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Estreno de Zamora en el Teresa Carreño: una telenovela personal( ahora por tiempo indefinido)

Noveno capítulo: El Leviatán posmoderno

Lee la primera parte aquí

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Novena entrada. Bases llenas. La grada en contra. Sólo estoy esperando la señal de mi coach, El Doctor Phill Reagan, para robarme la base por la cara del equipo estrella de los soldados de la guarnición Caracas, acantonados en el feudo del dueño de la rabo de cochino.

El ambiente es, por supuesto, de mucha tensión y paranoia. Organizadores y asistentes presienten el clima de tragedia, de conflicto, de guerra civil controlada.Grave síntoma de la enfermedad bipolar en curso. Manifestación redundante y neobarroca de la megalomanía del poder. Prólogo, avance o adelanto de la película a estrenarse.

La cantidad de uniformados anticipa lo peor. El aire se puede cortar con una hojilla. Aquí hace calor y no es cuatro de febrero. Es el mes de septiembre, y parece una prolongación de agosto en la caldera del diablo( de los Marinos de Oriente).

¿Por qué semejante despliegue? ¿Por qué tanto derroche de recursos públicos en la seguridad de una sola persona?¿Por qué volver a emular la estética de los anillos de seguridad de Pablo Escobar Gaviria y Marulanda, armados hasta los dientes? Ni el Papa, ni Fidel, ni Sai Baba y ni Donald Trump, gastarían juntos tal cantidad de su bolsillo para velar por su pellejo en una noche de lujo. Precisamente, la corrupción personalista radica allí : en la mala idea de privatizar y malgastar los bienes del pueblo. Zamora no lo hubiese hecho así. Por ende, el concepto de democracia se pervierte para devenir en una reafirmación del autoritarismo caudillesco.

Para justificar su locura y su manía por la televigilancia, el presidente impone, días tras día, una agenda conspirativa o de teoría de complot. Supuestamente lo quieren derrocar y lo quieren matar por la espalda, a fuerza de traiciones y redes ocultas. No por casualidad, “Zamora, la Película” culmina con el asesinato del protagonista, a objeto de robustecer indirectamente la matriz de opinión del magnicidio del teniente coronel. Es una de las cientos de moralejas implícitas en el largometraje. Remember “Zamora”, nos dice Chalbaud, porque los oligarcas nos pueden hacer lo propio con Chávez. Típico chantaje stalinista.

A propósito, es idéntico al modelo de manipulación histórica del western reaccionario, definido por los padres fundadores del género. Remember “The Alamo”, cuya última versión, la del 2003, fue una aviesa operación política de Hollywood para capitalizar el sentimiento de xenofobia surgido en Norteamérica a raíz del once de septiembre.

Pero mejor sigamos con el béisbol.

Por defecto, los árbitros están comprados, como en la época de Mussollini con el mundial de Italia 1934, cuando el fascismo hacía trampa para quedarse con la copa y consolidar así su imagen propagandística, fuera de la bota del mediterráneo. Era una pequeña demostración de fuerza, a lo Cineccitta, con el propósito de intimidar a los rivales de la vieja Europa.

Años después, Hugo repite la fórmula pero en el espacio deportivo del Teresa Carreño y demás plataformas de la campaña del PSUV, bajo el respaldo publicitario de la Villa del cine, la Cineccita de la revolución bonita. Lugar para el recreo y el esparcimiento de los niños del estado.

En cualquier caso, es un lindo campo para la metáfora criolla. Estrictamente criolla. Discúlpenme el nacionalismo, compañeros del sur. Ustedes tienen el fútbol para desahogarse y entender sus problemas. Nosotros el béisbol, desde la época de Cábrujas, fanático del Tiburones a capa y espada. José Ignacio nunca traicionó lo suyo, a pesar de lo malo. Siempre defendió a la divisa de los escualos hasta el final. De él aprendí muchas lecciones, como todos. No soy original aquí. Sin embargo, debemos reconocerle un mérito: haber descubierto en el béisbol un filón para descoser la pelota de la política vernácula.

