panfletonegro

AMAR AL PRÓJIMO

Entonces el maestro, para explicar por qué odiaba a la mayoría de los sacerdotes católicos, narró la siguiente anécdota:

Corría el tiempo en el que la ciudad de la furia aun no se bañaba diariamente en sangre. No eran tiempos pacíficos, pero tampoco eran de los mas violentos. Aun así, aquellos sacerdotes venidos de España hacían de las suyas en colegios que, de cara al Ministerio de Educación, eran regidos por profesionales de la docencia. Eran esos que seleccionaban al personal y manejaban la institución de acuerdo a sus prejuicios y sesgos, mientras los directores eran solo títeres para conservar el permiso de llevar un centro educativo.

He aquí que en uno de estos liceos estudiaba Ramiro. Había que admitir que era un estudiante problemático; rebelde, envalentonado, contestón. Sin embargo, así como era obvia su agresividad, lo eran también sus problemas familiares. No había que ser un psicoanalista para saber que ese muchacho la pasaba mal en su casa y que sus progenitores, especialmente su padre, no daban a Ramiro lo que necesitaba para crecer saludable emocionalmente.

Llegado el fin del año escolar, los profesores hicieron su acostumbrado consejo. Cuando llegó el turno de evaluar el caso de Ramiro, casi todos admitieron que era una decisión dificíl. Solo el padre Benicio, hombre áspero y amargado, tenía clara la decisión: A ese coño de madre no lo quiero el año que viene acá, sentenció.

Todos callaron, excepto el profesor de psicología; sugirió que con la atención apropiada Ramiro cambiaría rapidamente. Todos los profesores voltearon a verlo, asombrados, pero se volvieron el padre Benicio quien, botando espuma por la boca, bufaba: Dije que a ese coño de madre no lo quiero el año que viene acá.

Ramiro no fue admitido al año siguiente, el profesor de psicología renunció para trabajar por su cuenta y, hasta donde se sabe, ese famoso liceo sigue regido por sacerdotes españoles que no conocen la España que surgió después de Franco.

Salir de la versión móvil