panfletonegro

Taita Boves:¿La Manzana de la Discordia?

Zamora fue la cumbre de la claudicación del gremio, de la clase intelectual ante la élite del poder. Hace un año, se estrenó en el Teresa Carreño con la presencia del Jefe de Estado, bajo la compañía de Ministros y altos dirigentes del partido. Nosotros asistimos en calidad de infiltrados y posteriormente le dedicamos una novela de 33 capítulos, donde describimos, paso por paso, el desarrollo del evento como una metáfora del país en la Quinta República. A su llegada a las salas, la película sólo contó con el respaldo de menos de 8000 espectadores.Una de las peores cifras de la década. Aparte de ello, la crítica la refutó por manipuladora, complaciente y demagógica, en aras de fomentar el culto directo a la personalidad de Hugo Chávez. Por eso, se le comparó con el cine de Stalin, Fidel, Hitler, Franco y el Duce, salvando las distancias.

Ahora “Taita Boves” arriba a la cartelera y la acogida es distinta, en unas circunstancias diametralmente diferentes. Hugo Chávez la ignora, ningún funcionario la defiende a capa y espada, literalmente la abandonan a su mala suerte como un corderito delante de las fauces de los leones de la distribución, y si no es por el derecho a replica de su autor, la condenan a la censura tácita y a la invisibilidad en 4 salas(pésimamente ubicadas).