Después de su fallecimiento, dos intelectuales vinieron a sucederlo al bate en el terreno de la reflexión social con aliento de Gato Galarraga: Ibsen Martínez y Ramón Guillermo Aveledo, sendos relevistas con efectividad de cerradores natos. Discutir con ambos es complicado. Su juego profesional es el de buscar las posibles asociaciones entre Chavez y un pitcher de segunda.

Por eso, uno aprovecha el tiempo con ellos, para coger dato y sacar sus conclusiones a la hora de enfrentar al rival de turno. Hace poco, tuvimos la oportunidad de compartir un par de mañanas productivas,en ocasión del lanzamiento de sus nuevos títulos. Literalmente, les extraímos el jugo en el desayuno, a cambio de entrevistarlos para televisión. El fruto de nuestra investigación, son dos testimonios para la historia del país en el siglo XXI. El tiempo les dará su valor y su importancia como fuente de consulta a futuro.

Por lo pronto, cumplo con traer a colación sus sabias palabras, para rematar el partido de hoy, en tres y dos con el marcador en contra.

Ramón Guillermo considera a Chávez un abridor negativo para los destinos de la vinotinto, por cuatro razones. Primero, jamás reconoce sus errores. Segundo, no quiere soltar la bola. Tercero, es muy fácil descubrirle los trucos. Cuarto, pierde potencia con el paso de los años. Quinto, se vive enredando solo en la lomita y goza con ser el hazme reír de la tribuna. En resumen, se le recomienda abandonar el esquema del individualismo estelar y pensar más en el beneficio del juego colectivo, sin discriminar a nadie.

Por su lado, Ibsen lo compara con la figura de un frustrado lanzador zurdo, al borde del retiro, carente de vuelo y obcecado por tirar piedras al home, para asustar a sus adversarios, al punto de agotarse en las primeras de cambio, ante los abucheos de la concurrencia. No en balde, se vio en la obligación de desechar su costumbre de presentarse en los partidos de la liga profesional, para refugiarse en los banquillos de los juegos amistosos con Cuba.

Ahora, su afición reprimida y desencantada es directamente proporcional a su necesidad infantil de perpetuarse en la cúspide de la fama, cual dictadura de los Leones del Caracas, aunque a base de triquiñuelas y excesos.

En tal sentido, monta un partido multitudinario en el Teresa para el lucimiento de su figura, con fondos ajenos sustraídos al erario. Por menos, le hicieron un juicio a CAP. Así revive nuestro fantasma de la partida secreta, en plena línea de cal. Hugo, sin duda, la pone de bombita. Lastimosamente, sus antagonistas son condescendientes e ineficientes, y les dejan pasar sus bolitas de mantequilla por el centro de la antesala.

Como diría Cabrujas, una maldición se cierne, a la manera de los Tiburones de la Guaira, sobre la oposición.

En consecuencia, Chavez disfruta de su corona de campeón vitalicio, frente a la anuencia de un contendiente fofo, blandengue y conformista, rendido a su condición de víctima. Es la oposición condenada a morderse la cola en sus rituales de gimnasia, tonificación muscular de pantorrillas, ejercicios estériles de resistencia pacífica, peladera de rabo, streap tease y fair play. En síntesis, un caldo de cultivo ideal para atornillar al presidente en su silla caliente, por los siglos de los siglos. Para acabar con su hegemonía, es imperioso, por tanto, cambiar de estrategia. No basta con desnudarse y enseñar el culo. Y me perdonan la franqueza.

Yo no soy quien para determinar el cómo, pero al menos soy consciente de las limitaciones de hacer huelgas de hambre en el país, rutas de marchas por los sábados, y jornadas efectistas de coseduras de boca a las puertas de la misión de la OEA y de las embajadas financiadas por la chequera de Miraflores. Y ni hablar de cierta oposición hipócrita, de la boca para afuera, encantada de hacer negocios con el gobierno, por debajo de la mesa, mientras denigran del proceso en la intimidad del hogar.

