La reencarnada

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Abro los ojos de nuevo
no siento lo mismo,
la luz penetrante me perturba,
veo mis cabellos rubios
los siento carbonizados,
mis ojos celestes
se notan moribundos.

Me paro de ese lecho,
me noto distinta
en el espejo,
ya no soy de cabellos dorados
ni aquella de celestes cielos,
simplemente me veo:
de cabellos carbonizados,
ojos moribundos,
toco a esa muchacha,
cierro los ojos
para sentir su aliento,
los abro,
veo a esa dulce doncella de oro,
me encuentro a mí misma,
la carbonizada,
la moribunda.

1 Comentario

  1. pudiera felicitarte, fabiana, ya que me has en verdad iluminado demostrandote que puedes quemarte en tu propia cama por dejar un porro encendido en las sabanas, y transformar el incidente digno de una pendeja, a un relato en verso que el mismisimo dios vomitaria si en verdad se dedicara a perder su tiempo leyendo tus mariqueras, fabiana la carbonizada, la pajuoa, la netamente inservible, porque no te carbonizas tu maldito cerebro? o mejor, prostituyete y asi sabremos que haces algo mejor que escribir mierdas de esta calaña…pendeja

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