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Los Imposibles: tan lejos de David Letterman, tan cerca de Ernesto Villegas

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Los Imposibles: tan lejos de David Letterman, tan cerca de Ernesto Villegas

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Hablemos de Los Imposibles de Leonardo. De una vez y de frente. Hablemos de sus fallidas introducciones seudopoéticas, evocando las amelcochadas rimas de Graterolacho en su “chou” con Aldemaro al presentar a cada invitado. Como diría Cabrujas, un verdadero ramillete de la cursilería. Algo digno para incluir en el próximo libro de Otrova Gomas.

Leonardo le regala versos a cualquiera y a quien sea, venga o no a cuento, y reúna o no las condiciones. Casi como una ofrenda y un pago simbólico para sus interpelados, quienes siempre se muestran incómodos ante semejante alarde de encomio y alabanza gratuita. Ello me recuerda lo dicho por el presidente del partido comunista en una entrevista de reciente data, al referirse al chavismo: desde la época de Gómez, aquí no se adulaba tanto a la figura del presidente.

Salvando las distancias, uno de los problemas de Leonardo es su complejo de inferioridad, es su instintiva necesidad de inclinar la cerviz ante los poderosos y los aspirantes a poderosos del pequeño olimpo de la fama latinoamericana, en un acto de hipocresía y falsa humildad por parte del moderador del espacio, porque ,en el fondo, él también se siente parte del show y de la corte del rey desnudo, así sea en calidad de bufón o de juglar contratado para ensalzar  y glorificar las andazas de los plebeyos reconvertidos en puros dechados de virtudes de la pujante nobleza farandulera.

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Hay un proceso de igualación y complicidad entre entrevistado y entrevistador, donde ambos, al final, sellan un pacto de no agresión y mutuo respeto en aras de la plusvalía ideológica del medio y de cada uno de los involucrados en la jugada publicitaria, carente del más mínimo interés periodístico, antropológico e investigativo. Allí nada más se airean chismes, se reconfirman rumores, se sobrealimentan egos, y se ventilan lugares comunes anteriormente explotados por la sociedad del espectáculo, bajo un claro empaque de difusión mercadotécnica. La estrategia de compra y venta es la mar de sencilla. Todo consiste en enganchar el morbo del público, por una hora, a través del señuelo y el anzuelo de descubrir el “lado humano” del homenajeado de la noche. Una promesa incumplida, por lo general, de cara a la hegemonía comunicacional de la autocensura, la corrección política, la prudencia, el recato y el manual de urbanidad y buenas costumbres.

En dos platos, una absoluta falsedad demagógica llena de complacencia, melcocha y propaganda. Curiosamente, un estilo redundante, baboso, amordazado y conservador, similar al empleado por los burócratas y funcionarios del canal ocho a la hora de “conversar” y “dialogar civilizadamente” con los gobernantes de turno. Es el caso de Vanesa Davies cuando aplaude las salidas, en vivo y directo, del Ministro del momento. Es el caso de Roberto Giusti cuando celebra el desempeño y la iniciativa del Alcalde opositor en boga. Un chigureo bipolar de lo más forzado, plástico e impostado. Imposible de creer.

De igual modo, la estructura del programa es de coger palco. La división por actos del guión resulta inoperante, molesta e irrelevante. Interrumpe la acción, corta la nota de la tertulia y en lugar de aclarar, oscurece con sus frases hechas y contrahechas. No me imagino una entrevista fluida de Jaime Beyli toda entrecortada por capítulos, letreros y citas entrecomilladas.Para eso, me leo la transcripción de la entrevista en papel y san se acabo. La sombra del libro de Leonardo se cierne sobre su programa. Su origen literario lo delata y lo limita en el campo de la creación audiovisual.

Aparentemente, la idea de los productores y editores del espacio fue diluir la escasa presencia y experiencia del entrevistador delante de las cámaras, entre un mar de efectismos, imágenes de archivo y gráficas en movimiento. Aun así, Leonardo es imposible de seguir y de ver por más de quince segundos, a pesar de los esfuerzos de su novia por cuidar y velar por su atuendo, su maquillaje y su porte de cincuentón canchero, adulto contemporáneo, a lo caricatura de pavosaurio.

Por desgracia, el empeño aquí es en vano porque el hombre luce como un viejo verde, medio sabrosón, con aires de chulo enratonado. Es decir, una suerte de mafioso tropical, cual extra latino de Miami Vice. El hermano perdido, quizás, de Castillo, pero con el atuendo de Sonny Crockett. El pana se quedó en la época de comodín Martín o de Comodón Johnson. ¿O será de Eudomar Santos? En fin, la gente no quema etapas.

