La institución e instinto del rock en Caracas

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No lo logran

Son diversos así como amplios sin duda los caminos formativos de la cultura rock en Caracas. Las siguientes líneas constituyen una breve reflexión sobre una temática que pueden referir en micro tanto a la ciudad como en macro a la propia cultura musical. De tal manera se pretende, de forma exploratoria, abordar desde el género rock, el movimiento permanente que caracteriza la vida en la capital así como el papel constructivo que cualquier ciudadano puede asumir en la constitución de su entorno.

 

Un buen punto de partida se puede conseguir en la manera de iniciarse como ejecutante musical en Caracas. Desde el siglo pasado la música forma parte del pensum educativo básico de Venezuela. No obstante, tal breve formación musical apunta a enaltecer la identidad nacional (como un proyecto común, un nosotros) opuesto al desarrollo cognoscitivo individual. Durante esa etapa es posible descubrir, además de la flauta dulce, el mítico instrumento representativo de la venezolanidad, el cuatro. A pesar de que la introducción al mundo musical durante la educación básica es sucinta, es importante rescatar como en relación al género rock, el cuatro se presenta, desde la noción de lo nuestro, como oposición al instrumento más típico dentro de la cultura rock, la guitarra. Si bien no es posible acceder a una formación musical gratuita en guitarra con la facilidad que existe para el cuatro, es la situación educativa uno de los primeros sitios favorables para la formación del oído musical a través de los pares, asunto capital dentro de la institución del rock en Caracas.

 

Así como la educación básica y diversificada es uno de los sitios fundamentales para el desarrollo del oído y de la sensibilidad musical, existen otros sitios de encuentro que tejen de manera importante el imaginario común del rockero caraqueño. En términos de su ejecución el rock es sin duda una práctica colectiva. La banda o ensamble es la forma típica de su presentación, lo cual fusiona, quiera o no, a todo aquel ejecutante musical con tres espacios particulares: los estudios de grabación, las salas de ensayo y las tarimas o presentaciones en público. La dependencia a estos espacios es interesante en medida de que cada ejecutante no sólo es un mero sujeto reactivo, cada uno posee un papel constitutivo tanto en las maneras de relacionarse con otros músicos así como con la propia situación macro, es decir, con ingenieros de sonido, dueños de locales, roadies y público en general  Todos estos últimos juegan un papel fundamental en la constitución de la cultura musical, muchas veces invisibilizados por la propia concepción del músico como protagonista.

 

A través de estos tres sitios se puede percibir con claridad como la práctica del rock requiere de una dedicación espacio temporal que quizás en otros géneros musicales solicitan, asi como menos espacio y tiempo, menos información sobre la generación de su sonido. Si el rockero es atento, puede tomar conciencia de esta situación y unir el extremo musical con el de su sonido, obteniendo, no la total independencia, pero sí al menos un criterio justo y propio sobre la manera en que presenta su creación a la audiencia. La relación con la audiencia no es estrictamente técnica pero es asimismo fundamental en medida que aún se escucha dentro de la experiencia cultural caraqueña como no se va a oir la banda X, se va a ver: El dominio de la imagen sobre el sonido es una propiedad de la cultura musical en Caracas que permite que de lo musical se teja todo un mundo alrededor, un mundo lleno de objetos y símbolos que contribuyen a la realización y formación de la propia identidad entre pares rockera, desde formas de vestir, formas de hablar, etc.

 

El rock constituye una manera efectiva para la formación de la identidad juvenil. Con el arribo al siglo XXI Caracas vió el crecimiento de la cultura rockera con la creación de escuelas musicales especializadas así como durante un largo tiempo contó con festivales de rock intercolegiales y universitarios llevados a cabo por la Fundación Nuevas Bandas. Estos festivales formaban el Lado B a otra expresión juvenil musical caraqueña, las tradicionales gaitas de fin de año. Caracas de tal manera expresó, durante la primera década del siglo XXI, un antagonismo que le era fundacional y nutritivo a la cultura rock al menos ideológicamente, la rebeldía y oposición a lo que aparentemente lucía como la estandarización del gusto.

 

El asunto juvenil es uno de los puntos claves dentro de la propia institución rockera. Se puede mencionar como el rock en Caracas se ha ubicado dentro de dos  paradigmas, el del rock idílico, el del tributo eterno a Cayayo y demás caudillos musicales de finales de siglo pasado y el rock de carajitos. La última oleada del rock de carajitos estuvo en la organización de un movimiento punk rock (Más quejas, 7 Feet, The go go punkers, Cricket 27, No me molesten, Guarapo entre otros) que logró su masificación de la mano de eventos autogestionados y la promoción web del mítico portal www.caracaspunk.com. Su relación con el punk rock es interesante en medida que evidencia el vinculo entre la juventud y la rebeldía así como la propia rebeldía frente a las instituciones necesarias para la realización de la propia cultura.

 

En la actualidad la figura del manager cada día toma más fuerza, gente que se forma para lidiar con todos esos aspectos no musicales que requiere la consecución de la idea romántica de la carrera musical, organización de giras de medios como de toques, patrocinios, etc. La consecución de esa carrera musical en Caracas tiene una limitación de carácter generacional. Para muchos hay un tiempo exacto para lograrlo, la imagen del rockero caribeño es siempre el  joven desenfadado (uso esta palabra prestada a propósito), es fundamentalmente un joven en medida de que es mucho más fácil su manipulación. Quien cae en el sueño de la carrera rockera le coloca a su creatividad una fecha de vencimiento, rebajando su música a mero medio. De tal manera, nos encontramos frente a una forma de cultura rockera controlada, una que dentro del contexto político actual sufre directamente ya que los jóvenes son los primeros en tomar el tortuoso camino de la emigración: Si la institución del rock fuese más amplia generacionalmente, la hemorragia musical que sufre Venezuela no sería tan dramática.

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