VENEZUELA: A RENOVAR LAS VOCES

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La oposición como tal, como sector y concepto, tiene que ser dejado atrás. La lógica nos dice que nadie se plegará a apoyar a quien lleva por nombre de pila “opositor” de una doctrina o pensamiento en el que uno cree, aunque entienda que ha sido devaluado y está siendo mal manejado. Es a natura.

Veámoslo de modo práctico, yo Chavista decepcionado, por decepcionado y “arrecho” que esté con el chavismo, jamás me uniré a un cambio, a un grupo, cuyo nombre per se, representa la contrariedad de la visión en la que creo.

Les admito, tener que escuchar que el llamado principal de uno de los líderes de la ya caduca “oposición” durante este período sea a la organización, es más que decepcionante. Sería hasta un chiste decir que lo que pasa es que han tenido solamente 15 años para organizarse, sino fuese porque se trata de la triste realidad. Sin embargo, más allá de que 15 años no han sido suficientes para gestar un plan, me parece casi inaudito pensar que a 15 años de esta lucha, considerando que nunca ganaremos sin el apoyo de al menos un sector del chavismo, a nadie se le haya ocurrido que quizás sería pertinente dejarnos de llamar OPOSICION.

Llego la hora, Venezuela. Debemos abrir el espacio para que los chavistas decepcionados, los colectivos razonables y los ni-ni que encontraron alguna vez en el chavismo una voz que les parecía más congruente que la de otro bando, encuentren en LA RESISTENCIA el pluralismo que necesitan para sentirse que pueden unirse, integrarse, que pueden pertenecer sin dejar de ser chavistas, que vale la pena, que nos une la misma lucha, que padecemos los mismos males y que al final, todos queremos una mejor Venezuela para TODOS.

Necesitamos dejar atrás ese nombre y tono negativo, antagónico, polarizante, divisor y discriminador de OPOSICION y convertirnos en un nuevo conglomerado de ideas, que no necesariamente se limitan a aquellas que la otrora oposición esgrimía, pero que también incluye, integra, aprende y considera otras voces, otros grises, otras visiones. He ahí, en la pluralidad de este entendido y dado que el problema que hoy nos une es que independientemente del partido que uno favorezca, la situación simplemente NO SE AGUANTA MÁS, me parece acertado, cambiar el discurso y abrirnos paso ahora como RESISTENCIA

¿Qué es la Resistencia? Un movimiento plural, inclusivista que conglomera distintos grupos y tendencias ciudadanas y del acontecer nacional bajo la bandera de resistirnos al malvivir al que nos quiere condenar indefinidamente este gobierno.

Claro, el cambio efectivo, no deberá ser solo de nombre. El primer paso es renovar las voces que representan este movimiento. No sé cómo tampoco se les ha ocurrido, pero me parece un exabrupto pensar que le pidamos al chavismo, sea el light, el extremo, el decepcionado o el que sea, que apoye un movimiento liderado, entre otros, por personajes de aquella llamada Cuarta República en la que se sintieron olvidados, marginados y victimizados y ante la que se alzaron y le dieron 14 años de fiel y casi ciego respaldo. Como diría el Conde, “Ar favor!”

Este es el momento de la patria, plural, plena y libertaria. El momento de que aquellos que tuvieron su rol en la Cuarta, como Antonio Ledezma, Ramos Allup, Andrés Velásquez y una cadena larga de etcéteras, tomen conciencia y se aparten del liderazgo públicamente notando que lo hacen como un paso para favorecer la reconciliación nacional, el entendimiento; para despejar ese centro en el que nos veremos todos cara a cara, en las carencias y la necesidad que estamos atravesando. Solo así, podremos aunar el apoyo de ese chavismo dubitativo que hoy busca desesperadamente una opción, una alternativa.

Pensar que después de todos estos años de lucha, de gritos, de marchas, de votos, de misiones, de dádivas, vamos a lograr que alguien nos dé un voto de confianza a sabiendas que a nuestra mesa se sientan sus grandes enemigos de aquella Venezuela que los olvidó y los marginalizó, es tan absurdo que es casi tragi-cómico.

Así que el llamado ahora es a esos líderes, para que tengan la madurez cívico-democrática de entender que su tiempo pasó. Que quizás un futuro proyecto de país los vuelva a incluir, pero que tendrán que comenzar desde el principio a trabajar para ganarse nuevamente a la mitad del país. Mientras tanto, es momento de sopesar, poner el colectivo por encima de los intereses particulares y partidistas, ceder el cetro y la palestra a un nuevo liderazgo, más cónsono y diáfano con los tiempos que vivimos ahora cuando finalmente avanza, LA RESISTENCIA.

 

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