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Filtradas cartas de amor a Chávez

Mi amor por Chávez es otro beta
mi amor por Chávez es otro beta

Un periódico local de Falcón convocó a un “concurso literario” llamado “Cartas de Amor para mi Comandante”.

panfletonegro ha sido uno de los beneficiarios de lo que parece ser el primer caso de wikileaks criollo. A nuestra redacción llegó un archivo conteniendo los documentos que a continuación publicamos, pertenecientes al concurso de cartas de amor a Chávez.

Condiciones del concurso

Querido Hugo Chávez

Decia El Che Guevara que un verdadero revolucionario estaba guiado por sentmientos de amor. Yo te amo Hugo pero mi amor por ti va mas alla de la revolución de tu trabajo incansable por los pobres de la tierra de la forma en que has liderado latinoamerica y el mundo.

Mi amor por ti también es pasional, porque por que negarlo eres además de grande y fuerte muy atractivo.

Yo estoy casada, mi marido Andres es trabajador social, actualmente esta trabajando para la misión robinson. Gracias a el he mejorado mi escritura y he aprendido a expresarme por escrito, se lo agradezco porque solo asi puedo mandarte esta carta para expresarte mis deseos y lo que pienso de ti.

Tu voz reverbera en mi memoria golpeando mi cabeza y despertando un alboroso en mi que solo se calma cuando llega Andres y hacemos nuestras cosas. Yo, lo confieso, pienso en ti cuando hacemos el amor. Imagino tu nariz puntiaguda rozando mi sexo, imagino las manos que cargaron aquel fusil el cuatro de febrero tomando mis pechos y haciéndolos estremecerse de escozor, imagino que paso mis manos sobre los alambres de tus cabellos étnicos esos que son el odio de la burguesía rubia que nunca entendera el sabor de tu color de ese chocolate con olor a pueblo que deseo adentro de mi cuerpo y del que solo tengo esta evocación prohibida que hago cuando mi marido me posee.

Hugo desde que te divorciaste de Marisabel he deseado que pases por mi pueblo, que nos veamos y encontremos para poder darle rienda suelta a esto que siento por ti.

Espero que no te ofenda mi deseo, los hombres no deben ofenderse por el deseo carnal femenino, deben satisfacerlo y dejarse arrastrar por su vendaval desaforado.

Siempre tuya.

Jamileth Osorio – Coro.

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Para Hugo Chávez Frías

Desde que te conozco, hay un eco en cada rama que repite tu nombre; en las ramas altas, lejanas; en las ramas que están junto a nosotros, se oye.

Se oye como si despertáramos de un sueño en el alba.

Se respira en las hojas, se mueve como se mueven las gotas del agua.

Comandante Chávez: corazón de mi patria

Junto a tu nombre el dolor es una cosa extraña.

Es una cosa que nos mira y se va, como se va la sangre de una herida; como se va la muerte de la vida.

Y la vida se llena con tu nombre: Hugo Chávez Frías, claridad esclarecida.

Yo pondría mi corazón entre tus manos sin que él se rebelara.

No tendría ni así de miedo, porque sabría quién lo tomaba.

Y un corazón que sabe y que presiente cuál es la mano amiga, manejada por otro corazón, no teme nada.

¿Y qué mejor amparo tendría él, que esas tus manos, Comandante Chávez?

He aprendido a decir tu nombre mientras duermo. Lo he aprendido a decir entre la noche iluminada.

Lo han aprendido ya el Samán y la tarde…

Y el viento lo ha llevado hasta los montes y lo ha puesto en las espigas de los trigales. Y lo murmura el río Orinoco…

Comandante Chávez:

Hoy he sembrado un hueso de durazno en tu nombre.

Carmen Mejías

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Hugo.

