Diario de un vampiro internauta Pt. 2

2
989

¿Proteger o no a la raza humana? era  lo único en que pensaba hasta que un corneteo estruendoso e incesante quebró mi profunda meditación. Apenas estaba comenzando la noche y me encontraba detenido a la espera de un cambio de semáforo en una angosta calle de la ciudad.

Detrás de mi jeep del 74 se encontraba una camioneta, de esas de último modelo, con un conductor rabioso que aún no dejaba de tocar corneta. Respiré profundo -si, respiré, no es que lo necesite pero es una vieja costumbre que me relaja- y me dispuse a arrancar mi carro, después de todo sabía que la gente sentía temor en las noches de incluso esperar a que cambiara a verde un semáforo.

Justo cuando mi carro comenzaba a moverse el conductor desesperado comenzó a encender y apagar incesante y frenéticamente sus múltiples luces altas, cosa que me obligó a ponerme mis lentes de sol para evitar desorientarme con los cegadores haces que rebotaban en mi espejo retrovisor.

¡Luces altas! ¡hay pocas cosas que odie tanto como que me pongan las luces altas! La ira se apoderó de mi, y en cuestión de segundos olvidé por completo el dilema moral que tenía hace pocos momentos. Ya no me interesaba la idea de proteger a la humanidad, al menos no quería proteger a ese ser despreciable…

Así que en lugar de continuar andando, detuve mi carro por completo, colocando el freno de mano y apagando el motor.

-¿Ahora que vas a hacer idiota, pasar volando? -Pensé mientras tanteaba con mi lengua mis colmillos que ya estaban emergiendo y recordando además que al final de todo no había salido a la calle solamente a meditar… era hora de comer…

Como era de esperarse -humanos…- el conductor no tardó en perder el juicio. Ni siquiera el semaforó había cambiado a verde cuando el hombre se bajó de su camioneta con pistola en mano.

-Esto será interesante -me dije a mi mismo antes de bajarme para encararme a el.

El hombre, alto y robusto, con la característica «lipa de cervecero», y de unos treinta y cinco años de edad, estaba vestido con una camisa manga larga y jean, también llevaba consigo un paltó tan oscuro como su cabello que permanecía inmovil gracias a quien sabe cuantos kilos de gelatina. Todo indicaba que el hombre había salido de farra, de rumba.

-Ja, ja, ja, ja -no pude contener la risa al imaginarme a aquel desdichado bailar reggaeton o cualquier otra danza urbana que nunca llegaré a comprender completamente.

-¿Y a ti que te pasa cabrón, quieres que te deje ahí pegao? -me dijo visiblemente furioso y apuntando en todo momento mi rostro con su arma.

Dejé de reir, pero no le contesté. En lugar de eso le miré con una sonrisa burlona y sarcástica, cosa que visiblemente consternó al sujeto. Su rostro pronto se tornó brillante y aceitoso, consecuencia de las gotas de sudor mezcladas con gelatina que empezaban a cubrir su frente.

Sentir el nerviosismo de mi presa me llenó de gozo nuevamente, estaba disfrutando cada segundo de aquel encuentro. Al ver la expresión de duda de aquel hombre sentí curiosidad por saber que estaría pensando, así que sin perder tiempo me quité los lentes oscuros para escudriñar en su iris y luego en su psiquis.

-¿Este cabrón por qué no se mueve? -pensó el hombre para si mismo- Si no se quita ya le meto tres tiros… se cree muy gracioso el. Con tal, ¿a quién meten preso en este país por matar a un bicho? ¡a nadie papá! Además, tengo las lucas y mis contactos, no me pueden tocar… Pero que vaina, el carajo me sigue sonriendo, ¿será marico? ¿Por qué no le hice caso a la vieja y me quedé en casa? ¡Porque esta jevita que me levanté esta bien buena! ¡por eso! ja, ja, ja ¿luego de la rumba será que le digo para que nos vayamos a un hotelazo?

