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Murallas, barreras y faltas de una derrota al estilo Vinotinto

Carencia referencial, ausencia de liderazgo, el país busca desesperadamente una oposición seria, no una oposición de comiquita, de niñitas lloronas haciendo palmitas alrededor del circo de Globovisión.

Daniel Pratt tiene razón y su ira está plenamente justificada. No nos merecemos a Yon Goicoechea, no nos merecemos a Teodoro, no nos merecemos a una dirigencia política con cabeza de avestruz y cerebro de hormiga.

Pandilla de avestruces, no se escondan, no se hagan los locos, no se escabullan detrás del movimiento estudiantil de pacotilla. Lo bueyes van siempre por delante de la carreta, no al revés. Asuman su barranco en público, reconozcan el error, enmienden la plana y cedan el testigo de una buena vez. Entregen el coroto, retírense o agarren el hilo, papas.

Ya es tiempo de dejarse de tonterías. Ya es tiempo de olvidarse de Primero Justicia, de COPEI, de Proyecto Venezuela. Ya es tiempo de pasar la página con el libro caduco, con el manual de autoayuda de Eduardo Fernández revisitado por Antonio Ledezma.

No vale la pena sembrar nuestras esperanzas en ellos. Es hora de buscar nuevos paradigmas, nuevos rostros, nuevas ideas, nuevas alternativas en la conducción de los destinos de la oposición, porque el espectáculo de la derrota del domingo fue deplorable, improvisado y decididamente reforzador del status quo.

Parecía un teatrino de marionetas concebido por el chavismo como epílogo del triunfo del Sí en el referendum por la enmienda constitucional.

Lucía como una emisión paródica de Radio Rochela, toda llena de lugares comunes, morisquetas y disfraces demagógicos. Sólo faltó la guinda de Malula Concejal. Incluso, ni siquiera se tomaron la molestia de incluir a una mujer en el listado de la vocería, de la rueda de prensa. Tampoco sumaron a nadie del gheto, del barrio. Así no se sube cerro, hermano, aunque suene duro y feo. Pero ciertamente, como diría Ibsen, a nuestra oposición le falta burdel, le falta calle, le falta regetón, le falta color, le falta sabor y le sobra acartonamiento formal. Comiencen por buscarse un malandro, un Eudomar Santos de verdad y después hablamos.

Y si se me ponen exquisitos, entonces den con el paradero del Obama caraqueño y san se acabo. Hay que fabricar al Obama de Carpintero, de La Vega, de Chapellín, de las minas de Baruta. Obviamente, ni Capriles, ni Leopoldo, ni Ocariz son la salida. Menos Yon Goicoechea con su barbilla rozagante y gordilla recien afeitada, a lo yupisito comelón, a lo cliente fijo de Gourmet Market, a lo hermanito de Willy del Nogal.

Cuando ellos dan la cara, cuando ellos ponen el pecho, enseguida dividen al electorado en dos, enseguida hacen correr al pueblo a los brazos del Teniente Coronel, enseguida asustan a un gentío con su afectación y su derroche de sectarismo glamoroso. En palabras de Ramos Allup, son una pila de “lechuginos, petimétres y patiquines” de la peor especie.

Ojo: los sifrinitos de Primero Justicia y el movimiento estudiantil son un arma de doble filo. Por un lado, garantizan el voto duro de la clase media y de la clase alta. Por el otro, siguen perpetuando el esquema de la polarización actual, del cincuenta cincuenta, del ellos contra nosotros, de los «civilizados» versus los «bárbaros».

Para usar los términos de Alessandro Barico, nuestros sifrinitos son una simple y vulgar barrera, como la muralla China, como la muralla de Israel ante Palestina. Nos protegen de la otredad, de la alteridad considerada diferente y salvaje, pero a la larga nos aíslan, nos constriñen a un espacio determinado sin posibilidad de expasión. Por ello, el porcentaje de la oposición se estancó desde las regionales y perdió puntos frente al récord del 2D.

Es urgente, por tanto, levantar las barreras y las fronteras conceptuales, para ir al encuentro y a la conquista del corazón del enemigo. Sólo así ganaremos la batalla final.

Mientras tanto, queda pendiente el tema de la abstención, porque la enmienda también se perdió en el este, por culpa no sólo de los flojos sino de quienes todavía no se logran identificar y entusiasmar con el discurso de la oposición.

En Santa Fe, por ejemplo, la abstención fue altísima, a pesar de ser un bastión del comando justiciero. Por ende, el futuro pasa igualmente por allí, por la toma de conciencia de la generación boba, desmovilizada, apolitizada y programada por años de conductismo social y adotrinamiento ideológico, para no sentir el más mínimo dolor por el destino de su país.

Al final, le pudimos haber tenido miedo a la victoria, como la vinotinto, y el adversario nos barrió en el último minuto. Es posible. En cualquier caso, espero que Leo Felipe Campos, amante y conocedor del balompie local, me lo aclare. Hasta luego y muchos saludos a todos.

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