Para rematar la absurda fábula del país y del mundo al revés, la oposición la adopta como una bandera política de cara a los próximos comicios, a pesar de haber sido producida por la misma gente de “Bambi C4”, “La Clase”, “Comando X”, “Habana Eva” y “Miranda Regresa”, hecha por encargo y a instancias de Farruco Sesto para responderle al biopic de Diego Rísquez, porque al inquilino de Miraflores no le gustó. Entonces el señor caprichoso se pagó otra con los dineros públicos, para tapar a la anterior, para sepultarla, para silenciarla a su modo. ¿Y te acuerdas de quién la dirigió? Sí señor, Luis Alberto Lamata, a quien por cierto respetamos como persona y artista.
Por ende, mi reseña de hoy no debe se vista como un ajuste cuentas de yo contra él. Por ahí no van los tiros. Sólo intento hacer un simple ejercicio de retrospectiva, porque siento la peste de una realidad y de una nación sin memoria, aquejada de un severo Alzheimer terminal.Presto a olvidar y a fingir demencia por mero interés.
Mientras tanto, el periodismo supuestamente comprometido y serio, esconde la cabeza como la avestruz y se hace el loco. Alaba desde la superficie de la inercia y su coro de focas aplaude a rabiar por solidaridad automática.
Por consiguiente y en reacción, cumplimos con poner la nota discordante dentro del concierto hueco y baladí de la mentada crítica nacional,siempre paralizada y agarrotada, salvo honrosas excepciones, cuando se trata de hablar de una cinta criolla. Así pues, comienzo como Jorge Lanata en el caso de Papel Prensa, formulando al aire una serie de preguntas incómodas. ¿Por qué “Taita Boves” después de “Miranda Regresa”? ¿Cabe creerle su mensaje de deconstrucción visceral del caudillismo en el 2010, en disconformidad con lo planteado por el largometraje protagonizado por Jorge Reyes, con el fin de sustentar el tabernáculo oficial de los próceres del pasado, para proyectarlos como reencarnaciones de los líderes del presente?¿Lamata se puede dividir en dos o es una continuidad dispareja, un rato con la mitología del estado y al siguiente con la imaginería reivindicada por la mesa de la unidad? ¿Es un hábil realizador, un oportunista,acaso un camaleón, una cándida paloma, o un prototipo del cineasta vernáculo, capaz de venderle el alma a Belcebú con tal de consumar sus delirios y utopías en 24 cuadros por segundo? ¿Le perdonamos el hecho de querer quedar bien con dios y con el diablo en la tierra del sol? En vez de arrojar una respuesta determinante y fulminante, maniquea y binaria, optamos por compartir y ventilar nuestras inquietudes, a la espera de conseguir en ustedes una reafirmación o una refutación de nuestras sospechas en el foro. Humildemente, nosotros no tenemos la última palabra en la discusión.
A la inversa, igual como Lanata y Lamata, también abrigamos sentimientos encontrados para con el lanzamiento del “Taita”. Por un lado, lo respaldamos incondicionalmente en la confrontación con los injustos y autoritarios distribuidores.En paralelo, aborrecemos el lenguaje de odio utilizado por algunos de sus gestores, al tacharlos de “hijos de puta”. Con los términos de Mario Silva y La Hojilla, tampoco vamos a evolucionar en el debate.
Además, reconocemos el gesto de apertura de los creadores y publicistas de la película, para con nosotros, los miembros de la prensa. Sin exigir nada a cambio, nos invitaron a participar del proceso de difusión y nos alentaron a expresarnos con total libertad, en un ejemplo de civilidad,transparencia y democracia.
En lo personal, tuvimos acceso ilimitado a la ficha técnica, cara a cara. Conversamos dos veces con Luis Alberto Lamata y en una ocasión con su estimado editor, Jonathan Pellicer. Ambos se comportaron como caballeros, carentes de poses y de intransigencias, a sabiendas de como soy de impredecible y de poco simpático a la hora de escribir.
Luis Alberto se mostró generoso con su conocimiento, nos deleitó con su capacidad de oratoria y nos ofreció una clase magistral sobre su cine, de gratis, a lo largo de una hora. Me ratificó sus influencias de Kubrick,Herzog,Pasollini y Glauber Rocha.
Nosotros le descubrimos reminiscencias de Copolla en “Apocalipsis Now”, del barroco de Fellini y de la poética de la crueldad de Tinto Brass en “Caligula”, posible referente de “Taita Boves” en materia de confección de imágenes hiperviolentas alrededor del trono de los déspotas salvajes del celuloide. No por casualidad, aquella resultó incorporada por Malcolm McDowell, luego del éxito de “La Naranja Mecánica”. Al parecer de Jonathan Pellicer, Alex de Large es una de las fuentes de inspiración para el diseño del personaje de “Taita Boves”. Para algunos, el parentesco es inexistente. A propósito, el montaje procura conciliar el sello del autor con la potencia de Martin Scorsese en “Departed”, al parecer del responsable de la postproducción. A tal efecto, combinó cámaras lentas con imágenes congeladas, en pro de reforzar el discurso. A mi manera de ver, se abusa del recurso y pierde fuelle hacia el desenlace.
De todos modos, el empalme de los planos le inyecta modernidad al enfoque clásico del realizador, todavía atado a una mecánica estática y teatral de telefilme de época, de miniserie cultural de Cabrujas,de unitario. Lo definido por Truffaut como una cierta tendencia del cine qualité(cargado de solemnidad choronga).
Aquí marcamos distancia con la abundancia de diálogo explicativo y reiterativo, con la esterilidad kistch de un sinnúmero de alegorías y metáforas gruesas, con el aire de cartón piedra de la mayoría de las escenografías, con la música demodé,con la voz en off,con la declamación de estrofas rimbombantes y frases lapidarias para la posteridad, y con el inverosímil desempeño de gran parte de los ridículos secundarios.
En descargo del reparto, nos identificamos con el desparpajo de Gledys Ibarra, con el brutal sentido del humor negro de Héctor Manrique(burlándose del populismo contemporáneo) y con el sorprendente registro de Juvel Vielma en la primera fase del argumento. Por desgracia, el tiempo le pasa factura y acaba por pecar de monocorde,caricaturesco y redundante en la explotación de su ímpetu grotesco.
Algo similar ocurre con el trasfondo de la película. Arranca estupendamente bien y eriza la piel.Concluye como un eslogan impreso en la frente del mártir, en su calvario de traición, venganza y esquizofrenia. La Pasión del Taita culmina como una lección moral y moralista acerca del derrumbe y de la deblace de una vida marcada por el exceso. En tal sentido, preferimos el tono de demencia y terrorismo amparado por el epílogo de “A Clockwork Orange”.
Si nuestra condena es continuar en la búsqueda eterna de un “Taita”, de un “Chavez” y de un emperador, el de la película es ser el síntoma de un cine nacional puritano, empeñado en equiparar violencia y sexo con muerte.Tal como se imponía en los finales de la época de la depresión, bajo el código Hays. Así, “Caracortada”, el criminal, debía terminar ajusticiado por su propia ley, como una forma de hacer catarsis y de exorcizar sus demonios.
Desde entonces, la figura del chivo expiatorio siempre se utiliza para justificar y corregir la historia, para tranquilizar conciencias y apaciguar descontentos.
Para mí, la película apenas toca la punta del iceberg del problema y nos reconforta una visión estereotipada del vano ayer, donde los malos son malos,los oligarcas son los oligarcas,los terratenientes son los terratenientes,las mujeres son las mujeres de costumbre,los españoles son los españoles,los negros son los negros y los pocos buenos son víctimas de las circunstancias.
El apatrida es el villano de la partida y los mantuanos no logran escapar del reinado del cliché.
Me faltó la perspectiva global,estructural y general del asunto, más allá de la anécdota, del memorial de agravios y del relato lineal, interrumpido por flash backs.
Con todo, la distingo por encima de “Miranda Regresa” y en vías de reencontrar la madurez o la complejidad de “Jericó”, única obra maestra de Lamata hasta la fecha. Si me lo permiten, la entiendo como una prudente rectificación del realizador,tarde pero segura.
Mutatis mutandis, es como lo obtenido por Sergui Einsenstein con la secuela de “Iván el Terrible”, a raíz de la aprobación de la primera por parte del Stalin. La segunda irritó y molestó a las autoridades incompetentes, porque las desnudaba al pelo. De ahí su negación, al punto de considerarse tabú para los bolcheviques. ¿Sucederá lo mismo con “El Taita”?Amenecerá y veremos.
Por lo pronto, disfrútenla como un espejo de la Venezuela actual: polarizada, intolerante, sangrienta, resentida,hechizada, embrujada,maldita,circense,politiquera y anclada en el llano de la independencia. Entonces, ¿hasta dónde llega tu venganza?
PD:la estética de docudrama nos convenció y nos evocó las estrategias de seducción de los trabajos veristas de no ficción de Peter Watkins.

Salir de la versión móvil