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La insoportable levedad de ser un elector, no un ciudadano

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¿Se puede discutir el tema de la inseguridad en Venezuela sin ser manipulados políticamente por los dos bandos, gobierno y oposición? ¿Se puede emplazar al Ejecutivo sobre este flagelo que desangra al país, sin ser acusado de apoyar la portada de El Nacional? ¿Se puede realizar una crítica seria al periodismo venezolano, tomando en cuenta su ética y su deontología, sin ser visto como un elemento más en la maquinaria propagandística de La Hojilla?

¿No tenemos derecho, como ciudadanos, a exigir un debate responsable en torno a la inseguridad que vaya más allá de las ramplonas promesas electoraleras de «acabar con la delincuencia en 20 años«? ¿Podemos pedir un análisis estructural de la violencia que involucre sociólogos, criminólogos y expertos en el área, que sobrepase las afirmaciones lapidarias y absurdas según las cuales todos los delincuentes nacieron «en el gobierno anterior«? ¿Existe un espacio público donde los ciudadanos puedan ventilar su frustración ante los gobernantes electos sin que sean automáticamente asociados a los elementos más conservadores y disociados de la oposición radical?

¿Cómo avanzar argumentos sin que los políticos de oposición se los apropien para nutrir su cruzada electoral? ¿Cómo separarse del bloque que sólo busca movilizar a la gente con miedo y pánico para que respondan a sus intereses conductistas de pulsar un botón el 26-S? ¿Existe alguna forma de proponer una crítica seria a los medios sin que esto conlleve a que el fascismo retrógrada imponga más censura, más leyes para «limitar la libertad de expresión» (de los otros), más control sobre la vida privada del ciudadano?

¿Qué canales le quedan a los ciudadanos independientes que buscan una explicación razonable sobre los alimentos descompuestos que vaya más allá del eslogan electoral de la oposición o la negación sistemática y psicótica del gobierno? ¿No existen espacios neutros para los que queremos discutir la independencia de poderes sin ser asociados a la «desestabilización» histérica? ¿No podemos denunciar lo nefasto, autocrático e inadmisible de que un Presidente ordene encarcelar gente por televisión y aparezcan leyes y argumentos irrisorios para ejecutar esta «orden»? ¿Dónde podemos discutir esto de manera racional sin ser acusados de defender los intereses del F.M.I? ¿No existe espacio para justamente discutir la injerencia del F.M.I. con datos y afirmaciones que vayan más allá de las fantasías sobre la dominación mundial por parte de una secta de ultraricos? ¿Cómo hacen los que quieren discutir seriamente la política internacional de los Estados Unidos, para separarse de los insultos bobos, este es un «diablo», el otro es un «imperialista»?

La máquina electoral se ha puesto en marcha. El buldózer que aplasta todo argumento que lo frena en su carrera hacia el 26-S se nos viene encima estrepitosamente. No piense, pulse el botón y reclame su chupeta sabor a frutas en la salida. Gracias por jugar, nos vemos en el 2012.

La política es Godzila.

Tu cerebro es Tokio.

Q.E.P.D.

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