Cómo construirse un día

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Soy nuevo en Panfleto negro, pero quiero -en vista de todo lo que pasa- compartir este trabajo mio:

«Al principio de cualquier evento desafortunado, la presencia inequívoca de que algo va a pasar llega a los labios, a los huesos, y si el cuerpo precisa de otro lugar a donde dirigir esa sensación, no lo pensará dos veces para hacerlo llegar al estómago.

Si tuviera que describir cada sensación por la que se pasa al momento de sufrir un mal sueño, un mal día o una mala compañía, no tendría suficientes palabras para definir todo ese proceso extraño del cuerpo. Sólo podría pensar que el cuerpo ya no es de uno, que la voluntad lo abandona sin previo aviso, sin carta de despedida; es así como uno va perdiendo poco a poco la dicha de ser “uno”, de ser una unidad completa (cuerpo, alma y mente) para acabar siendo “el pasar de las muchedumbres” en algo parecido a un espejo roto, a fragmentos del “Yo”.

Es en ese momento de quiebre, en la que las esquirlas van penetrando conscientemente en la sangre: rasgando, despellejando, incrustándose en cada órgano, hasta que finalmente llega al cerebro, a la mente -realmente el proceso es lento, casi  imperceptible- que uno se da cuenta que está perdido, desorientado y sin esperanza alguna de ser quien era.

Más no todo está perdido, tal vez es necesario ir sacando cada pedazo de vidrio incrustado con los dedos y con los dientes si es preciso, hasta completar un reflejo o una imagen distorsionada de uno mismo. No se crea que hallando los pedazos se completará a sí mismo, porque un espejo roto aunque complete sus partes, siempre dará imágenes distintas y no una sola; para ello necesitamos buscar un gran martillo y volver trizas todo aquello recolectado. Si no encuentra un martillo propio, no se preocupe, existe una serie gama de martillos en el mercado de la vida: Los martillos Descárticos, que destrozan lo que pisan poco a poco sin dejar pedazos grandes o pequeños; Los Nietzscheanos, que vuelven polvo con su sola presencia; o los martillos poéticos, que aunque son más lentos por destrozar cada pedazo por separado, son muy efectivos para los que necesitan lapsos de tiempo entre cada destrozo.

Ahora con el polvo de sí mismo, busque una buena fragua en algún lugar del mundo; no se frustre  si no encuentra nada en los primeros días, meses o años, no todos tenemos la buena suerte de encontrar todo a la primera, en ocasiones tardé más de lo necesario;  incluso si usted no prevé antes el lugar en el cual guardará el polvo de usted mismo, puede que el viento de la sociedad termine arrastrando lo que queda de usted.  Cuando consiga la fragua  tiene que alimentarla con algún fuego, bien sea con los fogonazos cortos del sexo, el ardiente deseo por el “ser” amado,  o uno que otro encuentro con lo “divino”.

Coja una vara de metal, insértela en la fragua con los pedazos previamente hechos trizas y deje que el fuego funda todo aquello; déjelo cocinar muy bien, muévalo de vez en cuando y sáquelo para que reciba el aire de la realidad. Siga con este procedimiento hasta que pueda conseguir la consistencia adecuada para modelar la imagen que desea: Una copa para ser llenada, un caballo para correr libremente, un ángel, una casa… En fin, la imagen que usted considere necesaria. Si al final de todo este proceso usted modela una imagen y aún no la reconoce como su “Yo”, comience desde el principio;  tal vez no consiga otra imagen en esta vida, pero no se preocupe puede que la consiga en otra. «

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