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ZOO: los zoofílicos también tienen su corazoncito

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Anoche ví el documental titulado ‘ZOO’. Este film trata sobre el caso de sexo con caballos de Enumclaw en el estado de Washington, EEUU. El documental debutó en Sundance en 2007 y fué recibido favorablemente por la crítica.

En mi opinión, aparte de la excelente fotografía, lo que más destaca es el hecho de presentar abiertamente la visión de quienes participaron en las actividades que desencadenaron la muerte de Kenneth Pinyan sin ningún tipo de prejuicios, permitiéndonos aprender un poco sobre este mundo que nos puede parecer tan bizarro y, en principio, extraño. Kenneth (aka Mr. Hands) era un ingeniero de la Boeing, padre de familia, que se se asoció con este grupo gracias a las comunidades de zoofílicos que existen en internet.

El tema que me parece central en este film, más que el hecho de que personas aparentemente ‘normales’ pueden practicar este tipo de actividades extremas para la mayoría de nosotros, es las razones que nos llevan como sociedad el rechazar e incluso prohibirlas. La zoofilia no estaba prohibida por el sistema legal del estado de Washington hasta que se destapó la olla inmediatamente después de la muerte de Pinyan. Hoy en día, una persona puede ser condenada hasta 10 años de prisión de ser encontrada culpable de practicar sexo con animales. Entre las razones usadas para justificar tal legislación está la de proteger los animales de abusos.

Sin embargo esto me genera la primera pregunta. ¿Está mal tener sexo con animales pero está bien matarlos? ¿Qué hay de someterlos a una vida de abusos y sufrimiento para nuestro beneficio? Porque vamos a estar claros, los pollos que son criados para alimentarnos son sometidos diarimente a peores vejaciones que las que cualquiera de los caballos de Enumclaw nunca tuvo que soportar.

Aquí les dejo un ejemplo del tipo de cosas que nosotros, las personas ‘normales’, estamos dispuestos a tolerar en nombre de una buena papa dominguera:

El asunto tiene más que ver, en mi opinión, con lo que es socialmente aceptado como prácticas sexuales normales dentro de nuestra sociedad. Y, hablando de ‘nuestra’ sociedad, ¿Qué hay de la zoofilia en Venezuela? Yo viví por unos años en una ciudad capital del oriente del país durante mi adolescencia, y puedo afirmar con convicción que ciertas formas de zoofilia son socialmente aceptadas entre los varones jóvenes que se inician en las prácticas sexuales. No es un mito urbano aquello de iniciarse con una burra/yegua en algunas poblaciones del país. Incluso tuve la oportunidad de escuchar testimonios de primera mano sobre el placer que produce el recibir sexo oral de un becerro lactante. ¿Qué tan extendidas están estas prácticas a lo largo del territorio nacional?

Sería interesante que se realizara un documental que tratara abierta y honestamente el tema. Por ejemplo, sería pertinente preguntarse el efecto que estas tempranas actividades de iniciación tienen en la vida sexual adulta de esos jóvenes. ¿Cómo ven a las mujeres unos hombres que aprendieron a tener sexo con una ‘compañera’ a la que no se le pide su opinión ni  hay que pensar en producirle placer?

También me pregunto qué tan dispuesta está la sociedad venezolana a discutir este peliagudo tema a ‘calzón quitao’. ¿Cómo sería tratado un documental de tal naturaleza por la Ley Resorte?

En fin, estas y otras más preguntas que quedan al aire, en caso de que algún cineasta quiera explorar este asunto en profundidad. Sería una buena deconstrucción de nuestras tradiciones folklóricas. Aparte de que ayudaría a romper el mito que tienen algunos acerca de la pureza de las personas del campo vs los ‘vicios’ de quienes viven en las ciudades.

Aquí les dejo la primera parte del documental, el resto de los fragmentos (7 en total) también pueden verse via YouTube:

Eso es to, eso es to, eso es to, eso es todo amigos

Regards,

Le War-holio

 

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