Un «freak» en cadena

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DPlató de DEC (Imagen de internet en info corazón)

e vez en cuando, especialmente los fines de semana, para escapar un poco de la realidad dura y a veces cruel que nos agobia a los venezolanos, para olvidar la inseguridad personal que nos obliga a encerrarnos en nuestras casa bajo siete llaves, rejas y cercos eléctricos, para evadir la profunda intolerancia que nos carcome, para eludir la cotidiana violencia y la avanzada pérdida de calidad de vida que nos deja cada día sin productos básicos de alimentación, sin servicios públicos que cumplan con un mínimo estándar de eficiencia, en fin para apartar mi mente y mi espíritu de la vida real que puede llegar a sumirnos en depresiones profundas de las que se hace cada vez más difícil salir, prendo el televisor y me dedico a ver por horas, dos o tres, dependiendo de lo entretenidos que estén y del sueño que me produzcan, programas del corazón de la televisión de España.

Si. Así de superficial y banal como suena, veo DEC por horas, dejo que sus emisiones me contaminen la mente con chismes de la Pantoja, su ex Julián Muñoz y su hijo, Paquirrín, con los escándalos del jet set español e internacional. Le permito a la Patiño que me torture los tímpanos con sus gritos destemplados y su vena brotada. Me molesto a rabiar con los comentarios racistas y discriminatorios que Chelo García Cortés se permite hacer sobre los sudamericanos y, especialmente, sobre los venezolanos. Me muero de la risa con las mariqueras de Jesús Mariñas y su obsesión por el paquete de Jaime Cantizano, me avergüenzo con las historias de Falete, un cantante tan bueno que no tendría necesidad de ese tipo de programas para demostrar su talento y darse a conocer, y pretendo dejarme engañar con los falsos reportajes “robados” en los que queda completamente claro que se trata sólo de pactos entre personajes tomados supuestamente “in fraganti”, los fotógrafos y periodistas y las estaciones de televisión. Son sólo espectáculo barato para un público promedio que parece disfrutar con este tipo de shows.

Un viernes sí y otro también, en el plató de DEC como en el de la mayoría de los programas del corazón de la TV española, uno se encuentra con unos personajes que se catalogan a sí mismos como “Freak”, fenómenos, gente que en su desespero por alcanzar fama y popularidad son capaces de mostrar ante millones de televidentes, sin el menor pudor o rubor, sus peores miserias. Que cuentan sin remordimientos con quien se acuestan y con quien no, que insultan y demandan a sus padres, a sus madres o a sus hijos, hombres que no tienen reparo en describir y en muchos casos mostrar sus penes, mujeres que exhiben sus pechos. Personas que por dinero, pero principalmente por la subida de adrenalina que les produce la notoriedad y la popularidad, se asoman a las pantallas de los televisores como verdaderos “fenómenos” sin avergonzarse del ridículo que generalmente hacen.

Durante esas horas de programa, la televisión se transforma en una especie de circo en el que contemplamos, ya no a la mujer barbuda, a Kalimán el magnífico, al hombre elefante, al niño lobo o la mujer que se transforma en gorila a la usanza de los circos de la última mitad del Siglo XIX y que se mantuvieron hasta bastante avanzado el XX. En la “caja boba” aparecen Yola del Rocal enseñando los pechos y labios recientemente inflados de silicón y bótox, la bruja Lola con sus velas negras, sus peróxicas greñas alborotadas y unos ajados pechos que luchan por no salirse del estrecho lamé dorado, Dinio el caliente cubano ex novio de Marujita Diaz, devenido en actor porno gracias a sus no sé cuantos centímetros de virilidad, Bienvenida Pérez, femme fatale que no se ruboriza al decir que se ha casado siempre por dinero y hasta ha escrito un libro sobre cómo lograrlo, Isaac, supuesto ex novio de Falete que pretende ser entrevistador y cantante y que ahora asegura ser heterosexual y que todo fue un montaje, la actriz porno Lucía La Piedra con su tono de voz de niña tonta y sus inverosímiles historias amorosas, La Veneno una exuberante transexual ex presentadora de televisión que en sus buenos tiempos paraba el tráfico y que se ha convertido en una verdadera freak con historia de prostitución callejera, paso por la cárcel incluido y con constantes amenazas de contar con qué políticos y famosos se encamó…

En fin, que la fauna es larga, la lista se puede hacer interminable, a ratos divertida, generalmente vergonzante, definitivamente anegada de ridiculez, impúdica, lamentable y lastimosa.

Hace poco, mientras hacía zapping porque el programa del corazón que estaba viendo se me hacía tedioso, caí en un canal venezolano para conseguirme con una cadena del presidente Chávez y el cantante de música venezolana Cristóbal Jiménez en lo que pretendía ser un homenaje póstumo al recientemente fallecido cantautor criollo, nacido en Apure, Eneas Perdomo, conocido en todo el país por su “Fiesta en Elorza”, entre otras composiciones.

Por un rato detuve el control del televisor en lo que se desarrollaba en la pantalla y que se transmitía a todo el país en cadena de radio y televisión. Chávez cantaba (o creía que lo hacía porque en realidad parecía que berreaba), gesticulaba cómo muchachito de tercer grado carente talento en un acto cultural de cierre de curso, animaba pretendiendo parecer un Amador Bendayán en el viejo y maratónico programa sabatino que el pequeño animador presentaba, creo que llegó hasta a bailar y declamar. La verdad, el estómago no me dio para soportar más de 5 o 10 minutos de ese adefesio insoportable por el cual Eneas Perdomo debe aún revolcarse en su tumba.

Lo cierto es que esos pocos minutos que observé la mamarrachada de cadena, me hicieron reflexionar sobre cómo veríamos a Chávez si no fuera presidente del país. Ponga por unos minutos la cadena, esta de Eneas Perdomo, o cualquier otra, seguro estoy que la que consiga tendrá algunos largos minutos de “canto” baile o declamación del mandatario, haga abstracción del cargo que en la actualidad y desde hace 12 años detenta, observe su manera de conducirse, de relatar anodinas anécdotas de su vida pasada, de contar malos chistes y, dígame, si no fuera presidente, ¿no sería un freaky más de la televisión de cualquier país?

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