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Nuevo Golpe al Parlamento

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Venezuela no sale de una situación sobrevenida para caer en otra. Reiteradamente, asistimos a una función populista y degradante donde la política termina cayendo en un juego macabro de víctimas y victimarios, agresores y receptores de la violencia.
La situación explica la irremediable polarización del país, convertido en ring de boxeo.
Viendo los testimonios de ida y vuelta, me sentía el espectador de un programa de televisión amarillista.
El gobierno es fundamentalmente culpabe de transformar a la asamblea nacional en la locación permanente de su talk show, conducido ahora por un juez despótico y arrogante, Diosdado Cabello, quien se cree con el derecho de mandar a callar y censurar a diputados de la república.
De seguro tendrá el mismo destino de Laura Bozzo al servicio de Fijumori. Por lo pronto, sabotea al Parlamento y provoca su clausura.
En un acto de falsa moral, Nicolás se lava las manos y llama a restitutir la paz en el hemiciclo. Cuando se vende como el cordero, disfraza su piel de lobo.
Mientras tanto, cada parte expuso su alegato ante los medios de comunicación.
Aquí es interesante el manejo de la palabra, la muestra de evidencias y el planteamiento de argumentos.
Por el lado del chavismo, Pedro Carreño empezó mal colocándose ingenuamente delante de uno de los rojos desatados en la golpiza. Era un muchacho robusto con la chaqueta de la tricolor. Sudaba y no tenía cuello.
En redes sociales lo comparaban con el gordito de la camisa rosada. Lo vimos tirar manotones y puños de guardaespalda con licencia para matar. Pedro Carreño justificó la mordaza de la bancada de la MUD, achacándole a la Unidad la culpa por el bochorno. No exhibió prueba alguna en video o imagen. Por algo el canal de la Asamblea cortó la transmisión.
Después lo sucedió una pobre señora ignorante de su propio lenguaje. El rostro menos telegénico y forzadamente intelectual del chavismo. En la división del trabajo del proceso, los cuadros inferiores, los de cuarta categoría deben dar la cara para responder por las pésimas acciones.
En resumen, los diputados del chavismo hablaban de su dolor, pero no exhibían una sola marca en el rostro.
Al contrario, María Corina y Julio Borges lucieron sus semblantes cubiertos de morados, rasguños y cicatrices. Acompañaron su discurso con videos. En ellos notamos el origen del conflicto. Se levanta una pancarta y los fascistas atacan sin piedad, impidiendo el ejercicio de la disidencia pacífica. Es sencillo extraer la conclusión.
La mentira sigue queriendo tapar a la realidad, al punto de llegar a la emboscada del bando adverso.
La buena noticia: el peine fue descubierto al minuto. Desgraciadamente, la historia continúa con su marcha de esquizofrenia, locura e incertidumbre.
Mañana nos espera el episodio del primero de mayo.
Vaya cuento de nunca acabar.

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