En defensa del cine nacional (aunque mal pague)

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Un escándalo que no ha retumbado con la misma fuerza que el cierre de RCTV pero que comporta igual gravedad es el de los cineastas. En este episodio se demuestran, una vez más, las intenciones de acallar cualquier expresión disidente, de uniformar al país completo, de militarizar hasta los más pequeños espacios que todavía no han sido tocados por el rojo rojito. Para quienes no están empapados del hecho he aquí un recuento:

(1) Luego de que cineastas como Carlos Azpurua, Jacobo Penzo, Pablo de la Barra y Román Chalbaud expresaran su apoyo al proceso, el gobierno, inicia una política de promoción cinematográfica. Esta política está dominada por las líneas ideológicas y políticas del gobierno, es decir, financiar películas pseudohistóricas que refuercen la línea oficial que ordena historias épicas sobre héroes acartonados que sublimen al militarismo y que, descontextualizando los hechos y presentando los momentos históricos como una caricatura o como un guión básico de telenovela mayamera, permitan al gobierno reforzar valores como el poder absoluto e indefinido, las divisiones binarias entre buenos y malos y el patriotismo que señala como traidor al que se opone al gobierno de su país, porque como dijo cierto señor por ahí hace unos años cuando se le reclamaba por la persecución a la disidencia política en su país: “En un pueblo acosado la disidencia es traición”. Por eso, la política de promoción cinematográfica del gobierno es como la revolución cultural de Mao, aunque sin tanta sangre. Así como en la cuarta república se financiaba un cine políticamente correcto y ajustado a la estética Adeca repleta de mal gusto y cursilería, ahora veremos en pantalla “Bolívar eterno” “El caracazo” y cualquier otro bodrio que refuerce las tesis oficiales y que además, permitan a cineastas consentidos de los adecos limpiar sus nombres para presentárselos blancos y puros (¿o debería decir rojos y puros?, ¿o puros y rojos?) al jefe que aplaudirá a rabiar y dirá, como dijo cuando vio el caracazo de Chalbaud, que esas películas si son necesarias no como la basura gringa llena de efectos especiales, carente de sentimientos y repleta de material alienante que bla bla bla bla… Igualmente, la mojigatería y pacatería de la Ley resorte se harán presentes en este cine pret-a-porter a los gustos del comandante, con escenas de sexo bajo las sábanas, como las de La Beba Rojas y Fernando Carrillo en el opus de Chalbaud, o como las escenitas pudorosas de Jennifer Flores y el chamo de Ricostilla en amores de barrio adentro. Cero tetas, cero cucas, cero culos, cero hilos dentales, cero reggaetón, ahora vamos a enseñarle al pueblo como es que el sexo es dañino y como sin sexo y sin violencia pueden hacerse obras de calidad que nos muestren como realmente somos y bla bla bla… De hecho, no sé si recuerdan que cuando Chalbaud se presentó en Aló Presidente, Chávez le dijo algo así: “Vamos a hacer buen cine, a mi me avergüenza ese cine venezolano lleno de burdel y de groserías, no no no, vamos a hacer cine de calidad, cine histórico, cine que hable de Bolívar, de Miranda, de Zamora.” ¿se acuerdan?

(2) A finales del año pasado y al grito de “Luces, cámaras, revolución” se inauguró la villa del cine. Un buen proyecto, hay que decirlo, pero que en manos del sectarismo casi fascista del gobierno solo podría ser, y así es, una cuna para el jalabolismo alejada de cualquier indicio de diversidad y entregada a las manos de un puñadito de cineastas sin vergüenzas y (con sus honrosas excepciones) sin talento, para que hagan las películas de siempre con la corrección suficiente para no alarmar a nadie y mucho menos a quienes nos gobiernan. Habría que decir que no se puede culpar a los cineastas que aceptan callarse la boca ante el gobierno, después de todo nuestro cine está en terapia intensiva y la poca ayuda que se ofrece es, en la mayoría de los casos, la única opción de financiamiento que tienen nuestros maltrechos realizadores. Pero de allí a venderse rastreramente e ir a aplaudir la bravuconadas y excesos del jefe, ir a reírse a carcajadas de los chistes machistas y sin gracia, que muchas veces no son tales ya que Chávez confunde la soberbia con el sentido del humor, es demasiado.

