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De un Día para Otro:Cine Francés en la época de la Desregulación Laboral

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De un Día para Otro:Cine Francés en la época de la Desregulación Laboral


Pierde consistencia e interés de jornada en jornada, hasta desinflarse por completo en el desenlace,cuando el perdedor asume su condición,de manera conformista, al reencontrarse con su mujer y su familia.Así,la moraleja del telefilm entronca de lleno con la literatura de superación personal, desde la óptica de la devaluada comedia francesa.

Al principio, la película comienza en alto y nos levanta el ánimo, al recuperar la tradición formal y conceptual del cine minimalista de los maestros del gag silente en Europa.
De hecho, la cinta busca rendir homenaje al humor negro de la obra de Jaques Tati, en el sentido de revalorizar su mirada cruda y cínica sobre la modernidad corporativa de su país.
En efecto, «De un Día para Otro» arranca como un pequeño y grato sucedáneo de «Playtime», uno de los cantos del cisne de Tati.
Como en aquella,el protagonista lucha por adaptarse a las absurdas condiciones de la burocracia privada, mientras emprende una batalla personal en contra de su contexto mecanizado.
Una máquina de hacer café le estalla en la cara, no se la lleva con sus vecinos, y en general, todo le sale bastante mal.
Pero de repente, «De Un Día para Otro», sucede el milagro y su suerte cambia, para bien, al mejor estilo de la cinta de Harold Ramis,»Groundhog Day», inmortalizada por el enorme Bill Murray, a quien su colega de origen galo remeda de principio a fin. Con el guión ocurre lo propio.

Lastimosamente, y como lo indica su título, el largometraje va derivando hacia la reiteración, la redundancia y el cliché, en cuanto abandona sus fuentes de inspiración y sus búsquedas menos predecibles o manoseadas.

Poco a poco, las carencias del director y del actor principal se desnudan delante de la cámara, para quedar al final a merced de un público impaciente y aburrido,con ganas de abandonar la sala. La risa se torna en mueca de fastidio, cuando el libreto denota su exagerada e innecesaria extensión.Como dicen por ahí, en el tiempo de un cortometraje, se pudo resolver la misma historia, de manera más afortunada.

Para mayor colmo, la película cierra por lo bajo, al plantear la tesis inversa de tragedias y dramas como «El Empleo del Tiempo», «La Corporación» y «Recursos Humanos».Es decir, después de todo,es preferible aceptar mansamente el infierno de la vida común y gris, a optar por algo diferente y distinto.

La ideología del «exitismismo» es deconstruida para glorificar el credo de la resignación.

De paso, en una lectura crítica, el film se revela como una tapadera o como una apología de las agresivas políticas de desregulación laboral,ejecutadas por la tecnocracía posmoderna en clave de Doctrina de Shock.

En resumen,un mensaje optimista del gusto conservador,aunque discutible y contraproducente para celebrar el día del trabajador.

«De un Día para Otro» sería la consumación del sueño o el ideal audiovisual de la patronal, para estrenar en el fin de semana del primero de mayo.
Paz a los restos de la clase obrera y del movimiento sindical.

Por último,el perfil de cada personaje roza el límite de la caricatura, con trazo grueso, y ninguno supera el nivel del estereotipo.Las mujeres son sumisas o meros objetos decorativos de la trama, y los hombres parecen extraídos de un especial de «Cásate y Veras».Pero en honor a la verdad, hay una excepción a la regla:el magnífico secundario del guardia del edificio de oficinas, donde transcurre la acción dramática.Una acertada y divertida tomadura del pelo al arquetipo del hombre alienado y reaccionario,anclado en el pasado delirante y esquizoide del imperio Francés al servicio de Napoleón.Un espejo de nuestros cuadillos y de nuestros represores de procedencia costumbrista.

Con todo, no es suficiente y no alcanza para justificar su visionado, con atención,hasta el final.

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