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Octava edición de la Revista artístico-literaria Río Negro

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Octava edición de la Revista artístico-literaria Río Negro
Revista Río Negro 8

 

Editorial

Si hemos crecido, madurado o evolucionado, indicarlo es derecho de ustedes. En cuanto a nosotros como grupo de trabajo podemos decir que ante la consciencia del propio eterno vacío que conlleva a la búsqueda de la comunión con el otro, hemos cumplido con la labor de perseguir constantemente nuevas vías de acercamiento, sin reemplazar por eso la esencia de la constancia como base de nuestro trabajo. Esta es una confesión necesaria, amplia y de múltiples interpretaciones, pero también verídica que sentimos que nos redime como cualquier cotidiano rito, esta vez descubierto en un escenario en las últimas palabras después de la función que requiere del remate de una literalidad nacida del instinto del presente. Se las debemos por confiarnos sus trabajos, su tiempo y mucho más que desconocemos y que hemos atisbado con seriedad. Somos tipos simples y soñadores, que hemos dejado ciertos placeres de lado para entramar esto que es Río Negro; objetivos, los hay por supuesto, pero no tiene sentido hablar de ellos cuando hay una necesidad de primer orden para los creadores, la cual es la existencia de la recepción. Porque dicen que si un rayo golpea un viejo madero y nadie está para escuchar su grito, no se oirá el peso de su cuerpo aclamando sobre la tierra; con esto no queremos decir que somos los únicos y los imprescindibles para el encuentro de los unos y los otros, de los subterráneos con los iluminados, o los refugiados con los que sienten en el pecho la fiebre del grito por la libertad, o que no queremos escuchar jamás las historias de los encuentros que los autores han tenido en su vida íntima que han marcado la dirección de su creación artística y por consecuencia sus vidas, de hecho, sí las queremos escuchar, queremos y necesitamos para crecer, todo lo que el autor nos acepte entregar de sí, su creación y su nebulosa, sus experiencias y con ellas, su razón y su ira. Porque la verdad, siendo honestos, es de la fuerza de la inquietud a veces amarga de todos nosotros de donde ha nacido este proyecto. El fin de la Contracorriente no como una herida, sino como cierta sabiduría callejera que llamamos arte. Es que esa es la forma más honesta que podemos definir el arte en este incendiario presente: Aún queda tiempo para salvar aquello que queremos, aún queda tiempo para aprender a mirarnos a los ojos.

Colectivo Río Negro

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