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Anatema artístico: el creador y el mercenario

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I.

Empecemos diferenciando dos cosas: existe el “arte” y existen las personas que se auto-proclaman “artistas”. Lo primero se refiere más o menos a la creación; lo segundo no es más que un golpe de estado intelectual (un carmonazo teórico). Un atajo, un intento de ser lo que no se es.

Pero no nos pongamos heideggerianos, que eso es demasiado complicado. Hagamos referencia a textos infantiles y simples, como la “Crítica de la razón pura” de Emmanuel Kant. Para que no se me aburran los lectores facilistas, les dejo el dato de que Kant murió virgen. Así no sentirán que perdieron el tiempo después de leer todo esto.

El insigne alemán dice, en el apartado sobre el arte en general, que existe el arte libre (freie) y el arte mercenario (Lohnkunst). De ahí parte para declarar que las Bellas Artes deben ocuparse, excitarse y satisfacerse sin hacer referencia a ningún objetivo e independientemente de cualquier salario.

Creo que la reflexión es oportuna, sobre todo cuando preguntamos por qué se hacen las cosas. ¿Por qué se escribe? ¿Por qué se pinta? ¿Para publicar el libro? ¿Para vender los cuadros? ¿Para ser artista?

En ese sentido, si usted no sabe por qué escribe, pinta o toca la guitarra; olvídese de ello, lo está haciendo por las razones equivocadas. Estas cosas se hacen porque (valga la redundancia) son lo que hacemos, son lo que somos. Porque no podemos despertarnos una mañana e imaginar la vida alejada de estas cosas. Son ellas las que nos llaman a nosotros. Esto no vale la pena seguirlo explicando, el que entendió, entendió; el que no, todavía anda preguntándose de qué sirve escribir la Crítica a la razón pura si luego se muere virgen. No, en filosofía no hay groupies, y cuando las hay, son miopes y fuman Camel sin filtro.

II.

Entonces, ¿qué es un “artista”? Hoy en día, en nuestra sociedad hiper-desarrollada (o así nos gustaría creer, que es “hiper-desarrollada”), cuando se habla de “artista” se hace referencia a un Lohnkunst kantiano, un mercenario, un mediocre. Con ese increíble talento alquimista invertido que tiene el capitalismo, de convertir todo lo interesante en números y todos los seres en “producción”, un “artista” es aquella persona con la autoestima suficientemente baja como para querer volverse “famoso” y salir en MTV. ¿Hasta cuándo estos esterotipos? ¿Por qué cuando hablamos de “artista”, nadie hace referencia al primo un poco desadaptado, que se la pasa dibujando mangas en su cuarto, a quien se refieren como “el loco”?

Si algo he aprendido en esta vida, es que los peores engendros que pueden existir son aquellos que se proclaman “artistas”. “Artista” es la última latina de turno moviendo el trasero. “Artista” es el rapero de moda quien se compra una cadena de platino y diamantes con su nombre para que no se confundan y sepan bien quién es. “Artista” es un actor de telenovelas. Si ese es el caso, ¿a usted que escribe, pinta o toca algún instrumento, le gustaría que lo relacionen con estos parásitos ávidos de reconocimiento? Si en algún momento duda, no se preocupe: Recuerde que Paris Hilton es la “artista” del momento.

Pero francamente, no podría importarme menos. Cada quién que haga lo que le parece y en su conciencia quedará. Lo que se me hace algo insoportable, es que lleguen estos productos a explicar que son “artistas”, que “crean cosas”, que hacen música. ¿Por qué se confunden? ¿Por qué repentinamente el mesonero se cree chef?

Personalmente creo que no se puede “ser” artista. Tampoco creo que se pueda afirmar “ser” escritor, o pintor o lo que sea. Para mí estas son condiciones pasajeras, “yo escribo” me parece más acertado que marchar de lo más campante a la mesa de Borges, Joyce y Kafka a pedir que me den un puesto. Eso es una aberración. Porque no se puede “ser” escritor a menos que se haya consumado algo; todo lo demás es camino, curvas y montañas a atravesar. Escribo porque me gusta. Escribo porque es lo que hago, sin ninguna pretención, mucho menos pidiendo vela en un entierro al que no me invitaron.

Lo que la gente no ha entendido es que estas cosas no se hacen “para lograr” algo. Son un fin en sí mismo. Se hace música para tocarla, no para vender millones de discos. Es legítimo hacerlo, no digo que no; pero serás un mercenario, un Lohnkunst. Esto tiene sus implicaciones y no se pueden obviar. ¿Quieren llamarse “artistas” o “escritores” o lo que sea? Perfecto. No hay problema. ¿Quieren ser famosos? Adelante, todo suyo. Pero luego no vengan a quejarse de que la disquera o el agente literario no les deja hacer lo que les de la gana, que dice que el libro es “muy complicado” o que el disco es “invendible”. Querer crear cuando se es un mercenario es confundir las cosas. Es como que las Pussycat Dolls se aparezcan en el estudio queriendo grabar un disco doble conceptual como “The Wall” de Floyd. No, mija, no entendiste, lo tuyo es reagguettón. ¿Confundida? ¿Por qué? ¿Te sientes prostituida? ¿Quién fue el que vino aquí a pedir salir en la revista people?

