Esotétrica…

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Esotétrica…

¿Buenos dias señora, le provoca un cafecito?, esa era la frase que me despertaba diariamente. Isaura, era tan servicial… Todos los días me preparaba el desayuno antes de irme a trabajar, tendía mi cama y hasta insistía neuróticamente en peinarme y recoger hasta los chiclets que masticaba… Nunca entendí muy bien porque tantas atenciones conmigo, pero me resultaba confortante llegar a casa luego del trabajo y encontrar los quehaceres hechos y la comida preparada. Hasta que por fín supe porque tanto esmero…

Llevaba días nerviosa, cansada, con mal genio y sientiéndome extrañamente débil. En la mitad de la noche me despertaba, sobresaltada , pensando en cosas extrañas. En mi cabeza silbaba una canciòn, extraña también. Mis manos temblaban y no podía abrir los ojos, era como si alguien me hubiese lanzado un maleficio para no poder ver las cosas, escuchaba el silencio, sentía el frío de la oscuridad de mi habitaciòn a pesar de que estaba cubierta con mi cobija.

!Sapos y animales rastreros , no veràs, no hablarás, ni oirás, sentirás pero no podrán sentirte, serás invisible, como un rastro de aire enrarecido, Sapos, culebras y gatos de ojos zurcidos! (me decían voces pequeñitas al oído)…

Una cueva! mi cama cada noche se convertía en una cueva! fría y húmeda, y mi cobija en una lengua gigante mojada , monstruosa, enorme y mentirosa. Mis pies fríos como barras de hielo estaban amarrados con un hilo de seda resistente y por más que intentaba soltarme no podía.

!Como un becerro maniado andarás, como una víbora babosa te arrastrarás, ciega, muda y sorda , atada por hilos de plata y bañada en fango , Como un becerro andarás! (decían en voz muy baja los entes)…

 

Luego venía la luz del día y una la frase que sonaba en la puerta de mi habitación hacía el ruido parecido a ese que hacen las almas que gritan en el purgatorio. Al fin lograba abrir los ojos y el resplandor me enceguecia, ya no estaba atada , ni sorda, ni muda, ni loca. La lengua había desaparecido, el fango no estaba, los pies aún estaban helados y mi boca simulaba ser una réplica del sahara.

 

Hasta la última noche, cuando todo sucedió de la misma manera. Luego desperté, y cuando hube recobrado la calma, puse mi mano debajo de la almohada para acomodar la posición de mi cabeza. Allí , debajo de la almohada , había semejante bola se pelos y chicle, una cinta negra y un huecesillo en el centro que parecía ser un dedo seco como rama de ábol hueco y un papel con mi nombre escrito. Inmediatamente apareció la voz cerrera de Isaura y esta vez, esa voz me causó una repugnancia indescriptible al escucharla decirme: «buen día señora, ¿le provoca un caf….». En ese mismo instante, Isaura veía esa inmundicia en mi mano y mi rostro asqueado. La taza de café que sostenía se fue a pique contra el suelo y su enorme figura palidecía ,desmayándose en el acto por el susto de verse descubierta , conciente de su culpabilidad en tan abrumadora situación.

LGTS

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