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Entre tener pueblo y no tenerlo

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Recientemente, en una típica discusión política inevitable de nuestros días, el argumento de un partidario acérrimo oficialista eran los llamados logros recientes de la revolución y de todo lo que han podido hacer primeramente  porque gozaban de tener respaldo popular, de tener pueblo. Tanto me llamó la atención el postulado anterior simplemente porque no deja de ser cierto, al menos desde la vocería del gobierno, el enorme, infranqueable e inquebrantable respaldo popular del que gozan.

No tardé en reconocer que había, sin duda, razón (a medias) en la sentencia anterior. Y en un esfuerzo por cavar más hondo en esta dirección descubrí otras tantas verdades.

Quedarse en la pura aseveración puede e implica una serie de realidades sociales y económicas endorsadas que no están presentes en la realidad actual. Esto ya que la palabra pueblo es un poderoso símbolo que siempre ha sido muy codiciado y ultrajado por los demagogos para sus íntimos intereses. Esta simple palabra lleva adosado soberanía, razón, moralidad, libertad, en fin, credibilidad. De modo que el problema se reduce a preguntarse qué características tiene ese pueblo que los respalda.

Dado el gran consentimiento de un importante sector de la población sobre las declaraciones oficiales de la situación nacional por parte del gobierno, aún en evidencia de una enorme disociación con los indicadores económicos y sociales, con sus respectivas tendencias, no queda otra alternativa que suponer también que ese pueblo posee características muy especiales. Es un pueblo que asumió una autoridad, que delegó la verdad en un tercero, aquella que en el resquemor social por la marginación de tantos años donde le quedaron sólo sus símbolos y la esperanza, permitió que un grupo manipulara estos elementos para convertirlos en sus esclavos intelectuales. Esperanza que fue manipulada sistemáticamente para reclamar venganza contra un enemigo que resultó ser vuestro propio vecino. Todo como una vil excusa para justificar los errores cometidos de un modelo social/económico obsoleto, plagado además de incompetencia, de inmoralidad y de los errores intrínsecos al modelo mismo.

La verdad es que no tienen un pueblo libre, tienen una masa social mayoritariamente poseída por el condicionamiento intelectual que necesita consumir del verbo agresivo y violento para mantenerse activos en defensa de lo único que poseen: los símbolos y la esperanza. Este régimen conoce bien cómo manipular ese condicionamiento y no ha vacilado en profundizar su adoctrinamiento en las etapas iniciales del aprendizaje humano. El mensaje es muy claro: quieren más pueblo.

¿Cómo se revierte una situación así? Los índices indican una inminente fractura económica y social, de lo que apenas hemos empezado a vivir los temblores del crac que se avecina. Recuérdese que las personas no cambian por los resultados de sus experiencias sino por la perspectiva desde la que asimilan los hechos. Quien nunca transforma de paradigma simplemente se acostumbra y hasta justifica lo que le sucede a su alrededor. Así vemos colas en los mercados, racionamiento de insumos, delincuencia inmensurable y pare de contar y, sin embargo, no pasa nada en esas clases sociales más vulnerables, que en principio son los más afectados.

Desde mi análisis esta situación se revierte implementando un nuevo conjunto de símbolos. Pero no uno cualquiera cuyo resultado sea cambiar de adoctrinamiento y condicionamiento intelectual, sino uno muy especial, uno que permita la generación de nuevas condiciones que lo desenmascaren y destruyan a sí mismo y a otros conjuntos de símbolos y doctrinas. De forma similar a como los organismos vivos generan anticuerpos en presencia de una pequeña dosis de un determinado virus, una vez que el organismo ha convivido un tiempo prudente y en intensidad moderada para adaptarse al virus en cuestión. Debe ser un proceso de aprendizaje, estructuración, asimilación y evolución.

¿Por qué debe ser de esta forma? Porque ya está programado en los cerebros de los individuos de la sociedad moderna su forma de procesar y asimilar la información, de procesar los hechos. Así funcionan. De estas condiciones iniciales debemos valernos para iniciar nuevos caminos.

Es así como al oficialismo le sobra pueblo, le sobra pueblo esclavizado, quieren más pueblo condicionado, quieren más mentes que deleguen la verdad en ellos y en nadie más que ellos, el resto, es el culpable de sus calamidades. ¿Pruebas? No necesitan, resulta per se evidente.

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