No digo que no se pueda hacer dinero o vivir de lo que nos gusta. Lo que digo es que es rarísimo. Medimos a la gente y su talento por sus logros, olvidando la cantidad de refugiados excluidos del sistema que probablemente nunca verán un centavo con sus escritos o sus canciones. Ellos son los verdaderos “artistas”, aquellos que se entregan a fondo en lo que hacen sin importarles el efecto final de sus acciones. Personalmente, conozco tantos escritores talentosísimos sin publicar, y he leído tanta basura publicada, que la ecuación hace rato que no me da.

En fin, no culpo a nadie por querer hacer dinero con la escritura o con la música. ¿Pero tienes que masacrar tanto lo que nos gusta a nosotros en el proceso? ¿Tienes que ser tan Coelho? ¿No puedes respetar sólo un poco, un poquito, lo que esto significa para nosotros? Si querías dinero y fama, ¿por qué no hiciste algo más fácil y directo, como ser presentador de lotería o animador de fiestas?

Qué importa todo lo demás. Por ahora estoy vivo, y eso significa que podré seguir escribiendo un poco más. No pedí más nada, y no me quita el sueño lo que pase después. Si a algo le tengo miedo, es a convertirme en algún día en un mercenario, sin poder escribir lo que me da la gana, como me dé la gana donde quiera.

Un saludo a todos los “artistas” allá afuera, a todos los que llegan a una fiesta presentándose como “escritores” para ser alguien. Me dan lástima. Y ese es el peor sentimiento que se pueda tener por alguien en este mundo.

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Barman, guía turístico, sirviente y amo de casa, traductor, profesor de lenguas, niñero, encuestador en la calle, extra de películas, vigilante nocturno, obrero de mudanzas, editor de películas, músico de Metro; eso hasta ahora. Aparte de sus incursiones en el mundo laboral, escribió y publicó novelas (https://www.panfletonegro.com/v/2010/11/22/yo-mate-a-simon-bolivar/), colaboró con periódicos y revistas electrónicas y participó en debates y mesas redondas. Hoy en día, colabora con oscuros y desconocidos artistas de todo tipo y añora realizar su sueño, ser dueño de un circo. Por las noches lleva a cabo audiciones para el puesto de “tragadora de espadas” con mujeres de todo tipo. Jamás ha practicado patinaje artístico.

7 Comentarios

  1. Alguna vez, en algún lugar, en un no lejano tiempo, en una no muy divertida fiesta me presenté de esta manera: soy %&$%%, el poeta más rápido del planeta, a una susodicha que me vio con cara de: y a mi qué chucha me importa. ¿Crees que me conve´rtí en un mercenario?

    No, ya en serio, reconozco que tienes razón en algunos puntos, sobre todo en «en fin no culpo a nadie por querer hacer dinero con la escritura o con la música». Es así, en relaidad no podrías culpar a nadie,
    Pero veo un problema, pra mí escribir implica ser leído, cantar ser escuchado, acepto que es posible que el que canta, lo pueda hacer en la ducha y sentirse satisfecho, que el que escribe lo haga desde un blog y también la pase reway, pero para que el ciclo se cierre verdaderamente, nada mejor que una publicación con tu nombre en grande como en un rótulo de neony si hay mucha pasta de pormedio mejor. Es lo que cualquiera que escriba ambiciona secreta o descaradamente, que como puedo asumir esa generalización como una verdad, pues no me preguntes, asuntos de la retorica. Igual, espero que nadie asuma esto como el vislumbre del santo grial, vaya chalades.

  2. Hola, Jota:
    No digo que no seas leído o escuchado, como dices, ése es el cerrar del círculo. Pero me parece distinto “escribir para ser leído” que “escribir para hacer dinero”. El primero escribe lo que le da la gana y sabe que si su texto es bueno, original y está bien escrito, es sólo cuestión de tiempo antes de que alguien lo lea. Así que no anda deprimido cuando aparece un envidioso a decirle que se busque un trabajo y deje de ser un ocioso. El segundo escribe lo que los “otros” quieren leer. Y es muy diferente. Es un esclavo del mercado, reaguettonero quien nunca podrá ser independiente del sistema de publicidad y consumo que lo impone como gusto social. A ellos me refiero.
    Tú mencionas los blogs. Habrás notado que los blogs más populares no son exactamente aquellos bien escritos, taimados u originales. Son los que ponen fotos pornos o chismes de novelas. ¿Son por ello mejores blogs? Claro que no. Son más “populares”, eso sí. Y ese es el problema: Nuestra sociedad ha impuesto el criterio “popular” como criterio estético (es mejor porque lo compra todo el mundo).
    Los dos mundos claro que se pueden conciliar. Se puede ser David Bowie o Paul Auster. Ese es el reto. Poder ser “popular” (o lo suficiente para no morirse de hambre) sin caer en el mercenariato. Admirable, me parece, que cuando todo el mundo anda haciendo tracks bailables, Sting saque un disco tocando una laúd. Y lo hace porque le da la gana. Porque es Sting y es lo que le pareció. Porque el mercado no lo hace a él, al revés.
    Espero algún día poder tener la libertad creativa de estos coños. Pero es una lucha, basta con que seas más o menos talentoso para que un engendro quiera justamente aprovecharse de ello y encadenarte.
    Estás prevenido… Quisiera extenderme más en otros temas (como el mundo editorial, que es un asco –y te lo dice un autor publicado) pero meritarían un post en sí mismo. En fin, cuando escribes, creo que lo haces bastante bien, es por eso que espero no caigas en el facilismo. Sería un desperdicio. Nuestro deber es seguir buscando, seguir creando siempre y nadando a contracorriente, no acomodándonos plácidamente en el sistema para engordar y ser “famosos”. Al menos esa es mi percepción y mi meta. Hasta ahora no me ha ido mal…
    ¡Saludos! (esto está muy largo).

