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La culpa es de los ricos

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La culpa es de los ricos

Hace mucho tiempo en un lejano pueblo del viejo oeste sucedió una de las más grandes tragedias que en el mundo pudiera pasar. Little Venecia era un pueblo situado al sur, con suelos ricos para la siembra, abundancia de oro, mujeres hermosas y gobernantes descuidados. Cualquiera que buscara fortuna sabía que la podía conseguir en Little Venecia. Muchas personas hicieron grandes fortunas y lograron adueñarse de tierras, ferrocarriles, bancos y grandes medios de producción. Resaltaban en particular algunas importantes familias como la del super acaudalado Lawrence Mendoson quien producía toda la comida del pueblo, o la de Albert Vollberg quien vendía todo el ron que se consumía en el lugar. Por otra parte, la vida del pueblerino  tradicional era mucho más simple; trabajar en los campos y cuidar de la familia.  Pero un día toda esta armonía cambió. Un grupo de forajidos tomó posesión del pueblo. Convencieron a la gente común de una idea simple: Las familias acaudaladas los oprimen, ellos tienen la culpa de sus desgracias. Este grupo forajido no le importaba robar, matar o extorsionar con tal de mantenerse al mando del pueblo. Nombraron a un nuevo sheriff y hasta la policía les pertenecía. También se apoderaron de tierras y se nombraron a sí mismos los gobernadores del pueblo. Relegaron a los viejos políticos del pueblo a posiciones poco importantes  bajo la supervisión y tutelaje de la banda. A medida que transcurrían los años el pueblo se veía cada vez más destruido, como si hubiese pasado un cataclismo o un tornado.  Los forajidos y sus familias eran ahora los nuevos terratenientes, obscenos en cuanto a derroche y lujo. Pero el pueblo común era cada vez más pobre, sin alimento y sin medicinas languidecían sin ninguna esperanza. En algunas ocasiones, multitudes de campesinos salían con palos y piedras a intentar combatir a la banda forajida, pero eran repelidos con cañones, escopetas y revólveres. Por su parte los viejos políticos sugerían establecer diálogos con la banda forajida o simplemente solicitarles que se retiraran del pueblo. Soluciones tan sosas y lastimeras que perdieron el respeto de toda la gente.  Paulatinamente los pueblos vecinos dejaron de hacer negocios con los forajidos de Little Venecia y los reconocían como usurpadores, pero aunque esta situación cercaba a la banda criminal, no estaban dispuestos bajo ninguna circunstancia a ceder el poder del pueblo porque esto representaría su encarcelamiento o aun peor, que los colgaran. La única manera de combatir a la banda era con fuego y armas, pero ellos tenían el monopolio de ellas. Solo las grandes familias acaudaladas eran las que podían realmente confederarse y hacer una resistencia armada, contratando pistoleros y mercenarios o simplemente armando a los campesinos. Pero nunca lo hicieron. Prefirieron en su lugar seguir vendiendo harina o ron que enfrentarse a los forajidos. De todas formas, ellos seguían siendo ricos y sus hijos ya estaban fuera del pueblo, en el extranjero. Los acaudalados negociaron con la banda para mantener sus fortunas. No cumplieron con el rol del burgués ante las tiranías, como lo hicieron las castas de Little Venecia 200 años atrás cuando el imperio español los oprimió. Pactaron. Si bien es cierto que la banda de forajidos es la peor de las calamidades que pasaron por Little Venecia. Lawrence Mendoson y Albert Vollberg quedaran en la historia, junto con todas las familias acaudaladas que no movieron ni un dedo, como los responsables últimos de la desgracia del pueblo. Al final la banda forajida tenía razón en algo; ellos tenían la culpa.

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