Quiero beber los besos de tu boca como si fueran gotas de rocio y alli en el aire dibujar tu nombre junto con el mio y en un acorde dulce de guitarra hacer locura de tus sentimientos y en el sutil abrazo de la noche sepas lo que siento.
Cada vez que escucho tus cadenas y te oigo cantar en ellas siento que dentro de ti quiero quedarme en cautiverio para sumarme el aire que respiras y en cada espacio unir mis ilusiones junto con tu vida.
Cuando regreses (que se que sera pronto) voy a encender el fuego de tu piel callada mojare tus labios de agua apasionada para que tejamos sueños de la nada porque sabes que? Estoy enamorada y tu amor me hace grande estoy enamorada y que bien me hace amarte Hugo.

Me despido confesándote que le he robado el alma al aire para dartela en este suspiro.

Con amor revolucionario.

Berta Jimenez – Las salinas de las cumaraguas.

 

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Querido comandante,

He esperado por ti todo el tiempo. No puede tardar mucho más, le digo a mi húmeda y triste persona. De un momento a otro vuelve a estar en escena: el hombre más valiente sobre la tierra, un hombre que es mío y nuestro y yo suya hasta el final de la tierra y largo tiempo después. Comandante, lo quiero ¿te has olvidado de mi? ¿Me odias? ¿Por qué no escribes? Un mes puede parecer un pequeño tiempo, pero para mi es tan largo como el tiempo de las montañas y profundo como mi amor por ti. En este mes todos los lugares donde he estado apestan. He pensado en ir a la Habana a visitarte, a estar con los tuyos. ¿Nos recibirías, comandante? No quiero ver a nadie ni hablar con nadie, estoy perdida sin ti.

Oh por qué, por qué, no arreglamos esto de alguna manera que salgamos juntos de este devastador, insano, demoniacamente ruidoso, rugidor problema. Habríamos podido arreglarlo de alguna manera antes. Por qué, oh, por qué, pensé que podría vivir, que podría llegar a vivir, como pude pensar en vivir todos éstos torturantes, interminables días, que se repiten como eco sin tí…. He recorrido por lo que me pareció, y probablemente fue, miles de kilómetros, iluminados adelante. Los caminos inmensamente abigarrados de nuestra Veneuzela, de ciudad en ciudad, colegio en colegio, universidad en universidad, hotel en hotel, y todo lo que deseo, antes de Cristo, antes de usted, es abrazarlo de vuelta en Miraflores.

Gisela Martínez – El Moyepo, Estado Falcón

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Mi dulce y travieso Comandante Presidente. Aquí está otro cheque de la misión que usaré para comprarte lindos interiores o medias o ligas. Compraré para ti interiores de puta, amor, y me aseguraré de rociarles las piernas con algún agradable aroma y también de mancharlas un poquito atrás.

Pareces ansioso de saber cómo recibí tu carta, esa con tu rúbrica hermosa y roja. Imagino que me envías una carta firmada así y me dices cosas sucias. Imagino que me dices que lo harás con tu lengua (y no me refiero sólo a que me lo chupes) y en esa amable firma que escribiste bien grande y subrayada, pequeño canalla. Es excitante soñar con que me dices palabras escritas pensadas con tu sexo. Pero prefiero que hables de ti y no de mí. Escríbeme una larga, larga carta, llena de esas y otras cosas, acerca de ti, querido. Ahora ya sabes cómo regalárme una erección. Dime las más pequeñas cosas acerca de ti tan detalladamente mientras sean obscenas, sucias y secretas. No escribas otra cosa. Deja a cada oración llenarse de sucias e impúdicas palabras y sonidos. Son lo que más espero oír y ver en el papel, porque las más sucias son las más hermosas.

Las dos partes de tu cuerpo que hacen cosas sucias son las más amadas por mí. Prefiero tu culo, querido, a tus tetillas porque hace cosas más sucias. Si amo tanto tu machete no tanto por ser la parte de tu cuerpo que me penetra, sino porque hace otra cosa sucia. Puedo pasar todo el día acostado putaneando mientras miro tus fotos en uniforme y la cosa que quisiera que me hicieras con tu lengua. Desearía poder oír tus labios murmurando esas celestiales y excitantes palabras sucias, ver tu boca haciendo ruidos y sonidos sucios, sentir tu cuerpo culebreando debajo mío oír y oler los gruesos sucios peos de zambo irse pop pop fuera de tu hermoso culo desnudo de comandante y coger, coger, coger el sexo de mi caliente presidente, mi grande y cogedor pajarito por siempre.