(3) El cineasta Franco de Peña, director de Amor en concreto y Justine in love, envía una carta al Presidente de la República, denunciándole las irregularidades cometidas con un guión escrito por el Ministro de Cultura Farruco Sesto quien decidió autofinanciarse su libreto, sin hacer las reuniones y discusiones pertinentes. Aquí podría decir que un país donde un cineasta denuncia a un ministro ante un presidente por chorearse los tres reales que hay para hacer una película, es patético. O decir que el hecho de que la denuncia fuera directamente ante el presidente y no ante la fiscalía o algún tribunal es una muestra clara de que, como bien lo ha señalado en sus lúcidos artículos el sociólogo Tulio Hernández, estamos de nuevo en la época de Gómez solo que hemos llegado a ella de manera electoral. Pero no voy a decir eso, solo diré que este fue el preludio a lo que ocurriría solos dos meses después. La denuncia fue desestimada con los argumenticos de siempre: “Esa denuncia forma parte de una campaña orquestada para desprestigiar al gobierno que ha iniciado una política seria, por primera vez en cuarenta años, para la promoción y divulgación de nuestro cine. Pero claro, los enemigos del proceso que se escudan detrás de sus títulos de artistas hablan de corrupción para enlodar nuestros nombres y desestimar así el esfuerzo denodado que hemos hecho para que en esta revolución bonita el pueblo tenga acceso a un cine de calidad que bla bla bla bla bla…”

(4) En su enésima visita a Venezuela el actor Danny Glover, el mismo que hacía de policía reaccionario en Arma Mortal y que ahora se las tira de Nelson Mandela hollywoodense, recibe el generoso donativo de 38.000.000.000 de bolívares débiles, para la realización de un film sobre el independentista haitiano François Dominique Toussaint-Louverture. La cinta representa el segundo intento de su majestad por entrar a la meca del cine comercial, el primer intento fue con Oliver Stone que, luego del fracaso de “Comandante” el documental sobre el chivúo, decidió regresar a Nueva York para filmar la épica sobre los bomberos del World Trade Center antes que meterse en la camisa de once varas del once de abril, por cierto, ¿qué dirá de esto el comunicólogo mexicano Fernando Buen Abad Domínguez que una vez me escribió diciendo que el cine americano solo eran “las pantallas de la alienación”? Y es que Chávez, al igual que Fidel, no odia al imperio Yankee sino que le gustaría ser admirado por sus habitantes, le encantaría que los gringos, y en menor medida los europeos, lo vieran como héroe, le fascinaría presentar la visión maniquea de que el mundo se divide en dos, por un lado los insensibles gobiernos del primer mundo que generan pobreza y miseria en sus propios países y en los países pequeños y por el otro, los emancipadores del mundo de los pobres qué, según este axioma, representan la justicia y la paz; o sea, que cualquier populista latinoamericano merece la absolución de la historia porque representa los ideales de justicia social de su pueblo, sin importar que en estos países, por lo general, se eliminen y supriman los derechos fundamentales de, ¡vaya sorpresa!, precisamente los más humildes y miserables.

