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Burgueses & Bohemios: La ciudad que no existe.

Sin título

Lo más sorprendente de vivir bajo una economía subsidiada e improductiva es el poco valor que tiene el dinero. La devaluación de la moneda produce fenómenos extraños: la gente no puede comprar una casa, no tiene capacidad de ahorro, ni siquiera pueden comprar un trozo de carne de primera calidad en el mercado (porque ésta casi no se consigue); pero, en cambio, sí pueden comprarse un teléfono de más de cuatro mil seiscientos dólares. En esos contextos se pervierte todo: el valor de las cosas y hasta los símbolos del estatus social. En otros países, donde funciona un capitalismo más o menos serio, el estatus te lo da una vivienda o un carro de lujo. En países como el nuestro, donde no se produce nada y todos nos dividimos en dos categorías, importadores y consumidores, el estatus te lo da cualquier basura importada que sea digna de exhibirse, sin importar su calidad o utilidad. Se pierde así el valor de todo, de la verdadera tecnología de primera, de la gastronomía, de la moda, de las cosas que habitualmente serían símbolos de clase en un contexto normal.

Esto, desde luego, también afecta a la industria cultural. Así como nos venden un teléfono obsoleto en una fortuna, también surgen los grupos culturales que nos venden cualquier vaina a precios elevadísimos. En nuestros países no hay moda de verdad, bohemia de verdad, gastronomía de verdad. Sólo imitaciones baratas, pura basura para (mal)consumirla. Fiestas donde nadie disfruta, diseñadores que no tienen una idea original, cineastas que no filman, humoristas que no dan risa, escritores que no escriben, eventos donde no pasa nada, bandas musicales anodinas… una amplia gama de vendedores de humo, que saben que hay un público inculto y fácilmente engañable al que se le puede meter cualquier gato por liebre. El lujo deja de ser algo para el disfrute, y todo se vuelve un simulacro muy decadente.

Emergen dos faunas: la de quienes no hacen nada, y la de quienes consumen la nada. Se pervierte el entretenimiento. La gente lejos de ser consumista,se vuelve torpe para consumir. No saben consumir tecnología, no saben divertirse, no saben comer, no saben vestir, no saben distinguir una buena marca de una marca pirata carísima, compran cualquier chiril a precio de Gucci, etc. Del otro lado surgen los falsos artistas, los vendedores de humo, e incluso, algunos creadores legítimos terminan por renunciar a su personalidad a cambio de llegarle a ese público que no lee el libro pero va a los bautizos, que no ve la película pero va a las premieres, que aplaude cualquier barrabasada por muy mediocre que sea.

Así se crea una idea perversa. La banalización de todas las formas de arte y entretenimiento da pie a que algunos piensen que son fáciles y que cualquiera puede hacerlo, que sólo es cuestión de conseguirse una camarita y ya; como si el cine, la música, la fotografía y la literatura no fueran parte de un proceso lento, que requiere trabajo y dedicación.

Quiero hablar de un grupo en específico, a raíz de su último trabajo para Absolut Vodka y sus fiestas Voyages. Hablo del colectivo Burgueses & Bohemios.

No todo es una camarita digital

Ayer comentaba en mi blog personal que los documentales tiene un aura extraña: casi nadie los satiriza, nadie los somete a burlas, aún cuando se usen sus mecanismo para hacer comedia. En el caso venezolano, hay que agregar que existe un enorme irrespeto al género: se cree que cualquier cosa que se grabe es un documental. Y eso no es así. Una serie de entrevistas no son un documental; una reunión de tus amiguitos hablando pendejadas no son un documental; un video tuyo cortándote las uñas de los pies no es un documental. Y sin embargo, a pesar de esto, ahora se etiqueta como documental cualquier pendejada, desde una insufrible cadena de entrevistas entre panas, hasta una fiesta en una casa del este de este. En el caso del colectivo Burgueses & Bohemios, sus videos presumen de ser documentales y vanguardistas, pero en realidad son de un simplismo alarmante, una copia barata de la estética de otros países (con realidades muy distintas) y, para colmo, sufren de un vacío conceptual, francamente lastimoso.