-¿Y te tomaste la pastilla azul? -finalmente le dije interrumpiendo el silencio y sus pensamientos patéticos.

-¿Estaba pensando en voz alta? -se dijo el ingenuo para si mismo.

-Ja, ja, ja, ja -proferí una carcajada maquiavélica, esta vez sin mover siquiera mis labios sino que la inyecté directamente en su mente- Perdona que me ría, ¡pero tu cara de asombro resulta tan graciosa! ja, ja, ja; si esa misma que acabas de hacer, no, no arruges tanto la frente que arruinas la expresión y quería tomarte una foto… ja, ja, ja…

-¡Pero que co… -finalmente dijo el hombre asombrado al ver que la boca del de enfrente permanecía inmovil y sin embargo su voz era tan clara- ¡SAL DE MI MENTE! ¡SALTE DE LA VÍAAAAA!

Tras este grito de desesperación y horror más que de furia e ira, el hombre descargó su arma contra mi. Pum, pum, pum, los primeros tres disparos no dieron en el blanco -ya el hombre se encontraba desesperado y muy nervioso- los tres siguentes si. Impactaron en mi pecho y estómago. Del golpe caí de bruces contra el gélido pavimento. Mientras tanto, el hombre sin perder tiempo corrió despavorido a su camioneta para emprender la huida. Yo por mi parte me levanté de un brinco y con mi velocidad sobrehumana llegué antes que el al carro y me senté en el asiento del copiloto. Cuando el tipo llegó a su carro y me vió allí tendido desangrandome sobre su fina tapicería de cuero no pudo contener un agudo grito de espanto y confusión. No continuaré relatando lo que sucedió después por lo patético de la escena, digamos solamente que entre llantos me pidió perdon, con voz entrecortada intentó rezar pero el hombre no recordó como hacerlo. Antes de terminar con el le dije:

-Tu soberbia te ha llevado a esto, ¡Gatillo Alegre! Ahora seca tus lágrimas y acepta tu muerte.

Tras esta sentencia culminé con su vacía y frívola vida. Me alimenté de el y pude saciar mi hambre aunque confieso que no ha sido la mejor sangre del mercado. Finalmente, allí lo dejé para que alguién le encontrase.

Con su sangre dejé una nota en un cuaderno que el hombre tenía en su carro y la nota decía: Aquí yace un «Gatillo Alegre» uno de tantos que minan la ciudad. Y mi tarea desde ahora será procurar erradicarlos en su totalidad. Firma, un buen conductor y arrecho.

Estaba desvariando con eso de ser el protector de la humanidad. Ya no me interesa serlo, es demasiada responsabilidad, lo que si puedo y voy a hacer es continuar con la divertida y noble causa que he emprendido hoy: cazar a mi nueva presa, «Los Gatillo Alegres».

Bueno, suficiente por hoy, ya va a llegar el amanecer y tengo que resguardarme del sol. También tengo que revisar el Facebook y banear nuevamente al periodista fastidioso ese… ¿Alguién sabe como mejorar la privacidad en Facebook?

Saludos,

Rodio

2 Comentarios

  1. mucho mejor! me lo creí.
    una historia fantasiosa, y real. eso es lo bueno, que tiene equilibrio. Ni empalaga ni aburre. y lograste que fuera sordida, sarcastica, y oscura. no se si esa fue tu intencion, pero quedo muy bien. me qedaron ganas de saber que ocurre con este vampiro, que se parece a nosotros. Le molesta el trafico, la medicridad, y revisa e facebook,jaj esas son caracteristica smuy humanas que se parecen a muchos d tus lectores. Le diste la vuelta a la salvacion de la raza humana y aun así tu vampiro es una especie de heroe urbano, creible. me gusta la idea de la vida nocturna venezolana. eso es un tema que pudieras seguir explotando. Cómo son las noches en Venezuela? en que cudad especificia, ? como sería este vampiro en contacto con las verdaderas criaturas d la noche? las prostitutas y lso borrechos, etc.. saludos! vas por buen camino.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here