Para rematar, la puesta en escena del enlatado evoca la escenografía kistch, de cartón piedra, del lobby de un matadero de lujo, de un Motel Alladín a plena luz del día, donde de un piano de cola pasamos a un cuadrito ingenuo y de ahí a un sintetizador atravesado en el medio del set.

Velada tras velada, el entrevistador aprovecha los objetos del lugar para incluirlos en su dinámica de juego, al inducir a sus entrevistados a tocarlos y ejecutarlos durante la sesión. La incomodidad de la situación salta a la vista del menos avispado, cuyos ojos descubren el hastío, el embarazo y la preparación de la rutina. Para muchos, el hecho de ver a Fito y a Dudamel en acción, dando pequeñas muestras de su talento a exigencia del orador de orden, rememora el contexto de un cirquillo de variedades a lo Sábado Sensacional. El género bandera del canal de la colina.

Por último, es notable la dificultad de Padrón para conducir la entrevista con naturalidad, de principio a fin, sin depender de chuletas, fichas, coroticos y trivialidades Eduplay. Ooops! Se me cayó la cédula a mi también!

En resumen, “Los Imposibles” es otro síntoma de los tiempos, otro espacio marcado por la polarización y sus daños colaterales de censura, autocensura y miedo a la disensión. “Los Imposibles” podría ser diferente, más acucioso y punzante, si Venevisión no fuese tan complaciente con Conatel.

Sabemos de la preocupación de Leonardo Padrón por combinar programas light con entrevistas de profundidad a intelectuales y escritores polémicos. Lastimosamente, su deseo es irrespetado y pervertido por el compromiso con el rating y con la línea editorial del canal, actualmente digitada desde del Ministerio de Comunicación.

Algún día, los imposibles de la revolución rendirán cuentas en público. De momento, son los consentidos de las entrevistas condescendientes de José Vicente Hoy. Por ahora, duermen tranquilos al sintonizar el programa de Padrón. El día de mañana será distinto. Es la ley de la democracia en Venezuela. Es un ciclo. Gócenlo mientras dure.

Interesados en disfrutar de un estupendo entrevistador en América Latina, revisar el programa de Jorge Lanata por youtube. Se llama DDT. Abajo les dejo una pequeña muestra de su inmenso talento como showman y como productor de una entrevista interesante, aguda y compleja, donde él apenas funge de mediador. El hombre no moja pero empapa. Es un ejemplo de seriedad , humor, improvisación y vuelo intelectual. Nada de rigideces, ni de poses ensayadas. Full espontaneidad, full sinceridad, full honestidad. Enjoy!  

http://www.youtube.com/watch?v=ctaOwxG6ITg&feature=related


7 Comentarios

  1. Pensaba que era yo sólo.

    ¿Y qué me dices de la música de Bienvenidos que enmarca los cortes comerciales?

    Aguanto el programa hasta que obligan al invitado a hacer gracias como los monitos. En ese que vi el domingo con la Venegas (una entrevista blanda entre blandas, por cierto) me causó pena ajena cuando la obligaron a tocar.

    Habría que rescatar el intento -luego de quince años- de retomar las entrevistas a personajes fuera de la política. Los programas similares son una colección de enlatados aún peores, o una cayapa de egos, como Buenas Noches.

    Creo que hay un problema por ahí también de que un montón de gente perdió el camino y –cuando no se trata de política– hacen televisión como si estuviésemos en 1989.

  2. Bueno para empezar, considero que hacer buenas entrevistas es un arte. Y en Venezuela muy pocas personas saben hacerlas. De todos los medios, me gusta mucho Cesar Miguel Rondón. Probablemente, la memoria me haga omitir a otros igual de buenos, pero no deben ser tantos.

    Claro, en una entrevista, hay que despojarse de los egos, ser humilde y escuchar. Porque el buen entrevistador, ante todo, escucha muy bien y dirige la conversación hacía donde quiere. Están los maestros en esta disciplina, que sacan lo mejor del personaje que están entrevistando.

    Me gustó mucho que pusieras un ejemplo de lo que consideras un buen entrevistador, primero, porque no conocía a Jorge Lanata. Segundo, porque el artículo te quedó redondo.

    Otro duro en este arte, de lejos, Joaquín Soler Serrano. Sólo he visto dos, la de Cortázar y la de Dalí, y son geniales, dictan cátedra de lo que debe ser una entrevista. Uno termina amando al personaje y a quien logró todo ese espectáculo de lujo.

