panfletonegro

«Whatever works»: un Woody que funciona a la perfección

Qué despreciable es el ser humano. O sea, que despreciable soy yo; que no vi esta película cuando salió en el cine porque me dejé guiar por los comentarios de algunos que la tildaban de «oscura» y «sombría». Menos mal que existe la internet y que hoy en día podemos ver la película en línea.

Este es un Woody Allen en forma, con una pluma ácida llena de sarcasmo que inyecta veneno en todos los diálogos. Fiu. Podemos respirar. Después de su paseo por los dramas londinenses que produjo la genial Match Point y la excelente Sueño de Casandra, el workoholic Allen parecía perdido en ese mediocre compendio de clichés que fue Vicky Cristina Barcelona. Una especie de «Albergue español» filmado por Rocco Sifredi, no me negarán.

Ya que detesto las «reseñas» (suponiendo que este garabato sea una de ésas) que explican la trama de la película, me limitaré a señalar algunos elementos ocultos en esta joya que parece una simple ostra pero esconde una perla rara.

Ersatz Allen. Volvemos a toparnos con el eterno pesimista alleniano, hipocondríaco y amargado, que antes encarnaba él mismo y que acá deja entre las manos de Larry David (excelente). El personaje, que «casi gana un premio Nóbel en Física» no deja de recordarle a la gente lo genial que es y lo estúpido que son los demás, sin sacrificar su lado humano o su humor. «Ella me quería tanto -explica el protagonista-, que incluso me acompañaba al hospital para analizar lo que yo creía era un melanoma y resultaba ser una picada de mosquito».

La cuestión judía. Si algo es increíble en Woody Allen, es que después de tantos años y tantas películas todavía pueda escribir chistes tan hilarantes sobre los judíos. La combinación de su personaje cascarrabias y ateo con su herencia semítica es un cóctel irresistible de lo politically incorrect. En una escena, el protagonista trata de convencer a sus amigos de que los judíos la tienen más difícil frente al racismo que los negros: «a los negros los odian porque tienen el pene grande. En cambio, a nosotros los judíos, nos odian incluso con un pene pequeño». Escandalosamente cómico.

El contraste de dos Américas. Una estructura recurrente en el trabajo de Allen es la presentación de Nueva York como una isla, una excepción cultural y social en un país arrieré infestado de rednecks. Ya sea en las incursiones directas de sus personajes en los hinterlands norteamericanos (Deconstruyendo a Harry) o en la banalidad de un American Dream raso y grosero orientado por el dinero (Hollywood ending), Nueva York siempre aparece como un respiradero para el Woody intelectual. Whatever works prolonga esta línea con la aparición de una familia redneck en Manhattan, lo que permite al cineasta crear una serie de situaciones humorísticas donde el cinismo de su personaje principal funciona de maravilla. Desde la evolución de la actriz Patricia Clarkson de típica soccer mom norteamericana a artista promiscua y desenvuelta, hasta el rol de su ex-marido (Ed Begley Jr., muy bien), los actores de reparto complementan eficazmente al personaje principal. Cuando el ex-marido le dice al protagonista que quiere visitar a su ex-esposa sin saber aún que ella vive en un ménage-à-trois con dos hombres mayores, el protagonista vaticina: «Veo tu muerte por choque cultural» antes de explicarle que «el novio» de su ex tiene cuatro brazos y dos narices, lo cual hace poco para esclarecer al desdichado ex.

En fin, podríamos seguir conversando rato largo sobre este excelente largometraje pero prefiero dejarlos con una recomendación: véanla. Como Woody tiene un average de bateo de más o menos .400, es decir, de 10 películas, 4 le salen bien y por lo menos 2 son terribles (por ejemplo, Scoop o Small time crooks), aprovechen para ver ésta.

Salir de la versión móvil