panfletonegro

Harry Potter y la Orden del Fénix : sí soy rebelde…

harry_potter.jpg
Si esta película hubiese sido filmada en Venezuela, pues la habría protagonizado Yon Goicoechea(el ídolo juvenil de J. Manuel Silva) en defensa de la autonomía estudiantil ante la arremetida de “ustedes saben quien”.

En dos platos y fuera de broma, la cinta es, junto con el libro, un alegato a favor de la educación independiente y privada en tiempos de amenaza intervencionista. El truco de la Epic Movie radica en traducir semejante mensaje al idioma universal y llano de J. K. Rowling, la hechicera detrás del embrujo de masas.


Se habla en clave de RBD

Hogwarts también se pone rebelde y darketona después de la llegada de la tropa ministerial con su mala nota represiva, encarnada en el estereotipo socarrón de la profesora girafales Dolores Umbridge, interpretada por la doña proabortista de “Vera Drake”, Imelda Stanton. Su incorporación al casting saca provecho de su aura de mujer fatal, encubierta en una imagen sonrosada de puro espíritu maternal. Dama de hierro al fin, resume el temor del hombre frente al poder femenino.

Por algo, ella es la encargada de aguarle la fiesta al Chavo de la varita mágica y sus superamigos de escuelita multiétnica, encorsetada y políticamente correcta. Incluso, hasta los asiáticos y los afroamericanos son bienvenidos allí, aunque en papeles de relleno. No obstante, para cuidarse las espaldas del mercado oriental, Dirty Harry sella sus lazos de afecto con una lolita japonesa, en un beso mecánico y por compromiso, cual robots de video de Bjork- Cunningham, a la luz del estreno internacional de la quinta edición en Tokio. El amor ya no existe, hay que prefabricarlo.

Asignaturas pendientes

En la clase del 2007, la tarea del héroe mesiánico se multiplica por cinco, como reflejo de sus tormentos interiores y exteriores de adolescente en fase de crecimiento. El pana ya está bastante viejo para la gracia.

Primero, debe confrontar a dos dementores en la brillante secuencia introductoria, en donde comete un acto indebido y se le juzga por eso en público.

Segundo, padecerá la tortura de la maestra “Hostel“. Tercero, sufrirá pesadillas esquizofrénicas y surreales por culpa de Voldemort. Cuarto, intentará remozar los escombros de su alma mater ocupada, para reconstruirla como el Ave Fénix, con el apoyo de un movimiento sedicioso, constituido por los pares británicos de Stalin González. Y para redondear, encabezará el exorcismo de los demonios a combatir para restablecer el orden en la casa del merlinesco Dumbledore.

En total, sacará el promedio de costumbre y aprobará con la calificación más alta en la boleta del happy ending. Un desenlace tranquilizador acorde con su escuelita restauradora.


¿Cero en Conducta?

La Orden del Fénix no es un hecho aislado en la cinematografía occidental. Desde la era de “Cero en Conducta” de Jean Vigo, hemos apreciado películas en las cuales se cuestiona la orientación militarista de la institución académica, como expresión del descontento juvenil y de la irrupción de la contracultura en el siglo XX.

En Inglaterra, por ejemplo, cuna del movimiento anarcopunk, varios títulos acompañaron el surgimiento de las olas de contestación en el seno del Reino Unido. “The Wall” de Allan Parker es bastante ilustrativa al respecto, por sus gráficas postales de castigo infantil en colegio desolador.

Aparte, cabe recordar la demoledora “If” de Lindsay Anderson, con su conclusión apocalíptica a punta de metralleta, como en “Elephant” de Gus Van Sant.

Muy por el contrario, la Harry Potter del televisivo David Yates, parece almodarse a unos esquemas más conservadores que irreverentes, más Cold Play que Pink Floyd. Quizás sea un tinte de la época. Quizás sea, simplemente, una revancha de los nerds.

Salir de la versión móvil