    Por otro lado, aquí en Venezuela, a veces dan ganas de llorar. No se cual ejemplo es más patético, si Buenas noches, Tres para las nueve o las focas amaestradas de los canales chavistas. Voy a escoger lo que veo. Creo que los únicos que saben entrevistar en Globovisión son: Nitu y El ciudadano, y cuando la dejaban, María Isabel Párraga. De resto, I mean everybody else, son infumables.

    Y peor es cuando tienen a un buen invitado y no lo dejan hablar. Las preguntas redundantes, que rayan en la estupidez, están a la orden del día. Y, como dijo Pratt, la cayapa de egos no es normal. Y en el otro extremo están los reporteros que sólo sostienen micrófonos. La verdad es que no dejan ni un rayo de sol donde calentarse.

    En cuanto a Los imposibles, bueno, creo que le iba mil veces mejor en radio. El formato se adapta mucho mejor, cosas como la banda sonora del entrevistado cobra sentido. Yo no lo he visto en la tele, porque no veo Venevisión, dicho sea de paso, una empresa dirigida por una de las personas más miserables de Venezuela, donde los hay. Pero confío en tu crítica.

    De esas primeras entrevistas, de cuando todavía Los imposibles era un proyecto con buenas intenciones y no se estaba tratando de explotar la cosa en todos los géneros posibles, rescataría tres de ellas.

    1. Eugenio Montejo: Primero él era un invitado de lujo. Escuchar a Eugenio es como ir a un parque a jugar. Ayudó mucho que Leonardo lo admira y por lo tanto, la conversación era sincera, fluía sin esfuerzo. Además, Leonardo Padrón ha leído poesía y las preguntas eran súper interesantes.

    2. Cesar Miguel Rondón: Para empezar ellos son muy amigos y entonces eso fue soplar y hacer botellas. Cesar tiene anécdotas deliciosas sobre su época en Nueva York, cuando estaba recopilando la información para escribir El libro de la salsa. Por ejemplo, cuando al Baldes lo botaron de la casa y Cesar lo alojó en el mueble de su sala, entre otras perlas. Y es un tipo, para mí, humilde e interesante. Y el hecho de ser tan amigos funcionó muy bien.

    3. Sofía Ímber: Ella, desde el primer minuto, agarró esa entrevista para ella y dejó a Padrón como un niño indefenso. Sofía estaba fajada contando cuando cenaba con Picasso y Leonardo le pregunta: Una experiencia maravillosa ¿No? Y ella le responde: No chico, Picasso tenía un de los egos más grandes que he visto. Una delicia.

    Perdona el testamento friend

    Buen post

    Adriana Pérez Bonilla

  3. Gracias a los dos por sus comentarios tan acertados y oportunos. Estupenda la observación de Daniel sobre lo de Venegas. Ni hablar de Adriana. Me honra poder contar con el feed back de ustedes dos. Muchos saludos!

  4. Dejen de criticar la vanidad, que todos tienen la suya. Lo verdaderamente honesto y humano es reconocer de entrada que tenemos un amor propio que sería inhumano ocultar.
     
    Buen artículo, como casi todos los de Cobra.
     
    Saludos

  5. Este pana  es ademas de lo dicho, que es bastante, no debe escaparsenos, su cursi postura de levantador ilustrado y frivola operador de maniobras de matraca y palangre, untado de la boberia discursiva que autocomplace con preguntas bobas  y amagos de torpe bonhomia; ojo  que los alumnos de C. Social  lo estudien y se separen de este falso modelo,  guillooo.

  6. Estimado Sergio.
    Ante todo respeto tus comentarios en contra de Padrón y sin duda alguna considero que en uno que otro tienes razón.
    Pero atacar de tal medida a Leonardo y al programa me parece un desatino lleno de ideas sin sentido ante un gran escritor y poeta venezolano que ha sabido sacarle punta y dinero a su talento, cosa que no muchos han logrado ya que el artista suele nacer pobre y suele morir pobre.
    Quizás el error de Leonardo fue llevar a Los Imposibles a la TV pero obviamente allí es donde está la pasta. Te invito a que compres alguna de las ediciones de los libros del programa en cuestión y capaz me das la razón…Allí encontraras entrevistas sin la censura de la TV.
    Aun así la exagerada descripcción de errores a los que te refieres me parece innesario. Esta bien criticar lo malo, pero creo que algo bueno debes verle??? En fin, creo que debería haber más programas como este (me refieron a entrevistas y cero politica).

  7. bueno yo de verdad no estoy deacuerdo con ustedes por que el programa de leonardo padron es muy bueno es un programa fresco animadp y entretenido lastima que es los domingos a las 10 de la noches por el horario supervisado pero es muy bueno y definitivamente es diferente a los demas gracias

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