De hecho, por allá veo a un colega full antichavista y full comprometido con el movimiento estudiantil, metiendo ojo y pescueceando para no hacer la cola del segundo anillo de seguridad, y entrar por el lado de los jerarcas de peso de la nomenclatura, quienes son tratados como invitados V.I.P. Es decir, se les llama para entrar y además tienen el privilegio de no ser cacheados por la casa Militar.

El colega me saluda, súper nervioso, porque no esperaba ver a nadie de su medio por aquí,y menos a mí.Él me conoce la lengua y sabe de mi opinión de quienes trabajan como mercenarios para la Villa. Él trabajó como mercenario para la Villa y yo me enteré por un amigo en común. De ahí su inseguridad.

Finge demencia, se abstrae del entorno y apenas me dice: ¿épa Sergio, cómo anda la cosa,men?

-Bueno, pana, más o menos. Aquí pasando roncha boleta. ¿Y tú qué, pendiente de entrar?

-Sí pana,jejeje…pero no quiero hacer la cola…

-Yo tampoco. No me gustaría pasar por ese detector de metales tan horrendo y pavoso. Fíjate, además está pintado de rojo. ¿ No es cómo la cosa más absurda del mundo?

-Sí vale, jejejeje…

– Y de paso, mira, te registran de arriba a abajo. De verdad, no me la calo.

-Bueno, pana, que te vaya bien, gusto en verte.

-Igual pana. Buena suerte.

Allá se fue otro de mis colegas asustadizos con rabo de paja. En efecto, una niña rubia, como de comercial de Pantene, sale en su auxilio, lo reporta con los militares, se hacen muecas, y finalmente se abrazan, al otro lado del cordón de seguridad emplazado en el lobby del Teresa, alrededor de la escalera mecánica. Los dos suben entre risas y jolgorios al centro del espectáculo. Naturalmente ,yo los envidio.

Yo les envidio su capacidad para no sentir culpa, a pesar de hacer el mal. Yo les envidio su habilidad para hacerse la vista gorda ante la injusticia, la inequidad y el abuso de poder. Yo les envidio su felicidad de pareja en la cumbre del éxito. Yo les envidio su inocencia, o quizás su maquiavelismo disfrazado de coartada creativa. Yo les envidio su falta de reflexión, de perspicacia y de lucidez para no formularse preguntas incómodas. Yo les envidio su ligereza ante la realidad. Son como una pareja de Miss y Mister Venezuela guarecidos en su burbuja de cristal cósmica e interestelar.

En paralelo y abajo, los mortales deben lidiar con el trámite burocrático de la aduana del Teresa, en un espejo de la desconfianza y el alarmismo americano hacia su propia población, en aeropuertos y afines. De punto de chequeo en punto de chequeo, nos vamos pareciendo a la imagen de un país invasor en una tierra colonizada.

Queriendo protegerse del terrorismo, el estado lo ejerce como practica disuasoria contra su población.

Queriendo protegerse del terrorismo, el estado lo alimenta como respuesta extrema, para justificar el estado del terror y excepción.

Ni más, ni menos, es el Leviatán del siglo XXI. Para él, somos como perros y lobos para los demás hombres. Por eso, el Leviatán nos trata como animales en fundo Zamorano, de corral en corral, como rebaño domesticado, de pastizal en pastizal. Irónicamente, así se crea el ecosistema para la explosión de una rebelión en la granja. Véala pronto en su cine de confianza.

Nos vemos en el próximo capítulo.

Por la cercanía con el averno, los dejo con sus majestades satánicas: “Judas Priest”. Una de mis bandas favoritas en uno de sus mejores momentos en vivo. Disfruten.

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