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Análisis político de un ignaro en la política

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Philippine Rabbit Bus Co Izusu V12 CVE-642 (fleet No 1199) and another bus at a bus and food stop on the highway at Sison, Pangasinan between Tarlac and Baguio, Philippines.
express000 / Foter.com / CC BY-NC-SA

Se han escrito ríos de tinta – bueno, millones de unos-y-ceros, pero todos entienden – sobre el momento que se está viviendo. Todo el mundo tiene una opinión, y la expresa sin ambages. Por supuesto no me quedo atrás, en cuanto a la posesión de mi propia opinión. Pero como no es para nada original, me la reservo.

Pero no es de ésto de lo que quiero hablar, sino de lo que viene en adelante. De la manera irresponsable que me caracteriza, por mi escaso o nulo conocimiento político, me lanzo este análisis: menudo escenario le va a tocar a quien le toque gobernar los próximos años: inflación desatada, deudas enormes con el extranjero, un estallido social a la vuelta de la esquina si no hayan como seguir financiando las misiones. Y la economía dependiente de los avatares del precio de los hidrocarburos, que amenazan con bajar. Es un panorama sombrío, sin duda. Pero ambas partes en pugna desean quedarse con él. Los oficialistas pretenden heredar el capital político que dejó Chávez, pero ninguno de ellos calza ni de lejos sus zapatos. Vemos como todos los esfuerzos están dirigidos a vender la figura del ungido Maduro como digno sucesor del caudillo fallecido, pero un rápido sondeo dentro de los conocidos chavistas hace ver que tuercen la nariz cuando se le nombra.

Por otro lado, la oposición las tiene negras. Viene de una enorme debacle en las últimas elecciones, en donde fue barrida sin conmiseración por los candidatos chavistas, quienes – hay que decirlo- no contaron con el poder del portaaviones de costumbre, pues sus apariciones públicas casi fueron inexistentes, y no pudo regalarles la ritual alzada de brazos del pasado. Con todo y eso la fuerza de la maquinaria se impuso, y se perdieron gobernaciones emblemáticas, como las del Zulia, Carabobo y Táchira. Ahora se enfrentan a una encrucijada: sacrificar a su mejor caballo, quien no las tiene todas consigo a pesar de haber retenido su gobernación, o perder el poco prestigio que le queda lanzando a un segundón, que no le duela mucho a nadie pero que no dé ninguna pelea, ante la casi segura posibilidad de perder. Porque estemos claros: aunque Maduro sea un helado de yuca, es el helado que recomendó Chávez; al líder no se le discute, y la base chavista votará por él, en su gran mayoría, sin chistar.

Creo que a estas alturas los dados están echados, y la oposición se va a restear con Capriles. Lo siento por él, dos derrotas electorales seguidas, en la arena presidencial, son como muchas (aunque Caldera tuvo más que esas). Maduro va a ganar, pero sus propias limitaciones le van a pasar factura, y es muy posible que no logre terminar su período, pues el mismo chavismo va a provocar su salida, cuando se harte y vea que no es, ni de lejos, equivalente a Chávez. De cómo reaccionen los demás factores de poder ante esa eventualidad va a depender lo que ocurra en adelante.

Yo, por mi parte, voy a votar por María Bolívar. Si voy a perder mi voto, lo haré con estilo.

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