(5) Los directores Franco de Peña, Diego Rísquez, Jonathan Jacubowicz, Solveg Hoogesteijn Thaelman Urgelles, Oscar Lucién y Olegario Barrera entre otros, hacen tímidas críticas a ese financiamiento, usando el mismo argumento del gobierno de la “participación popular”, denuncian como abuso y privilegio el qué a un cineasta extranjero, venido del imperio para colmo de males, se le de un financiamiento equivalente a 18 millones de billetes verdes mientras que a los cineastas de la patria se les matea con presupuestos exiguos que hacen que nuestras películas no puedan dejar los decorados de cartón piedra y las bandas sonoras hechas con teclado. En respetuosa carta los cineastas le dicen al actor Danny Glover que: “Con el mayor respeto, los cineastas venezolanos queremos expresarle que usted se ha hecho parte de un hecho poco ético” y más adelante dicen “La cantidad que nuestro gobierno le acaba de asignar a su proyecto, de manera discrecional y secreta, serviría para financiar 36 películas venezolanas”.
¿Cuál es la respuesta del gobierno? La misma que recibió Insulza cuando se pronunció sobre el cierre de RCTV (antes de su lamentable y oportunista cambio de opinión): Vayan a lavarse ese paltó. El gobierno, en una insólita decisión, decidió romper para siempre con los gremios de cineastas acusándolos de ser elitescos (sic) y de ser oligarcas que se han enriquecido. ¡Que bolas! Si alguien cree que los cineastas venezolanos son elitistas y están nadando en dinero, con todo respeto, pero es un imbécil y creo que Farruco solo ha demostrado ser un funcionario estalinista y mediocre qué, con tal de satisfacer a su jefazo, dice cualquier barbaridad, la mayor de todas ésta: acusar a los malheridos y quebrados cineastas de nuestro país de ser unos acomodados millonarios es un acto de estupidez inconmensurable.

(6) Luego de la rimbombante acusación del ministro y de la ruptura del gobierno con los gremios, los cineastas, lejos de retractarse y arrepentirse han planteado con contundencia sus críticas y señalamientos, esta mañana en entrevista con Aymara Lorenzo estaban Barrera y de Peña reiterando sus posturas, sin estridencias ciertamente, pero con firmeza.

(7) Días después de que el Ministro descubriera el carácter oligárquico de nuestros hacedores de cine, el ministerio pasó un oficio a los integrantes de la villa del cine, señalándoles que deberán “ceder” las obras filmográficas que haya financiado el ministerio para que sean transmitidas en el nuevo canal Tves. Es decir, quien paga la orquesta pone la música, se jodieron pendejos, ¿ustedes pensaron que el financiamiento a sus películas era de gratis? Pelaron bolas, aquí lo que se impone es la extorsión revolucionaria en nombre de la culturización del pueblo.

Cabría esperar una cosa: el gobierno en uno de sus ya acostumbrados actos de populismo sesentoso seguramente inaugurará con la presencia de Chalbaud, Azpurua, de la Barra y compañía, quienes han hecho un mediocre y patético silencio (¿Qué habría pasado si Cap hubiera financiado una cinta del imperio Yankee?), la ASOCIACIÓN BOLIVARIANA DE CINESTAS, que de seguro será “la representación legítima de un gremio excluido por más de cuarenta años que ahora si tiene voz en esta revolución que bla bla bla…”

Desde estas líneas quiero expresar mis respetos a los cineastas que han alzado la voz, esos cineastas a los que tanto critico, no porque quiera verlos destruidos, al contrario, porque me gustaría que Venezuela tuviera una filmografía de la que podamos enorgullecernos. En este gremio, tan derruido económicamente, un gesto de dignidad como ese no puede pasarse por alto, ni siquiera por los que hemos apaleado al cine hecho en casa.

John Manuel Silva.

3 Comentarios

  1. Buena esa Sr. Silva. estamos ante una rosca de jalabolas conformada por los ministros, W. lara es otro que esta demente y hacen todo como perros amaestrados para que el dueno les de una chuleta. Complacer al dios con sacrificios. Que cagada !

  2. Quisiera disculparme por la gran cantidad de errores que tenía este artículo, no me gusta cometer errores ortográficos, lo que pasa es que escribí este post y no lo revisé antes de publicarlo, porque lo escribí apurado.

    Ya lo revisé y lo coloqué de nuevo.

    Gracias
    John Manuel.

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