De izquierda

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Mi niñez fue una divertida. Lo más que disfrutaba era hablarme frente al espejo y lo mejor de todo eran las muecas de risas y tristeza que podía ejecutar corridas. Recuerdo las peleas que hacia frente al espejo de closet que tenía, era tan grande, era una pared de mi cuarto y cuando quería esconderme de mi, solo entraba a mi closet. Frente a ese espejo pasaba horas y horas y horas… A mi madre siempre le preocupaba el silencio, le parecía que estaba haciendo alguna travesura. Mis días favoritos fueron los de lluvia. Apagaba la luz y tomaba mi flashlight color rosa y comenzaba mi teatro. Eran monólogos, donde me reservaba el papel de protagonista, antagonista y también hacia de espectadores, todos yo sola. Así fueron muchos de mis días, consecuencia de tener un solo hermano y vivir en un lugar donde solo viven personas mayores. Mi hermano tenía otros intereses, en aquel tiempo eran muy famoso el nintendo, el super nintendo y el nintendo 64; el super nintendo sustituyo al nintendo y el nintendo 64 sustituyo el super nintendo. Típico del capitalismo, en el que vivo sumergida. Además, mi hermano no me dejaba tocar sus controles, según él yo no sabía usarlos, pero para mi solo era tocar los botones y ya. Mi papá para evitar peleas entre nosotros, me regaló un Game Boy, antes que a él. Para mi hermano fue la mayor ofensa de su vida. Esa decisión de mi papá, según él, fue injusta. Estaba muy indignado y me solía decir que yo tenía un juego de niño porque decía Game BOY, NIÑO, que ese aparato me convertía en una nena-nene. Yo me defendía mostrándole mis juegos de The Little Mermaid y Tetris, con él que desarrollé mis extremas habilidades de organización y limpieza excesiva. Sí, soy muy impulsiva en la limpieza y en la organización a mis 26 años. En fin, mi hermano y yo somos unidos, pero claro, es muy machista y eso le impide hacerme una llamada o enviarme algún mensaje por alguno de los medios sociales famosos de esta década o simplemente textearme. Es consecuencia de ser un año y varios meses menor que mi hermano. En la escuela ni me conocía, era una tortura para él que yo estuviera en su misma escuela. No me quería ver al medio día ni a la hora de la salida. Gracias a Dios, nuestra tía-abuela era la maestra de ciencia de la elemental, la maestra Medina. Ella siempre estaba pendiente de mi. Recuerdo el día en que llevo a unos astronautas a la escuela. Estaba en mi primer grado de primaria, y no se, pero ella consiguió que trajeran unos astronautas de la NASA. Mi maestra de primer grado, la maestra Nieves; mi escogió para que fuera con otros compañeros a ver a los astronautas. Hoy no recuerdo quienes fueron esos compañeros y mucho menos de lo que hablaron los astronautas, pero es lógico, solo tenía unos 6 años de edad. Lo que recuerdo muy bien son las caras de los astronauta. Esas caras emocionadas y ese hablar enredao, porque intentaban hablar español; fue ese encuentro con lo que yo quería ser cuando fuera grande. ¡Sí, yo había decidido ser astronauta! Mi mente se lleno de estrellas y planetas. Yo quería ir al espacio como ellos, quería hacer lo que me parecía imposible hacer. Entonces dejo de gustarme el rosa para gustarme el azul. Todo giraba en el color azul, le di un significado, ahora era astronauta. Significaba para mi: el espacio, las estrellas y todo lo relacionado a lo sideral. Mi vida había cambiado y comenzaba a formarme metas fijas y retadoras. Pero me enfrentaba con un serio problema. Aún en mi primer grado de primaria, a la maestra Nieves, parecía que le causaba ansiedad que yo prefiriera cambiar la posición de mi libreta que hacerme un nudo humano para poder escribir. No imaginan lo mucho que me molestaba que la maestra Nieves fuera a mi pupitre solo a cambiar mi libreta virada para colocarla según su criterio, de manera derecha. Claro, esa posición duraba segundos, porque yo no podía torcer mi pequeño cuerpo para escribir, como algunos de mis compañeros. De este tipo de incidentes no recuerdo que sucediera otro por solo ser zurda.

