panfletonegro

¿Le conviene a la oposición ganar el 14 de abril?

chavez-mural

Suponiendo que ello fuese una posibilidad, me arriesgaré a decir que no. Más importante que la victoria electoral es el discurso y la ideología, y la sombra de Chávez lo arropa todo, «por ahora». Evidentemente, lo seguirá haciendo durante muchos años, pero me parece clave que la oposición logre dejar al chavismo erecto en la transparencia de su desnudez, de su modelo petro-rentista no sustentable. Que el chavismo priápico de los años del boom, capaz de eyacular petróleo en las bocas hambrientas de sus seguidores, se muestre enhiesto y enfermizo, arrugado y sifilítico.

 

Los indicadores económicos de Venezuela son alarmantes, el impacto de la real politik chavista ha concentrado el poder y avanzado un modelo de «desarrollo» basado en el desangramiento del erario público, las subvenciones a la importación y la quiebra de la industria privada.

 

La devaluación del Bolívar ¿Fuerte?, no ha sido suficiente. Los índices de escasez son lo único que avanza en el país. El elector, sea del bando que sea, espera una solución a estos problemas después de las elecciones.

 

Pero por supuesto que el elector no entiende, ni le interesa, la economía. En Venezuela, recordamos a los políticos con nociones etéreas y vagas; «con Carlos Andrés se vivía mejor», no con ideas concisas acerca de su legado. Amén de los sesudos analistas que escriben en periódicos y páginas que pocos leen, el elector «de a pie», recordará a Chávez como el artífice de la bonanza, el multiplicador de los planes (que no panes, pero sí pranes) y misiones, el que oró al cielo en medio del éxodo socialista e hizo que llovieran BlackBerries.

 

Si gana la oposición, los dolorosos ajustes serán rápidamente inscritos dentro de la idea «neoliberal» –que sólo existe en la cabeza de los cuadros chavistas–, y propalada a ritmos goebbelescos (que no novelescos) por los medios, canales y redes del Estado. Se reforzará la idea de «con Chávez todo (o sea, las neveras, las becas y las ayudas), sin Chávez nada». En este caso, la reconstrucción democrática se vería amenazada por el ruido de los sables en los cuarteles. Aparecería el gendarme necesario, el único capaz de enderezar la economía y mantener el malestar a raya a punta de balazos.

 

¿Significa esto que la abstención sea la mejor estrategia para el 14 de abril?

 

No.

 

Permítaseme un escenario alternativo, que vaya más allá de la dupla ganar/perder.

 

Creo que la estrategia idónea para la oposición debe plantearse a mediano plazo. En ese sentido, y manteniendo como horizonte el evitar a toda costa la intervención militar, lo mejor que podría pasar es una victoria pírrica para Nicolás Maduro:

 

1) Maduro gana las elecciones, pero sale debilitado. No logra cosechar todos los votos de Chávez y pierde entre un millón, y un millón y medio, de votos.

 

2) Capriles pierde las elecciones, pero reafirma su liderazgo, logrando obtener seis millones de votos.

 

La diferencia entre los dos candidatos giraría en torno al millón de votos. La oposición lograría demostrar que no es una cenicienta sino que es una verdadera voz de cambio. Su sólida base le permitiría hacer presión en la Asamblea y Maduro tendría que ser más ponderado. Potencialmente, se podría luchar contra los desmanes a venir, se tendría la fuerza política para hacerlo.

 

Estamos hablando de construir política, de hacer política y cambiar el rumbo del país.

 

Es un camino largo, nadie ha dicho lo contrario. Pero este escenario, que parecerá catastrófico para los miopes, podría abrir la puerta a una opción democrática cuando el gobierno Maduro se termine de derrumbar bajo las presiones de su gasto insostenible. Se correrá la máscara, el ídolo tendrá pies de barro y, tal vez, Venezuela pueda finalmente pasar a otra cosa.

Salir de la versión móvil