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Gibarian, Servidor Público

GibariançEn el hilo de comentarios épico desencadenado por el post de Sergio M. hay un comentario que resume una actitud común en esos comentarios, escrito por Mirco:

«Pero tampoco se puede debatir señalando que todo lo que dice el contrario es un falacia del-sabor-que-quieras.»

Depende. Si «todo» lo que dice el contrario es una falacia, hay que dejarlo claro. Si parte de lo que dice lo es, hay que dejarlo claro también. Si argumentos legítimos son acusados de falacia, entonces sí la acusación de falacia lógica termina siendo una falacia lógica. Pero, Gibarian no se limita a exponer las falacias en el discurso, las explica y repite los argumentos. En ese post yo he tenido que volver a explicar un argumento, y toda esta discusión nace de una mala lectura del post que escribimos, de una percepción muy subjetiva y una lectura entre líneas muy personal, pero que no fue lo que nosotros escribimos, no es una posición que defendamos y no es lo que argumentamos. Si la gente quiere darse cabezazos con paredes que no existen, ofenderse por expresiones metafóricas como «qué bolas tan grandes tienes tú» y tomárselas como si fueran literales para hacer una llorantina y no contestar a un argumento o si se arrechan por las críticas al país y a la sociedad como si fueran fanáticas de Justin Bieber heridas por blasfemia al ídolo, peo de ellos. Son libres de tomárselo así.

Muchas veces se debate no por convencer al otro, pocas veces pasa, sino por desmontar ante terceros las posiciones del otro, pasarle la cuerda y que él o ella se ahorquen solitos. A veces hay malos entendidos legítimos y es natural que en un tema tan emocional como este uno con la adrenalina a mil y cortisol a toda chola lea por encima y se lance a escribir viendo todo rojo. Pero si luego que se explica un punto 2 y 3 veces se sigue insistiendo en la mala interpretación, hay estupidez cetrina, terquedad extrema o mala voluntad y no tiene sentido seguir el debate, a menos que sea por sacar roncha, por ganas de discutir, por esperanzas lejanas de que la persona cambie de opinión o por exponer exabruptos ante terceros y dejarlos ante el omnividente Google como evidencia.

Ojo, que esto no es un llamado a la censura ni mucho menos. Aquí hay completa libertad de insultar, distorsionar, mentir, humillar y sacar trapitos personales que no vienen al caso. Nadie impide escribir una respuesta que sea algo así como: «mierda, mierda!, mierda? mieeerda, mierrrrrda!, por qué mierda? qué esta mierda? vomito con esta mierda! MIERDAAAAA!!!!1«, pero que luego no espere ser tomado en serio con tal respuesta. La gente tiene tiempo limitado y paciencia finita. Con sacar las falacias lógicas basta, en casos como esos, ofenda, ladille o moleste a quien las comete. (Y que me corrija Gibarian si cometí una falacia)

Lo que Gibarian hace es un servicio público, y puede ser ladilla, pero es parte de lo que colectivamente necesitamos: Aprender a identificar argumentos basura, separar la paja del trigo y entender mejor, más sistemáticamente los argumentos, a hacer análisis metódico de los discursos. Que no nos la vuelvan a meter doblada jamás. Que no nos metan números falsos, ni falsas equivalencias, ni que nos convenzan que algo es bueno o malo dependiendo de quien lo hace o lo dice y no del acto o del argumento en sí. Que por tenerle tirria a alguien no dejemos pasar una buena idea o una oportunidad constructiva.

Aprender a leer es laborioso, aprender a caminar no es fácil, llevamos coñazos y cicatrices que cargamos el resto de nuestros días con nosotros. Las matemáticas no son triviales al comienzo, sean sumas o integrales triples. Cualquier habilidad útil en esta vida es resultado de esfuerzo, tesón y experiencia ganada a pulso. Lo mismo con el análisis del discurso y emplear argumentos serios. Es difícil aceptar a estas alturas de la vida que rutinariamente cometemos estos errores, pero, en muchos casos es así. Por supuesto, Gibarian no es perfecto, puede ser parcial, como humano que es, pero su posición es muy necesaria, individual y colectivamente, más aún hoy en día, cuando tenemos un gobierno deshonesto intelectualmente, mentiroso y que emplea sofismas en cantidades industriales a la vez que usa los sentimientos para defender lo indefendible.

Por supuesto, no hay por qué aceptar esta posición, pero no veo yo que deformando lo que otros piensan lleguemos nunca a una solución real a un problema, a un compromiso o a un consenso. Si eso es lo que queremos, más división, seguir sin solucionar nuestros problemas y sin tener consenso de una idea de país y sociedad, plomo, sigamos en la guachafita y diciéndole ladilla a Gibarian. Si lo que queremos es otra cosa, quizás convenga más ponernos más seriecitos con lo que decimos y con los argumentos que aceptamos. No, no va a tener absolutamente ningún efecto a corto plazo, nuestra política seguirá igual de mierdera que siempre, pero si al menos podemos deconstruir mejor la madeja de mentiras y medias verdades quizás a largo plazo podamos construir algo mejor, cuando nos toque recoger los pedazos de esto que se va a romper.

 

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