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Dos cuñas del CNE y la intolerancia.

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Ha sido coincidencia que mientras yo cocinaba este texto en mi cabeza haya aparecido un excelente artículo sobre el «cine arte PSUV». Sin embargo, mientras el artículo de Elena estudia el origen de los videos aquellos de la chica ñángara y el cochino, lo que me propongo hacer aquí es mucho más simple. Sólo voy a presentarles dos cuñas del CNE que tienen la misma idea de fondo. Luego trataré de vincularlo con una infortunada intervención reciente de un personaje del alto gobierno.

 

Perucho el Nerd:

Primero tenemos esta cuña del año 2011:

En ella el CNE invita a actualizar los datos en el Registro Electoral Permanente.

Con un tono pretendidamente simpático, muestran a un sujeto llamado Perucho que cambia de domicilio y conoce a una vecina atractiva cuyo nombre no se especifíca. Perucho es, evidentemente, un nerd. Quizá no en el sentido intelectual, al que estamos acostumbrados por acá, pero sí en un sentido general. Es un inadaptado que usa lentes de pasta (¡ey, un momento, yo pensaba que eso era cool!) y se viste como su abuelo, con tirantes y demás.

Perucho aparentemente es un romántico: toca la guitarra, trata de conquistar a la chica con flores… En cambio la vecina es una muchacha superficial, que no le «para» al pobre Perucho a causa de su apariencia vintage. Con todo, Perucho parece ser un tipo incluso agradable, un buen muchacho; quizá un tanto apocado pero agradable, cortés, educado.

Los vecinos parece que sufren al ver sufrir al bueno de Perucho, y le recomiendan, no, le recomiendan no, le suplican, le imploran que se actualice. Petición a la cual Perucho hace caso y termina levantándose a la muchacha y además, por las dudas, actualiza sus datos en el CNE. Fin de la historia.

¿Qué hay de malo con el cuento de Perucho?

Bien… a decir verdad, Perucho se actualizo… más bien digamos que se hubiera actualizado si la cuña hubiera sido de 1985, más o menos. En ese caso tendríamos un gran problema con esa laptop e incluso con el mismo nombre del CNE, que en ese entonces era CSE. Pero bueno… qué vamos a hacerle, una nueva prueba de que el viaje en el tiempo es posible.

Digamos que ese es un defecto formal, pero ahora yéndonos al fondo ¿Soy el único que piensa que Perucho «actualizado» resulta un personaje bastante desagradable? Nada más miren la actitud sobrada, canchera del Perucho Reloaded. Miren el gesto desagradable que hace con la boca en el segundo 00:35, completamente impropio de una persona con un mínimo de cortesía. Miren la forma en que acaricia la barbilla de la muchacha en el segundo 00:38, como si fuera un objeto, una mascota. Esa caricia se muestra más como un gesto que reafirma la posesión frente a los demás que como una auténtica expresión de cariño. Se nos volvió una joya, el Perucho.

Otra cosa que me llama la atención son los vecinos en el segundo 00:25 diciendo «actualízate, Perucho». ¿Por qué no me gusta? Por la clara intromisión de estos chismosos en la vida de Perucho. Porque pintan a Perucho como un bobo sin personalidad que no sabe lo que le conviene sin que los vecinos se lo digan.

En definitiva, Perucho es el «raro», el «diferente» a quien todo el mundo rechaza, hasta que se vuelve como los demás (bueno, hasta que se vuelve como eran los demás en 1985, pero de nuevo ¿qué vamos a hacerle?).

 

 

Delfina la peculiar:

Esta cuña es reciente, de este año 2012. La idea es la misma: que la gente cambie sus datos en el REP en caso de haber cambiado de domicilio.

Aquí sí arrancan mostrando las malas intenciones desde el principio: «Las costumbres de Delfina llaman mucho la atención». Delfina es una mujer medio rara. No sabemos si vive sola, pero me atrevería a decir que sí. Es lo que puede esperarse de la mente clichetosa y lugarcomunista de estos spots.

Me parece que Delfina goza una bola yendo al centro para cualquier pendejada. Es su diversión. ¡Que le gusta votar en el centro, coño! Es lo que no termina de entender el juvenil funcionario del segundo 00:21. Un buen muchacho, sin duda. Seguramente deportista. Me recuerda al vecino de Winston en 1984.

A Delfina le gusta salir, distraerse, ver gente. No le gusta quedarse encerrada en su casa o en su cuadra.

Andrés Barrios, en su papel de clarinetista (ya lo vimos en la cuña de Perucho), le dice a Delfina «¡pero si lo tienes ahí mismito, chica!», a lo mejor con buena intención y todo. Pero yo lo que escucho es otra cosa. Escucho que le dice a Delfina que se avispe, que sea viva, que aproveche… Delfina por sí misma jamás se hubiera dado cuenta. Ella no sabe lo que le conviene, necesita escucharlo de otros.

A Delfina le gusta salir, tomar el autobús, contagiarse del dinamismo citadino. Sin embargo eso es visto como algo peculiar y hasta cierto punto inaceptable al no coincidir con lo que sugiere el sentido común.

 

¿Cuál es el trasfondo común a ambos videos?

Simple: las diferencias son inaceptables. La excentricidad es inaceptable. Hay que ser como todos, hay que hacer las cosas como las hacen todos. Hay que ser un pavo para levantar (aunque sea al estilo de los ochentas). Doña Delfina que se deje de andar paseando…

Este tipo expresó mucho más diáfanamente ese mismo rechazo a la diferencia hace poco:

 

 

 

 

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