Vean este espanto:

http://vimeo.com/55961917

Así pues, todos viven en su mundo de fantasía, en una Caracas que no existe; levantando ídolos de barro y tratando como estrellas del Jet-Set a cualquier disfraz con el dinero o los contactos suficientes para pagar por un horrendo video de esos. Vale decir que esta gente no ha entendido para qué sirve la tecnología digital. Las cámaras 7D sirven en Venezuela para sostener un esnobismo cinematográfico que oculta, detrás de sus imágenes limpiecitas y prolijas, el poco talento de sus realizadores, el nulo conocimiento de la técnica cinematográfica y, claro, el absoluto vacío de su propuesta. Con esas cámaras se ha terminado por crear una estética que pervierte su fin original. De la alta definición como forma de expresión, pasamos a una alta definición como forma de no-expresión, incluso como tapadera de la mediocridad. Si no me creen, vean cualquier mamarrachada de esas que se hacen aquí bajo el título de Fashion Films, que, desde luego, están a años luz de los verdaderos Fashion Films, hechos con verdaderas modelos en verdaderas ciudadades glam.

No es que la forma se coma al fondo, es que no hay fondo. Todo es vacío, superficial, burdo. Uno de los mejores documentales criollos de tiempos recientes es El documental de Venezuela, que aún hecho sin las fulanas camaritas 7D, tiene mucho más contenido y es mucho más interesante que ver a unos decadentes muchachos regodearse en su crapulencia.

El último trabajo de esta gente es Historias Absolut, realizado para promover las lamentables fiestas v0yage, unos templetes pseudo-exclusivos, donde se reserva el derecho de admisión y se promueve la homofobia. En el video aparecen Samantha Dagnino y Led Varela como ¿personajes? principales. También se deja ver el fotógrafo Fran Beaufrand, el dj Pocz y algún otro personaje de la vida nocturna caraqueña.

Verlo es entender muchas cosas, la más importante: el gran éxito del chavismo para tener idiotizado al país ha sido saber respetar la burbuja económica que le permite a cierta clase media jugar a que viven en el primer mundo y reciben trato de estrellas hollywoodenses. Verlo es entender que esta gente no está desconectada de la realidad, sino peor: están conectado al lado más oscuro de la realidad, a esa pseudo-ciudad enclaustrada donde vive una decadentosa clase social que no se entera de nada de lo que ocurre a su alrededor. Verlo es entender que el comemierdismo es una enfermedad caraqueña.

Lamentablemente, el panorama no es nada alentador. Al contrario: lo que se viene es más de lo mismo. Basta ver como ha estado este diciembre, en el que tuvimos el asueto más violento del año, lo que lleva a que estos tarantines enclaustrados sigan siendo la única alterativa de esparcimiento de la clase media caraqueña. O como se pospusieron una terribles medidas económicas, que le quitarán más valor a la moneda para, una vez más, someternos a consumir basura como única forma de ascenso social ante un país donde difícilmente podremos alcanzar una verdadera vida cómoda.

Este video refleja el síntoma de la enfermedad que seguimos padeciendo los venezolanos. En los próximos años seguiremos pagando sumas astronómicas por ir a shows de comedias que no nos dan risa, por ir a eventos donde no pasa nada. Este 2013 tendremos casi veinte películas en cartelera, todas vacías y huecas, toca carentes de verdadero cine, y todas dándole a sus poco talentosos directores el estatus de Spielbergs que no se merecen. Lo mismo en la música, en las letras, en internet. Seguimos viviendo en un país de cartón, realmente lastimoso.

Post post:

Luego de la publicación de este post y su respectiva discusión, han aparecido cuatro textos de interés en otros blog y páginas que buscan seguir la discusión. Los comparto con ustedes:

  • Porlomenismo, del blog Paranoia Liliputiense, escrito por Claudia Lizardo.
  • Santa profundidad de campo, Batman, del blog Salsa para pizza, escrito por Cris7ian
  • Caracas circular, mediocre y autocomplaciente, publicado en Panfleto Negro, escrito por elenaenvacaciones
  • Acerca del texto publicado por John Manuel Silva Burgueses & Bohemios: La ciudad que no existe, del blog Dios salve a Duchamp, escrito por Gabriela Insignares Kuiman
  • Algo dentro de mí muere cada vez que critican a una crítica, publicado en Panfleto Negro, escrito por Daniel Pratt.
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