus palabras en acciones. Se vislumbra a un hombre decidido y firme. Su actuación me ayudó a traducir una idea que viene desarrollándose en mi interior desde hace días: una se da cuenta cuando está ante personas que toman decisiones y se hacen responsables de ellas. Una mujer reconoce cuando un hombre ha elegido (consciente o inconscientemente) y si esa elección la incluye. Cuando no es así, muchas asumen el cuamatismo profesional y enfilan revancha contra cualquiera, que sospechosa, haya sido la causante de la omisión. Y si no ven la sangre correr van en pos del chico, que cae, si es uno de esos “pocos hombres” que les gustan los tríos o los dobleces. Esos que no saben resolver. Cuando me encuentro cerca de estas situaciones siempre asumo una elección: escojo no decidir. Acuerdo mantenerme al margen y observar los toros desde la barrera. Mirar como se desarrolla la situación en mi presencia ausente para advertir que grado de cobardía se está enfrentando. No conviene cambiar a las personas, se les impediría su genuina manifestación. Pero no hay que vivir la experiencia de otros. Y en la actualidad pareciera (porque no quiero generalizar) que hay un buen grupo que les cuesta manifestarse tal y como son y responsabilizarse por eso. Es más fácil en la actualidad ocultar, mentir, engañar, en vez de ser y mostrarse como se es. Y después de matar, robar o violar una de las vilezas más terribles del ser humano (a mi entender) es jugar con la esperanza y la buena voluntad de otro, asunto por demás cotidiano en la actual sociedad, que requiere de un mentiroso (a) profesional y un (a) inconsciente de oficio. Volviendo al tema de la novela noté la presencia de algunas frases y escenas donde la católica es la usanza religiosa, cuando en Corea los credos que se profesan son el budismo, confucionismo, animismo, protestantismo y por último el catolicismo. Parece que a este pequeño y selecto grupo pertenecen los protagonistas, cuando se juran amor eterno frente a un sagrario. Es tipo Zen: lenta, meditativa y color de rosa en algunas situaciones. Y muestra tendencias latinas en otras. ¿Cómo se explica esto? Fácil: marketing y ventas. Esa incoherencia y doble discurso son los que me han generado disgusto. A mi entender sobra lentitud y le falta picante latino manifestado en dos cuaimas de senos operados, un poco de chile mejicano y zamba brasilera que la haría más parecida a nuestro entorno y por eso vendible.

Para concluir y a modo de chismografía, parece que el protagonista ha pagado caro su éxito porque las bellas fotografías del desconocido Yon-sama, a lo Stallone, develaron sus  problemas de salud derivados de un abuso de esteroides y hormonas de crecimiento. Polémica en Japón que no lo es tal en Corea donde, supuestamente, los actores lucen cuerpos machacados en gimnasio. (Allí se los dejo). Y también Choi Ji Woo, la protagonista femenina se ha visto involucrada en un escándalo porque un conocido semanario japonés revelaba que su extraña pronunciación era debido a las numerosas operaciones de cirugía estética a las que se sabía sometido inmovilizando parte de su cara. Las noticias calificaban de infundadas las críticas. No me consta nada de esto es sólo parte del hallazgo y una forma de colocarle son latino a esta disertación. Y es que cuando el río suena…

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