Está mañana recordé todo un momento de mi vida. Como se ha convertido en costumbre para mi este año. Todas las mañanas, a las 9 am voy de camino al merendero a desayunar. Fue una mañana lluviosa, como suele suceder en ocasiones, pero siempre me molesta la lluvia, no me gusta mojarme los pies, porque los siento sucios. No recuerdo con que mano abrí la sombrilla al momento de salir de la torre de la Universidad de Puerto Rico, a lo mejor la llevaba en la mano izquierda o haría un cambio de mano para poder abrirla, son de estos detalles que hacemos automáticos. Llegué al merendero con una amiga, cerré la sombrilla. Escogí uno de los puestos, se me antojaban unas tostadas con queso suizo, así que terminé en el puesto de Johnny. Desayuné, hablé y mucho, y luego me despedí de mi amiga. Cuando bote la basura y me dispuse abrir la sombrilla con mi mano derecha, fue imposible. Lo intente varias veces, hice como mujer-hombre, pero los intentos fueron inútiles, sentí un dolor insoportable en mi muñeca derecha, tanto que tuve que soltar la sombrilla bruscamente, fui como todo una niña, como diría mi hermano. Sin otra opción, tuve que cambiar de mano y usar mi mano izquierda. Entonces, fue cuando pude abrir la sombrilla sin ninguna dificultad y tuve el tiempo contado para llegar a mi trabajo. Pero, en ese momento mi mente corrió y corrió, entonces me enfrentaba a otro de mis grandes problemas, la curiosidad y la consecuencia de dejarla fluir. En ese momento del intento de abrir mi sombrilla y el dolor en la muñeca, me llevó a pensar que soy totalmente izquierda. En ese drenar de ideas en cuanto a la izquierda y la derecha, y de la parte de mi cerebro que funciona, que si es la derecha pero se refleja en mi lado izquierdo del cuerpo, pero todo esto me sonaba a contradicción. Terminé escribiendo en un medio social donde suelo escribir frases: «Como soy de izquierda se me imposibilita la derecha». Inevitablemente tuve que ir más allá, mis dudas me retumbaban en mi cabeza. Me preguntaba: ¿por qué los derechos no pueden entender a los izquierdos? Claro, pensé en mi maestra Nieves y su ansiedad de ver mi libreta virada. Ahora me parece entenderla, como yo soy compulsiva, quizás ella también lo era. Quizás ver mi libreta fuera de la posición y no verla como las de mis demás compañeros, era la misma sensación que yo siento por la limpieza, cuando veo el sucio debo exterminarlo. Pero tuve que seguir con mis dudas y me enfrente a los simbolismos. La izquierda es símbolo de lo negativo. Mi abuelo sufría cada vez que me veía con un lápiz en la mano izquierda, él hacia que lo tomará con la derecha. Llegó el día en que mi mamá tuvo que decirle que me dejará ser, que yo había nacido izquierda, que me aceptará diferente. No le quedó de otra a mi abuelo que dejarme ser izquierda. Pero de los cuatro nietos que somos, la diferente soy yo. Una niña rubia, de pestañas y cejas negras azabaches, creo que es mi herencia taína; de ojos marrón claro, literalmente la más pequeña de los cuatro, pero la que dominaba y decidía el juego a jugar. La que tenía el poder era yo, la que decidía la política del juego era yo. Cuando pensaba en esos momentos, mis inquietudes salieron nuevamente, ¿por qué existe la política izquierdista? ¿A caso Marx era zurdo? Yo no conocí a Marx y digo y redigo: «Marx existió, yo existo». Mi relación con Marx nunca ha sido saludable. En fin, es que llegue a pensar que toda política de izquierda en mi isla es vista como el tercer mundo, aunque para mi somos un tercer mundo con un disfraz de primer mundo. Para las personas que me rodean, sería volver a los años 30 o 40, la pobreza, la hambruna, la sobrevivencia. Prohibido se nos tiene mirar a Cuba; «¡Dios nos libre de llegar a ser como Cuba!»

OjO… Izquierda, izquierdo, izquierdismo, zurdo, zurda; va desde la simple y compleja anatomía del cuerpo hasta a las estructuras políticas. Tengo que retomar el relato, un gran amigo asumió que por fin había decidido colocarme una etiqueta política. En esa red social de publicar frases e ideas, me escribió: «eso está muy fuerte». Me imaginé por donde iba, ya me había dado cuenta que mi idea se veía más política que otra cosa. Cuando le hice la historia de porque publiqué :»Como soy izquierda se me imposibilita la derecha»; se desanimó, y lo que si me dijo fue que me la robaría para darle un uso filosófico. Para mi que es un derecho y asume que es izquierdo.

miércoles a jueves, 27 al 28 de abril 2011

3 Comentarios

  1. Totalmente cierto, todo lo que implica ser zurdo en un mundo por y para diestros. Menos mal que ya no existen tantos prejuicios como antes (aunque todavía me miran feo las veces que saludo con la izquierda). Desde abrelatas hasta armas de fuego, pasando por herramientas industriales e instrumentos musicales. Al menos tenemos discriminación positiva en los seguros.

    Resulta muy fácil que nos digan «acostúmbrate a usar la derecha y ya», no los culpo de ello, simplemente no les ha tocado hacer eso.

    Un día tendré en mi casa un montón de artículos para zurdos y haré que mis invitados diestros las utilicen.

  2. Me agradó tu trabajo sobre las izquierdas pero se te pasó indicar el origen. En la Asamblea Francesa los más extremistas se sentaban a la izquierda visto desde el podium… Asi comenzaron a llamarse inquierdistas… No te alarmes porque no tiene quever nada con los zurdos aunque «el que te conté» lo sea.

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