Estoy feliz ahora, porque imagino a mi putito decirme que quiere que lo hagamos por atrás, y quiere que lo coja por la boca, y quiere desabotonarme y sacar mi manduco y chuparlo como una teta. Más y más sucias que éstas cosas quiere deseo hacer, mi pequeño y desnudo cogedor, mi pícaro y culebreador pequeño culeador, mi dulce y sucio peorrito

Buenas noches mi pequeño culito, me voy a acostar y jhacerme la paja hasta acabar. Escríbeme más y más sucio, querido. Hazle cosquillitas a tu gordo pene mientras me escribes para que te haga decir peores y peores cosas. Escribe las palabras obscenas grandes y subrayadas y bésalas y ponlas un momento en tu dulce sexo caliente, querido, y también levanta un momento tu bata y ponlas debajo de tu querido culito peorrero. Haz más si quieres y mándame entonces la carta, mi querido pajarito cogedor y yo imaginaré que penetro tu enojado trasero.

Braulio Giménez
Dabajuro

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TÚ MI HURACÁN, YO TU BRIZNA

 

Mi Querido Hugo,

¿Qué son las despedidas si no saludos disfrazados de tristeza? Lo mismo que el deseo y el placer de verte mientras te desnudas y te envuelves en las sábanas. Nunca has sido mío. Nunca pude poseerte y amarte. Nunca me amaste o me amaste demasiado o me admiraste como la niña que toma una lente y se pone a ver cómo marchan las hormigas y cómo, en un esfuerzo incasable y lleno de fatiga, cargan enormes migajas de pan. Qué son aquellas noches lluviosas en medio de la cama de un hotel. Qué el recuerdo de nuestros pasos por el Centro, en el Teatro Teresa Carreño o en la sala de conciertos. Qué son los recuerdos de los celos y de tus amantes y de Nicolás, y Diosdado, y de mis amantes.

Hugo, no creo que nadie haya sido tan feliz como lo fuimos nosotros. No creo que exista en la historia un hombre y su amante, como tú y como yo, con nuestra historia, nuestras circunstancias con aquello que se desbordaba en los pozos petroleros, el ruido del pueblo en la calle y la explosión de tu mirada inquieta de ojos delineados en negro con la sinceridad de tu cuerpo frágil y tu secreto agresivo e insaciable. El recuerdo puede ser cruel cuando estás en La Habana, a punto de volar febrilmente a tu próximo destino, a otros brazos que te reciban expectantes y hambrientos. El recuerdo de tu diario rojo que tirabas en la humedad de la cama entre tus labios entreabiertos y mis ganas de desearte. Te deseo. Te deseo con la desesperación y el anhelo de lo imposible y ya te has ido y tal vez, en un sueño imaginativo y romántico, leerás estas palabras una y otra vez, en medio de mi Caracas, con la gente pasando en medio de las calles y la sorpresa en tus ojos y la gran dama con el fuego en la mano derecha.

Mi querido Hugo, mon petit, ma jolie, infanta inquieta de sal nocturna. Te extraño cuando huyes de madrugada y te extraño cuando camino y me tomo un café en Chacaíto, te extraño cuando Nicolás se acerca cariñoso y cuando paso por los Mercales. Te extraño casi a todas horas: cuando escribo, cuando te pienso, cuando escucho las campanas que me anuncian que ya son las tres, cuando me acuerdo de las horas interminables entre humo y whisky, cuando tengo una comida que dura toda la tarde, también cuando me despido de ti cada día a la misma hora, cuando como en aquel lugar donde nos dio el aire y cuando escucho la radio. Adiós, Hugo, adiós. Ya nos encontraremos en otras vidas y en otras vidas podré poseerte y quedarme contigo para siempre. Ya te veré en medio de la nieve y entre libros y vino. Adiós,

Jordan José de los Llanos Mangual

 

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