Carta abierta a Venezuela

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Venezuela está desnuda ante el mundo, los aspectos sombríos de nuestra sociedad han emergido  en nuestro presente y amenazan con oscurecer nuestro futuro. En los últimos años ha habido un despertar colectivo que se ha expresado en distintas maneras, y que poco a poco tendría que irse convirtiendo en una consciencia política y social madura. A pesar de esto, este despertar no ha sido bien canalizado y en estos días hay un despilfarro enorme de energía en protestas destructivas por una parte y en esfuerzos por reprimirlas y taparlas por otra, lo cual nos va dejando cada vez más vacios. La vocación de nuestro país implica ser una nación fértil, generosa, alegre, solidaria y amorosa, un país que le sonríe al mundo mostrando con espontaneidad su mejor cara. Sin embargo, en este momento para muchos no hay razones para sonreir, la sonrisa y la alegría se han vuelto una mueca grotesca y burlona que se transmite en cadena nacional y que refleja un intento por desconocer la oscuridad que nos cubre actualmente. Ante esto, no se puede protestar contra la violencia de un gobierno con más violencia, la protesta debe ser pacífica y creativa, iluminada por la vocación hacia la luz que tienen los estudiantes, más que por su impulsivo espíritu adolescente.

Recordemos y analicemos nuestra historia para no seguir repitiendo escenarios ya antes sufridos, debemos dejar de lado los aspectos destructivos de lo masculino, cristalizados en la adoración de ídolos de guerra y la lógica de la supremacía del más arrecho que esclaviza a lideres oficialistas y opositores por igual, y conectarnos con el aspecto femenino creador, nutritivo y transformador de nuestro espíritu. Debemos gestar  nuestras acciones también con el aspecto estratégico masculino de la razón que canaliza la fuerza  y el buen juicio de lo femenino que integra la intuición con la justicia. De todos depende proponer escenarios de diálogo, colaboración, entendimiento y pacificación. Debemos ser hombres y mujeres íntegros y estar a la altura de nuestras difíciles circunstancias. Las élites del poder (oficialismo y oposición)  buscan arrastrarnos a todos en su lucha destructiva, la acción ciudadana puede y debe desconectarse de eso, invocando al espíritu de hermandad que debe reinar en todo momento, esa hermandad tan venezolana que nos caracteriza, ese ingenio que nos ha llevado a evitar las guerras y a favorecer la paz.

Se acabaron los caminos fáciles, el ta’ barato dame dos, la vida de abundancia y despilfarro, la viveza criolla solo nos sirve para hundirnos más. Es el momento de cultivar la disciplina, la paciencia, la austeridad, la inteligencia. Solo de esto emergerá una capacidad creativa superior que nos impulsará a salir de esta tormenta.  Dios está de nuestro lado cuando obramos desde la bondad para desvanecer el odio y restar el miedo. Un nuevo y gran comienzo nos espera, pero no hay autobuses hacia él, hay que construir el camino en conjunto.

Marco Moreno Gámez. 

Venezolano, psicólogo, psicoterapeuta.

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