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La histeria colectiva es otra forma de anestesia

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Cerca de mí hay alguien que, con cierta frecuencia, unas de las cosas que suele decirme es que debí haber estudiado leyes. Eso lo dice porque generalmente cuando tengo una opinión, suelo argumentarla. La realidad es que las habilidades que tengo para la abogacía no son superiores a las que cualquier otro mortal que tampoco sea abogado pueda tener, pero así de entusiasta es esta persona. Una muestra muy pequeña y superficial de algo, le sirve para llegar a grandes conclusiones e incluso, tomar importantes decisiones y llevar a cabo, significativas acciones. La afirmación sobre mí no es el caso, desde luego, pero hablo desde lo abstracto.

El problema de ser tan entusiasta es que se suele potenciar a la emoción por encima de la reflexión, cuestión que suele sesgar el raciocinio y eso, en un contexto social como el actual, por ejemplo, suele devenir en un peligroso arribismo. El placer de entregarse a las pasiones es hermoso y hacerlo en colectivo, se podría decir que es una experiencia casi religiosa sublime e indescriptible. El detalle es que cuando la sociedad está urgida de un cambio es porque, de alguna forma, durante un cierto tiempo, ha estado anestesiada y lo principal para ese cambio, es hacer que despierte y es extremadamente seductor pensar que ese despertar, va a ser producto de una simple exacerbación de lo pasional, sin caer en cuenta en que, la histeria colectiva, es otra forma de anestesia, similar a la que produce por ejemplo, una droga como la cocaína. La diferencia entre un anestesiado con epinefrina y uno por cocaína es que el segundo, parece que no lo estuviera. Pero la verdad es que la consciencia, en ambos casos, está comprometida y eso es algo que no sólo inhibe de llevar a cabo un comportamiento lógico y razonado, si no que lo más importante es que atenta contra su bienestar y el de los demás. El primero porque carece de capacidad para cuidarse y el segundo, porque no sólo carece de esa misma capacidad de auto preservación, si no que intensifica impulsos tan delicados y poderosos, como el agresivo. Y eso, como todos sabemos, sólo tiene un resultado. Tanto en él, como en los demás.

Honestamente creo que el camino para el cambio que necesita esta sociedad es largo, aburrido y encima requiere un esfuerzo intelectual sostenido e inmenso y está muy lejos de implicar esta acción hollywoodense como movilizaciones de una masa sin rumbo hacia objetivos mágicos, donde se dan lugar a espacios y situaciones incontrolables que propician atrocidades en las que sólo se reflexionará, una vez pasada la impasibilidad que produce todo anestésico.

Dar fortísimos cabezazos continuadamente contra una pared para tumbarla, es apenas distinto a no hacer nada por la misma causa. Por ello, si Ud. es de quienes les gusta no hacer nada haciendo algo, le propongo entonces ponerse a rezar. De esta forma tampoco estará haciendo nada, pero por lo menos, Ud. y sus compañeros, saldrán ilesos de ello.

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