  3. Por dios santo, mi pana estuve dando vueltas por tu blog, usted ha sido algo pesado en verdad, ese curriculum que tienes da espanto. Ahora si me voy a cohibir con los comentarios, no sabia que esta tratando con un doctor, políglota para colmo

  4. Jejeje, Chapa mata galán… Pero no te precipites. Si Dios quiere defenderé tesis en Junio, para luego ser el desempleado más culto del mundo. Nada nuevo bajo el sol…
    Salu-2.

  5. En Latinoamérica hemos sido víctimas durante décadas de la hipocrecía de la llamada «izquierda intelectual», que volvía anatema cualquier creador que hiciese dinero con su trabajo. Recuerdo la polémica que se formó cuando García Márquez empezó a construir su magnífica mansión en Cartagena, y se llegó a considerar una especie de traición a los pobres del mundo. También recuerdo cómo se criticaba a Mercedes Sosa porque vivía en Paris y tenía un rolls royce. Los ejemplos abundan.

    Ser reconocido, y sobre todo ser bien pagado, es algo que todos buscamos y no por ello dejamos de ser menos personas, menos solidarios o menos pensadores. Esa imagen del escritor decimonónico urgando en los bolsillos unas monedas para pagar un café ahora resulta cómica, sino patética. La pobreza no es digna, en el hambre no hay dignidad.

    Tendrían menos éxito los concursos literarios si no ofreciesen premios en metálico, sólo diplomas? Se justifican los agentes como intermediarios? en realidad hay mucho para discutir…Vivimos una época de superlativos. Un actor puede ganar 30 millones de dólares, un cuadro de Botero vale millones, Harry Potter ha convertido a su escritora en multimillonaria. Quién no se siente tentado a participar en esa danza millonaria?

    Saludos

  6. …No digo que no puedas hacer dinero con tu trabajo. La izquierda artística es una caricatura que leyó mal la cita de Kant. Se trata de que en el aspecto teleológico de la creación, “hacer dinero” es lo último por lo que uno deba preocuparse. Es conveniente, deseado y buscado luego, después de que se ha producido la obra, pero escribir “para hacer dinero” es una actitud mercenaria y facilista que sólo te convertirá en un esclavo del público. ¿Qué clase de mediocre coloca el “valor” de su escrito en la cantidad de ejemplares vendidos? Vender es bueno, pero creo que poco o nada tiene que ver con el proceso creativo. Es un “negocio”, es otro tema.
    Frecuentemente confundimos las dos cosas. Pero piénsalo al revés: Si de hacer dinero se trata, ¿por qué diablos alguien se va a lanzar a componer “le sacré du printemps” como Stravinsky? ¿Quién se lanzaría en la tarea complicada de escribir “esperando a Godot” o “Cien años de soledad”? ¿Más fácil es hacer lo que todos están comprando, no?
    Por supuesto que hay líneas medias. Lo más difícil es justamente guardar su independencia creativa cuando se es exitoso comercialmente. Pero siempre habrá un Bowie, un García Márquez, un Kubrick: Gente que hacía lo que le daba la gana y creaba, inventando y explotando los límites de su arte (verás cómo en estos casos el dinero vino después, no como parte del proceso creativo).
    La otra opción es ser Brett Ratner. ¿Te parece eso noble? Serás el payaso del negocio, sólo hábil para volar cosas en pedazos y hacer millones con guiones prefabricados. Personalmente, prefiero a un Iñarritu, con sus desplantes, sus errores, sus trastabilleos; pero sigue siendo alguien que hace cine para expresar algo, no para complacer al público.
    Creo que esa es la diferencia. Además, no entiendo por qué si a alguien le parece tan importante el dinero (o que es lo único que cuenta cuando escribe) se dedicaría a la música o la escritura. Hay maneras más expeditas y directas de hacer plata; aunque claro, el mercenario que escribió “El tao de la gerencia” o “Quién se comió mi queso” se debe estar revolcando en los millones. Perfecto ejemplo: De qué sirve conquistar al mundo si pierdes tu alma en el proceso.
    Saludos, Sluagh…

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